Clima, inundaciones, responsabilidades

Idioma Español
País Argentina

El clima siempre ha sido excusa de conversación. El “tiempo”, en realidad. –¡Qué tiempo loco! debe ser una de las muletillas más usadas. Al menos debe haberlo sido, en esas circunstancias, tan propias de ciertos fingimientos sociales, tal vez hoy en trance de desaparición, cuando uno no tenía de qué hablar y las circunstancias “obligaban” a ello.

Pero si el clima, el tiempo cotidiano, usando el mismo vocablo tanto para el estado meteorológico como para el decurso de lo temporal, en una época otorgaba ese vacío conversacional, en los últimos años vemos cada vez más a menudo, que se ha ido constituyendo en tema real de conversación.

Protegidos en las construcciones urbanas, porteños, montevideanos, tal vez no perciban tanto esta ominosa llegada de “los elementos”, pero parecen ser cada vez más “noticia”.

Andreas Malm, periodista sueco, se tomó el trabajo de investigar la cartografía mundial para 2007 y verificó un aumento de derrumbes, inundaciones, aludes, tormentas con tromba que superaba la media de años y décadas anteriores. [1]

Si nosotros apenas repasamos recortes periodísticos de los últimos dos meses, en Argentina, y seguramente se me pasan por alto varios “episodios”, tenemos en orden cronológico:

- a fines de noviembre, inundaciones en Concordia con el río Uruguay 12 m. por encima de su cota “normal”. Estas inundaciones sobre el Uruguay afectaron a muchísimas otras zonas y ciudades, como Salto o Paysandú, en Uruguay y a Concepción y Colón del lado argentino. Pero simultáneamente, producto de las mismas lluvias más al norte, el Paraná también aumentó tanto su nivel como para provocar inundaciones en Resistencia, Goya, Santa Fe.

- a principios de diciembre, Las Lajitas, en Salta, fue “sumergida” por precipitaciones pluviales de 200 mm.

- a fines de diciembre, con San Antonio de Areco como epicentro, la cantidad de agua acumulada en campos sojeros, al parecer para evitar sus propios anegamientos, fue canalizada hacia el río Areco que no pudo sino desbordarse. La información no dice si el desvío de las aguas a los canales y de los canales al río fue simultáneo, orquestado o qué, pero lo cierto es que en menos de dos horas el río puso a media ciudad bajo agua.

- a mediados de enero se descarga un nuevo temporal en la región cordobesa: la localidad de Justiniano Posse recibe 180 mm. en un rato. Media población bajo agua.

Éstas no son “casualidades permanentes” como le gustaba arbitrar a ese insulto al pensamiento que se llamó Menem. Esto tiene causas. Aunque no son nuevas. Lo que es nuevo es su reiteración y frecuencia.

Estos fenómenos tienen pocos precedentes. Por ejemplo, en la cuenca del río Uruguay se recuerdan las inundaciones de 1959, con marcas en las ciudades como Colón o Paysandú que no fueron alcanzadas ahora. Pero hay una diferencia fundamental: hace medio siglo no estaba la represa reteniendo la masa de agua que esta vez se retuvo y así y todo se llegó casi a los mismos niveles de inundación. Es decir, esta vez las precipitaciones fueron mucho mayores que en 1959.

¿Cuál es el elemento diferencial de los suelos que en el 2009 recibieron semejantes inundaciones? Qué tenía el territorio hace unas décadas, en algunos casos, hace unos años y que ahora no tiene?

Monte. El “avance de la frontera agrícola” como le gusta decir al tecnoprogresismo ha significado desmonte. Mucho desmonte y preparación de tierra para cultivo en siembra directa, una modalidad agrícola que retiene humedad y por lo tanto no absorbe más de la que ya tiene.

Desmonte y siembra directa facilitan, fomentan, dan lugar a una enorme escorrentía. Y a un enorme ingreso de dólares. Ya sabemos el funcionamiento de los líquidos. De arriba abajo, de la tierra a la cañada, al arroyo, al río. El del dinero es diferente; queda “arriba”.

Eso es lo que tenemos ahora. Por un puñado de dólares. Un buen puñado. Así son los acuerdos fáusticos. Los dólares no vienen incontaminados. Porque la modalidad agroindustrial no sólo ha significado desmonte a barrer. Ha significado también quimiquizar los campos. Y expulsar pequeños agricultores. Por eso, deberíamos decir que los dólares vienen muy … contaminantes, inundantes, desalojadores.

Piénsese por un instante el trastorno para la vida de contaminados, inundados, desalojados… los desplazados

Hay fuertes presunciones de que una agricultura con enormes aplicaciones energéticas, como es el caso del modelo agroindustrial de la soja transgénica, pese a sus posibles rotaciones, está haciendo una fuerte contribución al calentamiento global.

Sin embargo, sigue habiendo quienes quieren quedarse con la chancha y los veinte.

Es muy interesante examinar las “soluciones” que ofrecen los grandes beneficiados por el sistema de la soja transgénica y la globalizaciòn agroindustrial: procuran restañar “heridas” pero preservando “el sistema” que tan pingües negocios les ha reportado.

El Sr. Jorge Adámoli, ingeniero agrónomo y docente en Exactas y Naturales de la UBA, quiere alcanzar el impactante: “2-0-2-0”. [2] No es una cábala, aunque lo parezca. Es un juego aritmético para postular 20 millones de ha. de plantaciones de cereales y granos grasos (no especifica de qué tipo, pero ya sabemos, por los años transcurridos de contrarreforma agraria, que se trata de cultivos transgénicos) con el primer dos; abolición del hambre, “hambre cero”, es el primer cero. Con el modelo agroindustrial lo que vemos es una masa de campesinado pobre, despojado de tierra que pasa cada vez más hambre, paliada mediante “ayuda” que no dignifica, precisamente. La tercera cifra, otro dos, apunta a dos millones de toneladas de carne para exportación, lo cual no debe ser tan difìcil de lograr habiendo restringido la crianza a campos de concentración vacunos, llamados en english, faltaba más, feed lots, provistos de forraje por los campos cedidos a la agricultura. Y por último, ¡oh maravilla de aprendices de brujo! llegar con el último cero, a no tener “problemas ambientales”.

Obviamente, quien critique tan formidable meta es un loco de remate o un negativista contumaz.

Nuestro docente ve problemas, sin embargo. No en el envenenamiento de campos, cañadas, barriadas, cultivos, sino en que existe “ una fuerte campaña de desprestigio impulsada por algunas organizaciones ambientalistas y sociales […] lo que existe en realidad es una sistemática y muy bien organizada campaña contra el agro, centrada en la soja.” No hay problemas; sólo los que los inventan.

Adámoli explica: “ El combate a la pobreza y al hambre son obligaciones impostergables del Estado y las enti-dades vinculadas con el agro deberían exigir que se implemente en forma urgente un programa de Hambre Cero.

¿Pero cómo, en medio del éxito del “avance de la frontera agropecuaria”, cómo en la sociedad de winners, como en la fiesta de 4 x 4, podemos hablar de hambrientos?

Sí, el mismísimo Adámoli [3] estimó a los pobres “ del 30% al 40 %.” ¡Epa! Para la población argentina estamos hablando de 12 a 16… millones de seres humanos. No es una bicoca. Sin duda, los winners son menos.

Grobocopatel que sabe de esto una pizca más que especies antediluvianas todavía operantes, ha aclarado que “ el nuevo modelo” remueve un poco… ¿qué? ¿tierras?, ¿títulos?, ¿desalojos? Y sí, de todo un poco. Y es prudente que la masa anónima de perdedores de la soja transgénica reciban algo para llenar la panza. Aunque sea soja transgénica (que es prácticamente el único renglón en que los winners son generosos).

Y Adámoli nos lleva así a una curiosa mixtura o simbiosis entre tecnologías hipermodernas y relacionamientos medievales, ¡ah la caridad!: “[…] es importante contar con la colaboración y supervisión de entidades reconocidas como Caritas [sic, debe ser por lo de Caritas y Caretas] , Red Solidaria, Solidagro, etc.”

Pero, ¿cómo llegar a la última cifra, aquel cero de pureza ambiental? Adámoli sabe que hay agrotóxicos y que éstos son precisamente eso. “Para lo cual es necesario un fuerte programa para el manejo responsable de agroquímicos [quiere decir agrotóxicos, pero finamente].” Esta frase es como un mantra que referentes sojeros repiten con unción. [4]

¿Cuál es el manejo responsable? Durante esta década y media transgénica, los laboratorios han inundado alegremente de bidones de plástico no biodegradable los campos “de la patria”. Las montañas de muchos cultivadores llegan a varios metros de altura. Algunos, desesperados, puesto que ningún laboratorio se hace cargo del envenenamiento que produce, toman la determinación de quemar un puñado cada vez. Un par de metros cúbicos, los más moderados. Con lo cual logran contaminar con tóxicos de los peores que se conocen (plástico quemado) el aire de varios km a la redonda, probablemente alguna decena. Contaminación de cultivos nuevos, intoxicación de fauna y flora, microfauna y microflora, de abejas de apicultores y hasta de todos los pulmones de los mamíferos y aves del entorno.

Aparte, el uso “habitual” para tales recipientes: una lavada y ya están circulando con agua “potable” para animales, huerta o niños…

Hay palabras como “manejo responsable” que huelen a asesinato dichas por referentes del nuevo mundo agrícola; el mundo de los muchos dólares y los muchos enfermos. Claro, como recordaba Yupanqui, los enfermos son del pobrerío y los dólares, ajenos

En la visión de escaparate que tiene este docente de lo natural, sostiene, cerrando su nota, que para preservar la biodiversidad menguante hay que formar “ corredores de conservación de biodiversidad”. No explica el ancho de semejantes corrredores… ¿veinte km, medio km, cincuenta metros?

Tiene que saber que 20 km tampoco alcanza. En todo caso, que imagine avatares que en laboratorios preserven la biodiversidad intacta. En el universo made in USA eso funciona.

Por Luis E. Sabini Fernández *

* Docente del área de ecología de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Editor de la revista futuros, del planeta, la sociedad y cada uno.

[1] “Lo futuro ya está aquí”, futuros, no 12, Río de la Plata, diciembre 2008.

[2] J. Adámoli, “Visión estratégica para el agro”, Clarín Rural, Buenos Aires, 24/10/2009.

[3] En una nota firmada conjuntamente por Adámoli, Seminario y Winograd, “Los agronegocios del 2020”, Clarín Rural. 9 ene 2010. Un numerólogo podría hacerse una panzada no sólo con “los 24” de Maradona sino con estas cifras; el cero y el dos.

[4] “Manejo responsable de agroquímicos”, ob. cit. de Adámoli, Seminario y Winograd.

Temas: Crisis climática

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