Algunas consideraciones sobre racismo, sexismo y la tecnología eugénica

Idioma Español

Sexismo, racismo, explotación económica y dominación política están en la base de la “coincidencia” del control de la natalidad a través de la esterilización de mujeres negras e indígenas de las Américas y de otras partes del mundo. Ser mujer, no ser blanca, vivir en países del sur, ser pobre, son factores que, en un contexto marcado por ideologías productoras de inequidad como racismo, sexismo y otras, generan vulnerabilidades a las que están expuestas millones de personas (...) Luchamos para que otros seres humanos no reciban el trato que nosotras las negras y los negros hemos recibido en los últimos 500 años

DOS ESCENARIOS

En los últimos tiempos, la vida humana ha sido una secuencia de novedades, innovaciones y avances en el campo de la biotecnología. Tanto así que ya podemos señalar un presente, o futuro cercano, en donde se podrán interrumpir los procesos de envejecimiento, definir con detalle el tipo de bebés que tendremos (género, grado de inteligencia, habilidades especiales, color de la piel, etcétera) e incluso postergar el momento del embarazo sin preocuparnos por la llegada de la menopausia y el climaterio; o más aún, tener un bebé biológicamente nuestro sin siquiera haber experimentado el embarazo.

Este presente/futuro traerá también la cura para enfermedades graves como ciertos cánceres de tipo invasivo o la enfermedad de Alzheimer; hará posible la reconstitución medular para los tetrapléjicos, y la regeneración de órganos destruidos por dolencias: nuevos corazones, riñones, hígados y más, mucho más.

Se trata de un presente/futuro que hará posible la perpetuación biológica de individuos y grupos a partir de la reproducción fiel e infinita de su carga biológica, por medio de la clonación. En este presente/futuro, la muerte será una elección y no un acontecimiento indeseable, inevitable y doloroso. ¿Un presente? ¿Un futuro muy cercano? En cualquier momento. Tal vez ahora....

Este proceso se inició en 1953, con el descubrimiento del ADN. Con este avance, la creencia en la evolución de las especies ascendió a un nuevo nivel: las bases bioquímicas de la vida inmersas en el núcleo de la célula humana. Y con ello, el despliegue de millones de posibilidades. La ciencia está venciendo....

¿Y si cambiáramos la perspectiva?

La vida humana ha sido una secuencia interminable de luchas por la supervivencia, donde la naturaleza no es más que otro reto infranqueable a superar.

A tal grado que ya podemos ver un presente o un futuro cercano en donde el aniquilamiento cotidiano de individuos y grupos puede indicar el umbral de la extinción de la especie. Nada consigue interrumpir el ciclo de destrucción en el que se acortan los procesos de nacimiento, crecimiento, envejecimiento y muerte. No tenemos manera de evitar la muerte de nuestros bebés, a menos que la solución sea evitar su nacimiento. El embarazo es un riesgo, una amenaza de muerte, y sus frutos son vistos como consecuencias indeseables de la imprudencia, la ignorancia, el instinto animal. Este presente/futuro también trae consigo una mayor propagación de enfermedades que se vuelven graves y mortales, pero que en otras circunstancias habrían sido evitables: sarampión, tuberculosis, VIH/sida, desnutrición y otras. Las condiciones de vida inadecuadas vulneran los órganos vitales de aquellos que sobreviven: corazón, riñones, hígado y más, muchos más, quedarán destruidos, imposibilitando la continuidad de los procesos vitales.

Se trata de un presente/futuro que desafía la perpetuación biológica de individuos y grupos, a partir del deterioro de las condiciones límite de inadecuación en que viven. En este presente/futuro, la muerte precoz es rutinaria, mucho más que un acontecimiento indeseable, sorprendente y doloroso. ¿Un presente? ¿Un futuro muy cercano? En cualquier momento. Tal vez ahora....

Esto tampoco ha empezado aún. Pero en este momento, poblaciones enteras están expuestas a condiciones de destitución material y simbólica que vuelven inviables el acceso a los procedimientos científicos de mantenimiento de la vida y su aplicación, independientemente de su grado de complejidad. La creencia en la evolución de las especies también vuelve comprensibles los conceptos de inadecuación y desaparición de algunos grupos y pueblos. Presos de sus propias contingencias, no hay acción posible que modifique lo que un día se definió como destino. La trayectoria de la evolución de la especie humana tiene sus costos. En el despliegue de millones de posibilidades, hay que seleccionar las mejores opciones... sí, nuevamente la ciencia está venciendo...

LA NEUTRALIDAD IMPOSIBLE

Vivimos en una época en la que las ciencias aún reivindican una neutralidad imposible frente a las vicisitudes sociales, políticas y económicas, entre otras. Corrientes científicas, principalmente aquellas relacionadas con la biología y la genética, recurren a modelos explicativos donde tal parece que la racionalidad y la aplicabilidad de sus reglas a los movimientos de la vida humana obedecen solamente a los imperativos de las proteínas que nos constituyen; o a los intereses de realización democrática y solidaria de lo bueno, lo bello, lo justo. Salvar vidas. Traer alivio para los dolores y la cura de los males que nos amenazan.

No obstante, en la actualidad, podemos rechazar o desenmascarar esa inocencia (si es que podemos llamarla de esa forma). Podemos afirmar que cualquier neutralidad es imposible frente a una constatación básica: la ciencia es un producto humano. ¿Cómo, entonces, esperar la neutralidad de este ser que somos?

Así, también es posible afirmar que la ciencia está sometida a factores ideológicos, económicos, sociales, ambientales, políticos y tecnológicos. No fluctúa en el vacío. Vive de las relaciones —entre personas (¡no olvidemos que los científicos son personas!), grupos, pueblos, naciones—. Depende en el aspecto financiero de gobiernos o de grandes empresas. La ciencia es seducida por la cultura mediática, es demasiado humana.

No es por otra razón que ante la constatación de la neutralidad imposible, la humanidad ha formulado una serie de leyes, tratados, declaraciones y reglas no sólo para el ejercicio de la ciencia, sino también para los demás aspectos de la existencia humana.

Nada de eso, sin embargo, ha logrado frenar los avances de la ciencia o imprimirles cautela —y aquí la palabra avance se debe entender en sus diversas acepciones dentro de la lengua española, entre ellas, el progreso, la evolución hacia adelante y también el de embestida, atropellamiento, falta de respeto a la regla— cuando se orientan a los procesos fundamentales de la existencia. Me refiero sobre todo a aquellos procesos orientados a las posibilidades de manipulación del núcleo de la célula y producción de alteraciones de la constitución del ser humano.

BIOTECNOLOGÍA “ROJA”

En diferentes medios, ha tenido una razonable divulgación la definición de las biotecnologías rojas, llamadas de tal forma por ser aplicadas al ser humano; en comparación con las llamadas verdes, tecnologías relacionadas con las plantas y sus semillas.

De acuerdo con los conocimientos actuales, la biotecnología roja implica, cada vez más, la capacidad de penetrar en la carga genética de los seres humanos y modificarla con el objeto de permitir la manipulación de sus capacidades de procreación y sus características biológicas. De este modo, tiene la posibilidad de producir nuevos seres capaces de corresponder a los deseos y necesidades de los diferentes actores interesados en que se realicen estas investigaciones. Entre los deseos y necesidades que motivan este tipo de investigación cabe señalar:

Las técnicas de la biotecnología también están insertas en los mercados mundiales. La importancia de las reglas del mercado global, en donde se estimulan las demandas tecnológicas a partir de la creación de nuevos productos comerciables que ofrezcan grandes utilidades.

La búsqueda de una mano de obra capaz de someterse en gran medida a las reglas de la economía capitalista neoliberal. Es decir, capaz de tolerar grados extremos de explotación y, al mismo tiempo, desprovista de la capacidad y el poder de reivindicación. Es decir, el deseo de nuevos trabajadores biológicamente desprovistos de humanidad y, en consecuencia, de derechos humanos.

Los aspectos del individualismo occidental, vinculado a las reglas del patriarca, que vuelven necesaria su capacidad de controlar y asegurar su descendencia, es decir, la necesidad de perpetuación de determinados grupos biológicos a partir de los criterios de sus integrantes.

La vigencia de sistemas de jerarquización de los seres humanos, lo que otorga validez social y política al concepto de raza y que, establece la raza blanca como paradigma superior de la especie, al mismo tiempo que reduce a la población negra, indígena y a otras al extremo opuesto e inferior.

La búsqueda del dominio de ciertos pueblos y naciones sobre otros, a fin de garantizar el máximo privilegio y el acceso a las riquezas planetarias para unos cuantos.

Para no extenderme, me limito a señalar que actualmente la biotecnología roja incluye en su repertorio la manipulación genética de células y embriones, de modo que puede modificar no sólo las características del ser humano nacido, sino también de su descendencia. Desde este punto de vista, debemos observar y analizar las nuevas acometidas de los científicos en los centros biotecnológicos de los países del norte, o del primer mundo, o de Estados Unidos y Europa principalmente ¿Qué se proponen? Producir, ése es el verbo que se aplica mejor, nuevos seres a partir de células humanas, en quienes van a depositar sus creencias y las expectativas de control sobre su futuro a partir de su pasado ya conocido. El poder de predicción y determinación del futuro humano se volvería entonces un atributo de la biología y la genética.

Además del retroceso de esta supervaloración de la biología sobre los demás factores que inciden de una manera aún misteriosa en lo que es lo humano y sus relaciones, debemos señalar que tales técnicas reducen al no nacido a algo predeterminado, controlado, conocido, y desprovisto de libertad. Algo así hace de este ser un no humano, una cosa, un objeto, un producto de la manipulación tecnológica.

Las imágenes difundidas y las promesas de las nuevas biotecnologías se deben analizar a la par de otras imágenes y otras promesas que presentan escenarios opuestos. Me parece interesante confrontar las imágenes y las metáforas que entrañan las posibilidades de producción y mejoramiento del tipo humano blanco por medio de biotecnologías, representadas por la enorme publicidad de las biotecnologías disponibles en los países de América del Norte y Europa occidental, con las imágenes de las metáforas de obsolescencia, incapacidad de modernidad y desaparición asociadas a las poblaciones negras e indígenas de diferentes partes del mundo, al igual que las impresionantes imágenes difundidas por los medios de comunicación del continente africano o América del Sur.

Se trata de imágenes simultáneas, que es posible ver en este momento. Hablan de una propuesta de futuro: el nacimiento de niños blancos por todos los medios posibles. Y de la desaparición de los niños negros e indígenas.

Estas metáforas y promesas guardan una estrecha relación con premisas eugenésicas vigentes desde el siglo xix y divulgadas a partir de iniciativas europeas y estadounidenses, en formas lejanas de ser democráticas o libertarias, en el resto del mundo.

LA EUGENESIA

La eugenesia se creó como una ciencia que busca el mejoramiento de la especie humana a partir de la iniciativa de Francis Galton en 1883. La práctica de la eugenesia tenía por objeto aplicar en seres humanos los supuestos de la evolución de las especies de Darwin, reconociendo en la ciencia y su racionalidad el poder de determinación del futuro humano. Poco tiempo después de Galton, la genética se estableció como una rama de la biología capaz de reconocer las características humanas hereditarias y lidiar con ellas. (1)

El encuentro de la eugenesia y de la genética con la política permitiría la creación de un movimiento social, iniciado en Estados Unidos, capaz de producir políticas públicas de mejoramiento racial. Éstas no sólo tenían por objeto posibilitar la reproducción de los individuos y grupos considerados aptos y mejores desde el punto de vista genético, sino también impedir la reproducción de aquellos considerados inferiores, inadecuados, indeseables.

Las primeras iniciativas de este movimiento se pusieron en marcha a finales del siglo XIX. La primera ley de esterilización de inferiores e indeseables se aprobó en 1907, en el estado norteamericano de Pensilvania, ejemplo seguido por otros estados y países hasta su culminación en Alemania, donde la eugenesia estaba en la bases del movimiento nacional socialista, causante del Holocausto.

La derrota de Alemania en la guerra de Europa significó también la sumersión del movimiento eugenésico, como consecuencia de la condena moral que recibió la eugenesia después de que se dio a conocer la amplitud del daño causado.

Esta sumersión concluiría a partir de los años setenta, cuando se asociaron nuevos elementos a las ideas eugenésicas: la revitalización de las ideas del reverendo Malthus (1798) sobre la amenaza de la explosión demográfica debido al crecimiento desordenado de determinadas poblaciones y la fuerte disputa entre los regímenes capitalistas y comunistas del hemisferio norte de occidente. En ese momento, los índices de fertilidad de la población en determinadas partes del mundo y determinados grupos, en especial la fertilidad femenina, se consideraban como una amenaza para la estabilidad mundial; tanto desde el punto de vista de la “explosión demográfica”, como en relación con la posibilidad de adhesión de los países y pueblos sumidos en la pobreza a las ideas comunistas y socialistas capaces de confrontar las reglas capitalistas, productoras o potenciadoras de las desigualdades.

Fue en este periodo cuando la tecnología biomédica ofreció métodos artificiales de control de la fecundidad, todos orientados al control de la fertilidad femenina. La píldora anticonceptiva es vista por mujeres y hombres blancos del norte como punta de lanza de su llamada “revolución sexual”, y para algunos otros significará también un instrumento interesante para el control de la natalidad entre aquellas y aquellos considerados indeseables.

A partir de los años setenta se formularon y aplicaron nuevas políticas públicas a fin de controlar y disminuir los índices de fecundidad de las poblaciones de los países llamados del tercer mundo. Un ejemplo de estas iniciativas se encuentra en el Memorando de Seguridad Nacional No. 2000, (2) preparado en 1974 por el entonces jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Henry Kissinger, y distribuido entre las diferentes dependencias de gobierno del país, entre ellas, la CIA, dirigida en aquel entonces por George Bush, futuro presidente. En ese documento, que integra un conjunto de iniciativas emprendidas por aquel país para el control político del mundo, se señalaban 13 países que debían ser sometidos a intensas acciones y políticas de control demográfico: Brasil, India, Bangladesh, Pakistán, Nigeria, México, Indonesia, Filipinas, Tailandia, Egipto, Turquía, Etiopía y Colombia. A partir de ahí, se emprendieron acciones, tanto a través de organismos gubernamentales como USAID y la propia CIA, como de organismos multilaterales como la OMS, el UNFPA, el Banco Mundial, el UNICEF, y organizaciones de la sociedad civil como la International Planned Parenthood Federation (IPPF), la Fundación Ford, la Fundación Rockfeller, entre otros. Se recurrió a diferentes mecanismos para reducir la fecundidad de estos países. Principalmente, se utilizaron técnicas de esterilización quirúrgica u hormonal, la mayor parte de las veces invadiendo el cuerpo de la mujer.

Algún tiempo después, en documentos de seguridad nacional de Estados Unidos se empezó a hablar de las posibilidades de servirse de la incipiente epidemia de VIH/sida en países pobres como un aliado en su política de control poblacional.

Cabe destacar que los países y grupos señalados como amenaza están conformados mayoritariamente por poblaciones no blancas.

LA INTERSECCIONALIDAD

En este momento es de gran utilidad la comprensión del concepto de interseccionalidad para el análisis del acceso creciente a las diferentes tecnologías biológicas y su uso, en especial las tecnologías de control de la fecundidad y los avances más recientes en materia de manipulación genética.

A través de la perspectiva de la interseccionalidad es posible analizar y comprender de qué manera los diferentes elementos presentes en determinado contexto, en determinada época, pueden actuar en la producción de hechos, elecciones político-ideológicas, iniciativas de políticas públicas e incluso de desarrollo y aplicación de novedades biotecnológicas.

Como un camino interesante que se puede tomar, está el descubrimiento de las “coincidencias” que supone el tema abordado aquí, es decir, de factores actuantes y recurrentes en el universo de las “elecciones” de la biotecnología y las tecnologías de la procreación. Veamos:

La mayor parte de la iniciativas orientadas al control poblacional mediante el control de la capacidad de procreación de los seres humanos, ya sea de estímulo o represión, sucedieron y suceden en el cuerpo de la mujer

La mayor parte de estas iniciativas están o estuvieron encabezadas por hombres y sometidas a su control

La mayor parte de esas iniciativas, cuando se han emprendido en relación con individuos y grupos poblacionales en las últimas décadas, están bajo el control de grupos cuyos integrantes hombres son considerados racial o étnicamente superiores

La mayor parte de estos individuos y grupos considerados racial o étnicamente superiores eran blancos, occidentales, defensores de los paradigmas de la racionalidad científica o de imperativos cristianos, del hemisferio norte

La mayor parte de estos grupos y hombres detentaba el control del poder económico, político y bélico sobre la mayoría de los demás pueblos de la tierra

La mayor parte de los centros de investigación y de producción de estos artefactos tecnológicos se ubica en los países blancos del norte, pertenecientes a hombres blancos del norte, a quienes benefician con su inmensa capacidad lucrativa

En el otro lado, encontramos a individuos y grupos más vulnerables a las iniciativas de control poblacional de la fecundidad y del cuerpo:

La mayor parte de las mujeres sometidas a esterilización quirúrgica u hormonal pertenecen a grupos considerados inferiores racial o étnicamente

La mayor parte de estas mujeres vive en países y regiones sometidas a grados extremos de explotación económica, por lo que soportan la mayor porción de la pobreza y sus consecuencias

Sexismo, racismo, explotación económica y dominación política están en la base de la “coincidencia” del control de la natalidad a través de la esterilización de mujeres negras e indígenas de las Américas y de otras partes del mundo. En otras palabras, ser mujer, no ser blanca, vivir en países del sur, ser pobre, etcétera, son factores que, en un contexto marcado por ideologías productoras de inequidad como racismo, sexismo y otras, generan vulnerabilidades a las que están expuestas millones de personas.

La ocurrencia de estos factores y su intensidad en personas y grupos poblacionales incidirá de manera simultánea y sincrónica, y no será posible separarlos durante la experiencia concreta de cada individuo o pueblo. A esto es a lo que llamamos interseccionalidad.

También es a partir de esta interseccionalidad de factores como podemos entender la “coincidencia” de que las nuevas tecnologías de procreación y de aquellas que prometen el “mejoramiento” biológico de individuos y grupos —ya sea a través de la transformación de la carga genética actual, lo que representa la cura de enfermedades, el desarrollo de nuevas capacidades o la posibilidad de evitar el envejecimiento y la muerte, o bien, a través de la perpetuación de cargas genéticas por medio de clones— estén a disposición de los ricos, de los blancos. Está en ellos la garantía de la perpetuación del patrimonio genético y de la descendencia de hombres, principalmente en el hemisferio norte, bajo el imperio de la racionalidad científica.

LA BIOTECNOLOGÍA NO ES NEUTRA

No es posible creer en coincidencias ante las dimensiones del daño producido de forma constante, en personas y grupos, en especial mujeres negras y otras no blancas, en las diferentes partes del mundo.

Tampoco se puede creer en coincidencias o en “merecimiento” ante la extensión de la concentración de poderes en manos de hombres blancos, que ahora celebran las biotecnologías y sus posibilidades.

Nosotras, mujeres negras, hace mucho venimos denunciando los intereses deletéreos que están detrás del desarrollo científico en este campo, así como su vinculación con presupuestos de utilidades ilimitadas y con el movimiento eugenésico. No obstante, nos vemos inundadas de nuevas propuestas y desafíos que aún están lejos de ser cancelados.

Desafiadas por la generación de múltiples vulnerabilidades, nos vemos obligadas a invertir nuestras pautas políticas a fin de dar respuesta a los ambiciosos proyectos de científicos, empresas y consumidores (e incluso algunos sectores del movimiento feminista) de los países blancos del norte. Esto, al mismo tiempo que estamos inmersas en nuestras propias demandas de justicia y del fin del racismo y la desigualdad de género, de acceso a los bienes sociales, al agua potable, a un ambiente sano, de lucha contra el hambre y la pobreza, de control de la epidemia de VIH/sida, entre otras cosas.

Pero nuestra participación en esta lucha se suma a todas las demás que hemos emprendido. De modo que destaco la lucha por la prohibición de la eugenesia, por la reintegración de la ética a la cotidianeidad de las acciones humanas; por la inversión de la tendencia de supervaloración de características biológicas para, a partir de ellas, producir jerarquías crueles en las sociedades; por impedir que portadores de determinadas características sufran rechazo por portar marcas indeseables. Luchamos contra la segregación, la muerte precoz, el prejuicio, el abandono a la propia suerte, la cosificación, la desesperanza derivada de la pérdida de solidaridad, de aquellos que lleguen a ser considerados biológica o genéticamente inferiores.

En suma, luchamos para que otros seres humanos no reciban el trato que nosotras las negras y los negros hemos recibido en los últimos 500 años.

Notas

(1) Fue en 1865 cuando Mendel estableció sus premisas por medio de experimentos con guisantes, pero no se dieron a conocer sino hasta 1900.

(2) UNITES STATES OF AMERICA. National Security Study Memorandum 2000. U S National Security. Council, Washington D. C. Véase en página Web: aquí

Trabajo publicado en “¿Un mundo patentado? La privatización de la vida y del conocimiento”. Consejo Editorial: Jorge Villarreal, Silke Helfrich, Alejandro Calvillo / Fundación Heinrich Böll, El Salvador.

Jurema Werneck: Con maestría en Ciencias Médicas, es fundadora y coordinadora Regional de CRIOLA, una organización de y para mujeres negras de Brasil. Actualmente es Secretaria Ejecutiva de la Articulación de Mujeres Negras de Brasil. En esta línea de trabajo, se ha desempeñado como integrante del Comité Técnico de Salud de Población Negra (una dependencia del Ministerio de la Salud) siendo además integrante del grupo consultor del Taller de Salud para Población Negra organizado por OPAS/PNUD. Ha coordinado distintas publicaciones en los temas relacionados a la salud de la mujer, bioética y derechos humanos y con publicaciones propias en los temas antes mencionados. Página Web: www.criola.org.br

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