Cambio climático y cultivos ecológicos

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"Una urgente transformación hacia cultivos agroecológicos es el único camino para ponerle fin al hambre y enfrentar los desafíos del cambio climático y la pobreza rural..."

Stephen Leahy, Uxbridge, 8 de marzo, 2011 (IPS). Una urgente transformación hacia cultivos agroecológicos es el único camino para ponerle fin al hambre y enfrentar los desafíos del cambio climático y la pobreza rural, dijo Olivier De Schutter, Relator Especial de Naciones Unidas para la alimentación, tras presentar su informe anual (que tuvo como foco la agroecología y el derecho a la alimentación ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

“Los procesos industriales no imitan la naturaleza, la agroecología sí lo hace. Reemplaza los insumos externos como el fertilizante mediante saberes de cómo combinar plantas, árboles y animales de tal modo que se refuerce la productividad de la tierra”, dijo De Schutter y enfatizó que “los rendimientos aumentaron hasta 214% en 44 proyectos en 20 países del África subsahariana mediante técnicas de agroecología en un periodo de 3-10 años... mucho más que lo que algún cultivo genéticamente modificado ha logrado alguna vez”.

 

Otras evaluaciones científicas recientes han mostrado que los campesinos de 57 países que utilizan técnicas agroecológicas han obtenido incrementos en los rendimientos de hasta 80%. El incremento promedio de los africanos es de 116%. “Hoy la evidencia científica demuestra que los métodos agroecológicos son mucho mejores que los fertilizantes químicos para aumentar la producción alimentaria en regiones donde viven los hambrientos”, dijo De Schutter.

 

La agroecología aplica la ciencia ecológica en el diseño de sistemas agrícolas. Resalta la productividad del suelo y protege los cultivos contra las plagas mediante elementos naturales.

 

Los cultivos ecológicos no requieren de plaguicidas ni fertilizantes de base fósil, ni de maquinaria ni de híbridos. Los esfuerzos de los gobiernos y de los donantes principales como la Alianza por una Revolución Verde en África (conocida como AGRA por sus siglas en inglés) que invierten 400 millones en subsidiar semillas híbridas y fertilizantes químicos para intensificar los rendimientos, no son sustentables en el largo plazo, dijo De Schutter.

 

Fundaciones como la Gates y la Rockefeller presumen que Malawi es una historia de logros, y le han subsidiado fertilizantes a nivel masivo, provocando una mejora en la producción alimentaria. Sin embargo el país no puede darse el lujo de continuar con estos subsidios y está cambiando su estrategia a una agroecológica. “El gobierno de Malawi ahora subsidia a los campesinos que planten árboles fijadores de nitrógeno en sus campos para garantizar un crecimiento sustentable en la producción de maíz”, dijo el Relator Especial.

 

De Schutter dice que AGRA busca resultados rápidos y los consigue. A él le ha resultado difícil borrar las sospechas que los proponentes de AGRA mantienen hacia la agroecología, pese a la evidencia creciente, “porque es de esperar que los países expresen escepticismo ante soluciones que no concuerdan con el paradigma dominante”.

 

La visión dominante de la agricultura es el enfoque industrial ”de maximizar la eficiencia y los rendimientos. Sin embargo tal sistema es tremendamente dependiente de los combustibles fósiles y nunca se le piden cuentas de la degradación ambiental y otros impactos. Uno de los menos reconocidos es el de los brutales impactos sobre el cambio climático. Es justo decir que entre 45 y 50% de todas las emisiones humanas de gases con efecto de invernadero provienen de los modos actuales en que se producen los alimentos”, dijo De Schutter.

 

Las emisiones dañinas para el clima que provienen de la agricultura industrial son muchas más que sólo el bióxido de carbono de los combustibles fósiles utilizados en los agroquímicos. Incluyen cantidades masivas de metano de la cría animal intensiva y óxido nitroso de los fertilizantes químicos. Si le añadimos deforestación —que es lo que se logra cuando se incrementan las tierras de cultivo para las plantaciones— tenemos ahí cerca de un tercio de todas las emisiones. Si le añadimos las emisiones de todo el procesamiento de comida y las enormes distancias implicadas en el transporte de alimentos por todo el mundo y estamos cerca de la mitad de todas las emisiones.

 

Pero el sistema alimentario podría no ser una fuente importante de emisiones. El problema es que ahora se basa en una energía fósil barata, dijo. Una práctica ecológica de cultivos puede producir más comida para la gente más pobre del mundo y reducir las emisiones. De hecho puede volver a capturar carbono en los suelos.

 

El movimiento internacional de millones de campesinos conocido como Vía Campesina ha estado insistiendo en este punto desde por lo menos 2009. “Los campesinos de la Vía campesina y otros, pueden enfriar la tierra”, dijo a IPS Chavannes Jean Baptiste, un campesino haitiano.

 

“La evidencia es irrefutable. Si podemos cambiar el modo de cultivo y el modo en que producimos y distribuimos los alimentos contamos con una poderosa solución para combatir la crisis climática”, afirma Henk Hobbelink, coordinador de GRAIN, que en 2009 produjo un informe que muestra que la agricultura industrial y su sistema alimentario asociado es la mayor fuente de gases con efecto de invernadero. “No hay remiendos técnicos que nos hagan obtener estos resultados. Es un problema de voluntad política”, dice Hobbelink.

 

De Schutter afirma que estando las evidencias tan sólidas, el papel que él tiene es lograr que los gobiernos cambien sus políticas para respaldar esta transformación. “Las compañías no invertirán tiempo y dinero en prácticas que no les brinden patentes ni les abran mercado a sus semillas ‘mejoradas’ y sus productos químicos”, dijo el Relator.

 

“Si no transformamos radicalmente la dirección del sistema alimentario mundial nunca podremos alimentar a los mil millones de hambrientos, ni a nosotros mismos en el futuro”.

Fuente: Revista Biodiversidad, sustento y culturas

Temas: Agroecología, Crisis climática

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