Dominique Guillet

Semillas

La semilla, es el principio de la cadena alimenticia. El que controla la semilla, controla la cadena alimenticia y así, controla a los pueblos. Desde hace más de un siglo, los promotores de la agricultura moderna occidental, apoyados por las potencias financieras de la petroquímica, se dedicaron intensamente a destruir las semillas campesinas y las variedades tradicionales, destruyendo al mismo tiempo los suelos, asfixiándolos con violentos venenos. La agroquímica le ha robado la tierra a los campesinos y se beneficia en detrimento de la humanidad y del planeta.

¿Cuales semillas para alimentar a los pueblos?

Introducida por la agricultura moderna hace unos cuarenta años, esta práctica cubre oficialmente 96 millones de hectáreas sobre el planeta (es decir, 4 veces la superficie agrícola de Francia). Empezó con el loable deseo de luchar contra la erosión de los suelos. Sin embargo, se volvió la agricultura la más tóxica del mundo (quimeras genéticas + pesticidas a ultranza) y uno se podría preguntar si la lucha contra la erosión no era un gentil pretexto para aumentar, en forma considerable, los beneficios de la mafia que controla la agroquímica y las quimeras genéticas

Siembra directa: la no-labranza sigue los pasos de la agroquímica

Luego de haber contribuido durante decenas de años a transformar este hermoso planeta en tacho de basuras agrícolas e industriales, el Capital movido por una inspiración súbita y casi mística agita a los cuatro vientos el espectro de los cambios climáticos (siempre en complicidad con los estados y con algunos medios complacientes) y nos propone con gran magnanimidad, una solución que salvará al planeta: los combustibles verdes. Gracias a una vasta campaña de narcosis colectiva, el gran capital acumula dividendos, se adorna con una imagen verde, se concentra un poco más y se divierte

¡Aponer sangre en los motores! La tragedia de los necro-combustibles