Devastación: Avisen cuando terminen

Idioma Español

Pensemos en el Planeta. Ese organismo viviente que nos aloja y con quien se han vinculado afectuosamente los pueblos poseedores de sabiduría. Nuestra cultura occidental está haciendo estragos en él. Los sistemas que sostienen la vida están forzados por nuestra manera de relacionarnos con el ambiente y de relacionarnos entre nosotros. Supusimos que la Naturaleza estaba separada del Hombre y que podíamos domesticarla. Pero no contemplamos la idea de que nosotros somos Naturaleza. Hoy ha comenzado la crisis y no tenemos la capacidad de verla. No tenemos un imaginario de futuro. Sobre el planeta el Hombre ha puesto a funcionar un sistema que, para que éste funcione, se necesita abusar de la extracción de recursos y abusar de las personas. En este sistema dependiente de la extracción hemos convertido a la Naturaleza en Recurso. Pero ahora nos dimos cuenta de que nosotros somos Naturaleza.

Este sistema económico de producción y consumo, se basa en mantener la infelicidad constante de las personas, saturando la vida de publicidades para generar necesidades de consumo que deberán ser satisfechas rápidamente de la manera diseñada, ¿Te da vergüencita tu celular? Te preguntan en la tele. ¿Estás cansado de mandar mensajitos desde el bolsillo? Los que tienen opciones no paran de trabajar para poder adquirir lo que, según creen, los hará poseedores de una identidad, porque son consumidores. Y los “perdedores”, los que no tienen opción, los que no consumen, están sujetos al mismo ataque publicitario, que genera los mismos patrones de consumo con el agravante de que, sin opción de trabajo digno, alimentan la frustración

¿Qué se necesita para hacer girar esta rueda?

La extracción, la producción sucia, el consumo irreflexivo, grandes superficies de territorio para someter y grandes cantidades de personas que, sin mejores opciones, intervengan en los procesos extractivos y productivos. Se necesita territorio para desechar el 99 por ciento de lo que se produce después de 6 meses de adquirido. Se necesita de gobiernos que en vez de gobernar para su pueblo y cuidar los intereses comunes responda al poder instaurado en esta era: las Corporaciones.

El agro ahora es agronegocio. El petróleo es un negocio petrolero. La minería es el negocio minero. La energía que se le daría al sistema de producción manejado por las corporaciones sería el agrocombustible, después de la apropiación compulsiva del resto del petróleo existente.

Y con el petróleo se está subsidiando el ciclo del crecimiento económico ilimitado en un planeta limitado. Y es así de simple: se extrae más de lo que se debe y al ritmo de aceleración que demanda el sistema que gira, produce, consume y desecha. Subsidiamos con más actores lo que consumimos. Con el futuro de los chicos que trabajan en las minas de África. Con los empleos precarios, con el agua, con los bosques, con el suelo. Pagan el costo también los habitantes de Villa Inflamable con su salud, revelando la política de localizar la producción contaminante en los países del sur. Pero somos Naturaleza. El caso es que la Naturaleza no tiene Derechos. Y las corporaciones sí. La Naturaleza se puede comprar o vender. Hasta los derechos de agua que involucran cuencas compartidas se están vendiendo en Chile en este preciso momento. Incluso a niveles locales tenemos el mismo modelo replicado. Los gobiernos responden al poder corporativo quien detenta la riqueza. La urbanización se llama negocio inmobiliario y es tan poderoso que maneja el diseño de las comunidades. No están publicadas las cifras de deforestación en Bariloche. Los empresarios deciden el futuro de las familias y son los que tienen la potestad, el designio divino de otorgar dignidad a través de actos misericordiosos y de caridad. Otorgan la vivienda, el territorio, el barrio. El avance de este modelo es defendido por las corporaciones, por políticos que responden a ellas o por involucrados que no tienen opciones de trabajo digno.

Estamos en momentos apropiados para nuestra toma de conciencia. Las licitaciones petroleras nos han tocado de cerca esta vez. Dejar pasar esta oportunidad para profundizar, analizar, reflexionar sería un desatino. Pero todavía estamos atentos. Y hay mucha gente tomando conciencia y en consecuencia, resistiendo. No todas las acciones individuales son banales, cada uno hace el cambio que puede. El problema son los que pueden hacer el cambio y no lo hacen. Para comenzar a modificar algo de esta crisis de futuro tenemos que querer el lugar donde vivimos: por lo tanto No queremos explotaciones petrolíferas en nuestra región. Pero comencemos a hacernos algunas preguntas ¿Usamos el petróleo? ¿Usaremos el gas?¿Queremos que el petróleo se extraiga en otro lugar alejado de nuestra región?¿No en nuestro patio trasero?

NO aceptamos la extracción en ningún sitio y no alimentaremos este sistema económico ni este concepto de desarrollo. No entregamos los sistemas que sostienen la vida. Tampoco aceptamos soluciones o medidas “dentro de lo posible”, porque “dentro de lo posible” es seguir a su merced. Si no aprendemos ahora a administrar la escasez, a salir de los patrones de consumo impuestos, a consumir, pero lo que nos dé dignidad, aprenderemos compulsivamente cuando nos legue a nosotros el peligro y la angustia. Porque ya llegaron al Planeta el peligro y la angustia, el detalle es geográfico: vivimos en Argentina y no en Irak. En nuestras comunidades el mercado comanda. Comencemos a construir nuestra ciudadanía ambiental. Los jóvenes están inquietos porque ellos se harán cargo de nuestro consumo. Se harán cargo de los desechos del sistema que ellos no inventaron. Y los vemos en la calle en busca de su propio discurso. Ya sabemos que esto es grave, cultural, profundo y que no tenemos tiempo. Así que, si te da vergüencita tu celular, pará la moto y bajá los vidrios: date cuenta, estás en un grave problema y nos estás metiendo a todos.

Comentarios