El nuevo feudalismo. Percy Schmeiser muestra los peligros de la agricultura industrial promovida por las multinacionales de los transgénicos

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Hasta hace poco en sus 10.000 años de historia, la agricultura era más un modo de vida que una industria. Los agricultores eran los productores de semillas y los guardianes de la herencia de cultivos de las sociedades. Pero a comienzos de 1900s, los gobiernos de Canadá y EE UU comenzaron a promover el desarrollo de grandes industrias agrícolas de exportación sobre la base de unos pocos cultivos y animales domésticos. “Los agricultores quiebran porque no pueden sobrevivir en un mercado manipulado por las multinacionales, que son los nuevos señores y barones, de los que mis abuelos pensaban que se habían librado”

Patentar los beneficios

Para maximizar la uniformidad y las cosechas, la reproducción de semillas salió de las granjas hacia los centros públicos centralizados de investigación subvencionada de las universidades de EE UU. El desarrollo de las variedades de semillas se convirtió en una mercancía. Los avances científicos en los setenta y ochenta anunciaron una nueva era en la agricultura. Para aumentar sus ventas estancadas, Monsanto y otras multinacionales agroquímicas se aventuraron en la ingeniería genética y se transformaron en la industria de la biotecnología. Compraron las empresas tradicionales de semillas y crearon por ingeniería los genes resistentes a sus herbicidas, que introdujeron en las líneas recién adquiridas de semillas. A pesar de ser más baratas, las semillas tradicionales desaparecieron simultáneamente del mercado, y para maximizar los beneficios, la industria necesitaba que los agricultores compraran nuevas semillas todos los años en lugar de guardarlas de un año para otro, como se había hecho durante miles de años.

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