El ecosocialismo de los pueblos

"Únicamente la acción en red, y visionaria, puede destronar a las oligarquías —de todo tipo, después de todo— que promueven una guerra incesante contra la biodiversidad, de y en el planeta, la biodiversidad ambiental, social y mental".

En su lado más exhuberante, de glamour de y para pocos, las elites económicas, en todo el mundo, viven como una falsa publicidad del tabaco, a costa de sanguijuelear la energía vital de la biodiversidad del planeta, porque han quemado, convirtiendo en humo y cenizas, la riqueza, en red, del conjunto de vidas del mundo, exhibiéndolas, las vidas, como trofeo, en el Coliseo romano-imperial, que es la globalización mercantil: humo de ilusiones y falsificaciones en el pulmón del mundo.

Claro está que este tipo de civilización es, bajo todo punto de vista, absurdo e injusto, además de inviable para aquellos mismos que, por ahora, están secuestrando la multiplicidad sin fin de las vidas del mundo, falseándola, a través de un juego de disfraces, de tal modo que lo que era biodiversidad es transformado en diversidad de bienes, cuyos colores se desvanecerán cuando completemos el único destino manifiesto, al que estamos realmente unidos, en la modernidad occidental-planetaria: el de acabar con la vida en la tierra.

La modernidad-mundo: un inmenso matadero

La modernidad occidental-planetaria es la civilización de esta acumulación de disfraces, en que el yo se piensa tan superior a otros seres, teniéndolos, por lo tanto, como enemigos para ser golpeados y asesinados.

Como un inmenso matadero, la modernidad funciona como si fuera una pirámide construida sobre un terreno frágil. Aquellos que están al tope de la pirámide, llenos de privilegios, a costa del esfuerzo, la humillación y la extinción de los que se encuentran en la base, no saben —o no quieren saber— que la inevitable destrucción es la misma para todos.

Tarde o temprano toda pirámide se derrumbará como un castillo de arena.

Así, no es suficiente la sustitución del maquinista, que promete, en nombre del progreso, acelerar aún más el tren de la historia moderna. Nada sería más temerario. Dentro de este modelo genocida, tampoco ayuda de nada disminuir o incluso acabar con las desigualdades sociales, en el plano humano, eliminando las jerarquías que hay dentro del tren porque es el tren mismo el que debe ser parado; es el modelo piramidal de sociedad el que debe ser revisado, a favor de un modelo horizontal, de desarme total de la especie humana, desarme de las armas de destrucción masiva, pero también desarme de las armas antropocéntricas, esa arma letal a través de la cual el humano se sobrepone, como si fuese superior a todos los demás seres del planeta; de las armas afectivas, en nombre de las cuales concentramos nuestra infinita expresividad, de y para amar, en los familiares y en los iguales, constituyendo lo que podría denominarse sociedad incestuosa, por no permitirse la mezcla, por jerarquizar el amor, amando más a los hijos, a los padres, al amante, volviéndonos indiferentes e impotentes para amar con la misma intensidad al desconocido, al extranjero, al diferente y al extraño, a los cuales, en primera y última instancia, no sólo evitamos, como ignoramos y odiamos, a fin de garantizar la felicidad de la sociedad de la intimidad, que es la sociedad de la misma genética, del mismo idioma, de la misma rama de conocimiento, de la misma profesión, etc.; de las armas de género, las de diversos calibres de modelos de macho, incluso con actualísimas versiones femininas; de las armas étnicas, en que, no obstante el blanco europeo siga siendo el modelo, otras etnias, con un individuo u otro, pueden de igual modo, como en un juego de máscaras, ocupar el liderazgo, desde que sea para continuar poniendo fuego a la leña de la energía colectiva del mundo, diezmándola; en fin, de las distintas formas de armas culturales, económicas, epistemológicas.

La hora es ahora:

La hora siempre es ahora, ayer y hoy, de liberarnos; de decir ¡basta! a las oligarquías económicas, mediáticas, étnicas, religiosas, sexuales y cognitivas, para inventarnos, rehaciendo colectivamente nuestro modo de vivir y convivir reforzando la interdependencia y la cooperación entre los vivientes, de mortal a mortal, creando la red sin fin de apoyo al presente y al futuro de la vida en la Tierra.

Necesitamos una civilización que proteja la vida y que, reconociendo nuestra mortalidad común, sirva al propósito de cultivar la delicada red de interdependencias e interaciones sociales, mentales y ambientales, las cuales, en conjunto, constituyen el escenario que garantice la coexistencia de las vidas en la Tierra.

Para esto, las personas presentes del futuro, proponemos estos absurdos:

1. Colaborar para fomentar una cultura de y para la paz, proponiendo un desarme total de la humanidad: un desarme bélico, afectivo, simbólico, epistemológico, cultural, etc., comenzando por las grandes potencias.

Estados Unidos, único país que cobardemente osó lanzar bombas atómicas contra otro país, debe ser el primero en desarmarse.

2. Todos los vivientes de este planeta somos mortales y estamos en el mismo barco, razón por la cual nadie es, bajo ningún punto de vista, superior a nada ni a nadie.

3. Revaluar permanentemente toda nuestra formación antropocéntrica, a través de la reinvención, igualmente permanente, de nuestra relación con los otros seres del planeta. Para eso, debemos partir de la premisa de que no somos, bajo hipótesis alguna, señores de la Tierra, y que nuestra racionalidad es una entre varias.

4. Colaborar para la historia de emergencia, en Brasil, en Colombia, en América Latina y en el mundo, del protagonismo popular, como la base fundamental de la verdadera transformación social, ambiental y mental.

5. Formar parte en red, como constituido y constituyente, de un vigoroso movimento popular, consciente de los desafios y de la consecuente necesidad de luchar por la ampliación de los derechos de los pueblos y de los seres no humanos: derecho a la diversidad informativa, cognitiva, económica, social, ambiental y mental.

6. Para que alcancemos un verdadero protagonismo popular, tenemos que hacerlo en el ámbito local, nacional, continental y planetario. Únicamente la acción en red, y visionaria, puede destronar a las oligarquías —de todo tipo, después de todo— que promueven una guerra incesante contra la biodiversidad, de y en el planeta, la biodiversidad ambiental, social y mental.

7. Proponer la constitución de una pluri-racionalidad, buscando estudiar e incorporar, como humanos, las más diversas racionalidades no humanas, principalmente aquellas que puedan reforzar nuestra dimensión común, de vivientes de un mismo planeta.
8. Si vivimos en el mismo planeta y somos igualmente mortales, es porque somos del mismo modo interdependientes, razón por la cual de aquí en adelante la interdependencia debe ser el eje de todas nuestras decisiones y logros.

9. Como resultado de la premisa anterior, nuestra referencia debe ser la necesidad de constituirnos como una subjetividad humana —ecología mental— que no entre en confrontación ni con la sociedad, de la cual forma parte, ni con el medio ambiente, del cual igualmente forma parte.

10. Nuestras tres dimensiones ecológicas, la ambiental, la social y la mental, deben coexistir en un horizonte de radical igualdad, de tal manera que una no comprometa el horizonte expresivo de la otra, sino que, por el contrario, lo enriquezca, lo dignifique y lo refuerce, colectivamente.

11. Como el modelo de producción capitalista —y el de la modernidad— no desarrolla la técnica ni la combinación del proceso social sino destruyendo al mismo tiempo las fuentes de las cuales emana toda riqueza —el trabajador, la biodiversidad, la tierra— el ecosocialismo debe no sólo ser crítico con este modelo de producción, sino principalmente esforzarse por superarlo.

12. La crisis actual no es actual, es de siempre, y tiene que ver con el movimento lineal, progresivo y antropocéntrico de las grandes civilizaciones humanas, razón por la cual debemos esforzarnos para frenar el tren de la historia humana, sustituyéndolo por lo que tiene de emergente, como sueño colectivo, en la expresividad cotidiana de la lucha por mejores condiciones de vida de los movimentos sociales existentes en todos los lugares del mundo.

13. Es indispensable que nos esforcemos por actuar en red, de tal suerte que lo mejor de nuestros esfuerzos individuales y colectivos no sólo converja para la cooperación, sino que igualmente busque traducir, en la práctica, una militancia común entre los más diversos movimentos sociales. Necesitamos un horizonte común de objetivos entrelazados, como el derecho inalienable de todos los pueblos a la soberanía alimentaria, así como el acceso al agua potable, la vivienda digna, la educación revolucionaria, siempre respetando y a la vez dilatando la interacción entre las tres ecologías, la social, la ambiental y la mental.

14. En estos momentos en los que la especulación financiera abrió las carnes del capitalismo, las organizaciones de izquierda, de todas las sensibilidades y corrientes, deberían convertirse en redes globales de denuncia y sus miembros y afiliados en los granos de arena que mostrasen a todos lo que realmente está ocurriendo, enseñasen a los ciudadanos lo que los bancos hicieron con su dinero, el apoyo que los bancos centrales y los gobierno prestaron a los especuladores multimillonarios que provocaron la crisis y, por último, que les ofreciesen las medidas alternativas que es necesario tomar sin demora para evitar que todo se vaya arruinando gradualmente.

15. Actuar en red a través de la formación de trans-conexiones entre movimientos sociales como el MST, la Vía Campesina, los movimientos femeninos, aquellos que igualmente colaboren para desapadrinar el modelo patriarcal-heterosexual de nuestras sociedades; los movimientos indígenas, afro-brasileños, los Movimientos de los Sin Medios, el Movimiento de los Sin Techo, los diversos movimientos de protección a los animales, Greenpeace, en fin, a través de la transconexión de los más diversos movimientos nacionales e internacionales, a fin de transformarlos en fuerza motriz para alcanzar los objetivos comunes-ecológicos de la vida, que son aquellos que no comprometen la interacción prometedora entre la ecología ambiental, la social y la mental.

16. Trabajar en red para desglobalizar el mundo, esto es, para constituir una civilización planetaria en la que la simple posibilidad de existencia de cualquier forma de multinacional, de oligopolio, de monopolio, sea un escándalo de lesa-vida en la Tierra.
17. Reforzar la necesidad de colaboración Sur-Sur, a través de la creación común, entre el sur pobre del planeta, de sistemas financieros que tengan la cooperación, y no el lucro, como referencia.

Como parte de esta colaboración Sur-Sur, proponemos:

a. El abandono de las instituciones creadas después de la II Guerra Mundial, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre otras.

b. La creación del Banco del Sur, que tenga como principio la cooperación, no el lucro.

c. De un sistema de comunicación que atienda las necesidades informativas, educacionales, culturales y estratégicas del sur pobre del planeta.

d. Creación de un sistema jurídico común que prohíba explicitamente la presencia de bases militares estadounidenses —o de cualquier otro país— en cualquier país que esté en diálogo cooperativo Sur-Sur, trabajando para que esta jurisprudencia sea planetaria.

e. Utilización de energías limpias y renovables, como la solar y la eólica, en un sistema de cooperación trans-sur, siempre abierto al diálogo, de igual a igual, con los países centrales de la modernidad occidental.

f. Buscar, con participación popular, salir del modelo extractivista y desarrollista de exportación de materia prima, que tiene marcada la historia de la periferia del sistema, por ser un modelo depredador del medio ambiente y especialmente nefasto para las poblaciones autóctonas, como son las civilizaciones y comunidades indígenas.

En cuanto al campo del trabajo y de la participación popular:

La división social del trabajo es el mayor obstáculo para la constitución de una sociedad nueva, ecosocialista, porque la división social del trabajo es la referencia orientadora para una serie indefinida de otras divisiones, como la del conocimiento, la cultural, la geográfica, la de género, la étnica, la del humano y no humano, y tantas otras.

A fin de superar la sociedad de la división social del trabajo, proponemos:
1. Emancipar el trabajo de las relaciones de sumisión o de esclavitud: producción de plusvalía, de máximo lucro, mercantilización, división social del trabajo.

2. Superación de la alienación política y laboral del trabajador por medio del ejercicio de la democracia directa (y no de una supuesta democracia participativa, en realidad dictablanda, negadora de todos los derechos sociales y políticos) y del desarrollo de nuevas formas de participación que derriben la división social del trabajo.

3. Absorber la sociedad política dentro de la sociedad civil, construyendo un nuevo nexo entre el Estado y el ciudadano común, por vía de la democracia directa, a través de un Estado Comunal o de una República de Consejos Comunales.

4. Construcción de una nueva hegemonía que permita superar la alienación consumista e hiperconsumista, el monopolio del conocimiento, la estética de la mercancía, lo que está implicado en la necesidad de una revolución cultural y en la construcción de una subjetividad revolucionaria.

5. Crítica al monopolio y a la jerarquía del conocimiento, que se materializa en la expertocracia o en las diversas modalidades tecnocráticas.

6. Cuestionamiento de la fragmentación del conocimiento, derivado de la formación de varias disciplinas y la especialización.

7. Dotar al trabajo manual de dignidad teórica, reivindicando el saber popular y propugnando por el diálogo entre saberes: en la conversación se construye el mundo.

Fuente: Rebelión

Temas: Ecología política

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