Wilson Vega Ortiz y Fernanda Vallejo

Quevedo, Ecuador: Cualquiera podría pensar que nuestro país es nuestro. Lo curioso es que adentrarse por las veras es trasladarse a otro tiempoespacio, donde el país deja de pertenecernos. Un universo poblado de señores omnipresentes y siervos, fabricado a la medida de nuestros tiempos —maquinarias, sistemas de riego, fertilizantes, pesticidas— pero sostenido con nuevas vueltas de tuerca en formas medievales de sujeción de gentes: guardias de seguridad, capataces, barracas para jornaleros, incluso escuelas encerradas en los feudos. Nuestro país deja de serlo para devenir los países privados, señorío de oligarcas y transnacionales: Bonita Banana, de Álvaro Noboa (el hombre más rico del Ecuador), Dole, haciendas del grupo Wong (el segundo en la cadena de control del banano y otros productos de exportación).

Ecuador: Oasis de organización en los desiertos del monocultivo