El glifosato y la dominación del ambiente, por Walter A. Pengue

El desarrollo moderno de los grandes monocultivos extensivos y sus agroquímicos asociados, nos encuentra con que los principales promotores de este modelo son un puñado de corporaciones transnacionales que concentran un negocio supramillonario y a las cuales poco interesan las cuestiones de soberanía y seguridad alimentaria de las naciones donde recurrentemente promueven sus productos y han asentado sus filiales

El caso de la soja, es un ejemplo paradigmático incuestionable.

El planteo productivo de la soja, revitalizó a la alicaída industria mundial de agroquímicos, al convertirse el cultivo en uno de los primeros demandantes de los mismos. Un sistema artificial sostenido fuerte y recurrentemente por una cada vez mayor necesidad de inputs externos, que pone en evidencia la dependencia creciente de los productores que incurren en estas nuevas demandas.

El caso de los herbicidas, tanto para los agricultores de las naciones más desarrolladas como para aquellos más avanzados en los enclaves de los países subdesarrollados como en las pampas de Argentina, los estados del sur brasileño, el Paraguay o el oriente boliviano ha seguido un mismo patrón de utilización.

En la etapa actual, el principal objetivo de las corporaciones, ya con la llegada de los nuevos eventos transgénicos, es el hallar elementos asociativos entre sus productos más exitosos - como ciertos herbicidas, como el glifosato, las sulfonilureas o las imidazolinonas - con aquellos cultivos también de mayor demanda mundial.

Este artículo es la versión completa del previamente publicado en la Revista Biodiversidad, sustento y culturas N° 37

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