Más sobre México. Boletín N° 516 de la RALLT

Idioma Español
País México

"Desde que los transgénicos fueron introducidos comercialmente en Estados Unidos en 1996 –al 2012 solamente 10 países tienen el 98 por ciento del área global sembrada con transgénicos, una vasta mayoría de países no los permiten– sus promotores afirman que los transgénicos aumentan la producción. Pero sus afirmaciones no se cumplen y surgen todo el tiempo nuevas evidencias que lo demuestran. Crece el descontento de agricultores que pagan mucho más cara la semilla y no ven diferencia de rendimiento." Boletín N° 516 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos

RED POR UNA AMÉRICA LATINA

 

LIBRE DE TRANSGÉNICOS

 

BOLETÍN 516

 

MÁS SOBRE MÉXICO

 

Contenido:

 

MONOPOLIOS FILANTRÓPICOS

 

MÉXICO: EL MISTERIOSO Y VORAZ DRAGÓN MART DE CANCÚN DESTACADO

 

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MONOPOLIOS FILANTRÓPICOS

 

Silvia Ribeiro*

 

Desde que los transgénicos fueron introducidos comercialmente en Estados Unidos en 1996 –al 2012 solamente 10 países tienen el 98 por ciento del área global sembrada con transgénicos, una vasta mayoría de países no los permiten– sus promotores afirman que los transgénicos aumentan la producción. Pero sus afirmaciones no se cumplen y surgen todo el tiempo nuevas evidencias que lo demuestran. Crece el descontento de agricultores que pagan mucho más cara la semilla y no ven diferencia de rendimiento. Además, para dolor de cabeza de las empresas, a partir de 2015 empiezan a vencer las patentes de varios transgénicos (como la soya RR resistente a glifosato). Por todo ello, las trasnacionales –con ayuda de ricachones como Bill Gates y Carlos Slim– están trazando nuevas estrategias para no sólo mantener sus oligopolios, sino extender sus mercados, llamándolo filantropía.

 

Un nuevo artículo publicado en la revista científica Nature Biotechnology en febrero 2013, muestra que el maíz transgénico tiene casi siempre menor productividad. Investigadores de la Universidad de Wisconsin –(Guanming Shi, J. Chavas y J. Lauer), analizaron la productividad del maíz en ese estado por varias décadas y pese a que es evidente su simpatía por los transgénicos, concluyen que solamente dos eventos de maíz manipulado genéticamente mostraron un leve aumento de productividad, mientras que los demás maíces transgénicos produjeron menos que los híbridos. Cuando se trata de varios caracteres transgénicos combinados (por ejemplo maíz resistente a herbicida combinado con maíz Bt insecticida), encuentran que siempre hay menor productividad, lo que los autores atribuyen a una interacción negativa de los transgenes, pese a que supuestamente "deberían sumar sus características". Para equilibrar las malas noticias, señalan que sin embargo, los transgénicos muestran "mayor estabilidad". O sea, producen menos, pero siempre igual. Eso sí es ventaja ¿verdad?

 

Más allá de la ironía, esa interacción inesperada demuestra que los que construyen transgénicos no conocen realmente el espectro de consecuencias de la manipulación genética, algo que los científicos responsables han señalado repetidamente. La ingeniería genética es una "tecnología" con tantos factores desconocidos, que ni se debería llamar tal, ni debería haber salido nunca del laboratorio.

 

Pero no es necesario que una tecnología sea buena para que llegue a los mercados, alcanza con codiciosas empresas dispuestas a pagar lo necesario en mercadeo, o en corrupción y/o estrategias para controlar los mercados.

 

Un ejemplo de ello es que las mismas trasnacionales que controlan los transgénicos, controlan el mercado de semillas híbridas con mejor productividad, pero prefieren vender transgénicos porque están patentados. Así, la contaminación es detectable y eso les permite mayor dependencia del agricultor y un negocio adicional al demandar a los contaminados, por "uso ilegal" de sus genes patentados.

 

En Estados Unidos, Monsanto ha llevado a juicio a 410 agricultores y 56 pequeñas empresas agrícolas, según el informe Seed Giants vs. US farmers (Center for Food Safety, 2013). Las cifras son mucho mayores en acuerdos fuera de juicio, ya que al ganar Monsanto las demandas, ha sembrado el terror entre los agricultores, que prefieren pagar por fuera para ahorrar gastos de juicio. También DuPont-Pioneer ha establecido una "policía" genética, para tomar muestras en campos de agricultores a quienes demandar.

 

Pero inexorablemente, las patentes de muchos cultivos transgénicos vencerán en los próximos años, por lo que las empresas han diseñado estrategias para evitar perder el control de los mercados e incluso abrir nuevos, sobre todo en países del Sur y con campesinos de bajos recursos. Un nuevo informe del Grupo ETC (Gene Giants and Philanthrogopoly – www.etcgroup.org) da cuenta de estas maniobras.

 

La primer estrategia de las empresas es dejar de vender los transgénicos que tengan patentes con vencimiento cercano, colocando en el mercado otros prácticamente iguales, pero con algún mínimo cambio para hacer valer una nueva patente. Este es el caso de la soya RR2. Ya tomando medidas de fondo, han anunciado un acuerdo entre la mayoría de empresas que controlan el mercado transgénico, una especie de "pool" de transgénicos, alegando que es para dar "certeza a los agricultores" de que los cultivos cuya patente esté por vencer, se podrán seguir plantando en los países cuyas leyes de bioseguridad requieren nueva aprobación después de una cierta cantidad de años. La afirmación es altamente cínica, porque de lo que se trata no es de certeza ni de bioseguridad, sino de legalizar un cártel de empresas para aumentar el férreo control del mercado.

 

En ese contexto hay que colocar las declaraciones de Bill Gates y Carlos Slim, que junto al director del CIMMYT (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo) aseguraron recientemente que van a dar transgénicos a los campesinos pobres, por los que no tendrían que pagar la patente. Se trata de esos transgénicos cuya patente va a expirar y que las empresas sacarán de los mercados –salvo que encuentren cómo entrar a nuevos mercados. Es un caballo de Troya para invadir tierras campesinas con transgénicos, intentando que dejen sus propias semillas y se hagan dependientes de semillas corporativas. Aunque no den resultado, porque los transgénicos y los híbridos no crecen en tierras campesinas, irregulares, sin riego y sin agrotóxicos, estos paquetes podrían provocar un daño considerable a los campesinos y a su capacidad para alimentarse y seguir creando diversidad de semillas, especialmente frente al cambio climático. No se trata de filantropía, se trata de monopolios y voracidad corporativa.

La Jornada, México, 9 de marzo 2012

* Investigadora del Grupo ETC

 

Voces de resistencia

 

PERCY SCHMEISER, SIMBOLO DE LA LUCHA CONTRA LAS MULTINACIONALES DE SEMILLAS

“Los transgénicos están destruyendo el tejido social”

 

Es un pequeño granjero canadiense que enfrentó a la poderosa Monsanto, en un caso que llegó a la Corte Suprema de su país. Aquella batalla lo convirtió en un referente de los derechos de los agricultores independientes. Ahora recorre el mundo para advertir sobre los riesgos económicos, sociales y ambientales que implican las regulaciones de los organismos genéticamente modificados.

 

Por Verónica Engler

 

–¿Cómo empezó su lucha contra Monsanto?

 

–Mi esposa y yo éramos desarrolladores de semillas de canola (o colza, se cultiva para producir forraje, aceite vegetal para consumo humano y biodiésel). Hicimos investigación en este cultivo por más de cincuenta años. Y en 1998, dos años después de que introdujeran los transgénicos en Canadá, la empresa Monsanto inició una demanda en contra nuestro. Nos demandó por violación de patente, porque decían que nuestra canola era producto de sus semillas transgénicas. Fue una sorpresa para nosotros porque nunca compramos semillas genéticamente modificadas ni sabíamos de Monsanto. Lo que hizo famoso nuestro caso en todo el mundo fue el hecho de mostrar qué podía pasarle a un agricultor si su campo era contaminado con las semillas transgénicas. En ese momento el juez dictaminó que no importaba cómo se había producido la contaminación con las transgénicas, puede ser polinización cruzada, polinización por abejas, por semillas que ingresaron arrastradas por el viento o por el propio transporte de otros granjeros. Si sucede eso, entonces uno ya no es más dueño de sus semillas ni de sus plantas, por la ley de patentes. También en ese momento se dictaminó que no íbamos a poder usar nuestras semillas de nuevo por la contaminación que tenían y que nuestras ganancias por ese cultivo debían ir a Monsanto. Otra cuestión que dictaminó el juez es que el nivel de contaminación no era importante, da lo mismo que se tenga el uno o el noventa por ciento del campo contaminado, de todas formas, uno ya no es el dueño de sus plantas. La base de nuestra lucha fue por los derechos de los agricultores, para que cada uno tenga derecho a plantar sus semillas año tras año.

 

–¿Qué hicieron ante la demanda de Monsanto?

 

–Lo que más nos dolió es que todo el trabajo nuestro de cincuenta años con la semilla de canola ahora pertenecía completamente a Monsanto por la ley de patentes. Por eso decidimos seguir peleando, así que fuimos a la Corte de Apelación. Esta Corte federal mantuvo casi la misma posición, incluso Monsanto trató de detenernos de otras maneras. Nos demandaron nuevamente por un millón de dólares. Trataron de destruirnos financiera y mentalmente. Nos observaban cuando estábamos trabajando en el campo, venían a la salida del garaje de nuestra casa, a observar qué hacía mi esposa, mi esposa recibía llamadas telefónicas con amenazas y también les pasaba lo mismo a nuestros vecinos. Y aún hoy vivimos con temor. Entonces decidimos ir a la Corte Suprema. La Corte Suprema dijo que no teníamos que pagarle nada a Monsanto, pero que sí teníamos que pagar nuestros costes legales. Monsanto aceptó que nosotros no habíamos comprado semillas de ellos, pero sin embargo como nuestras plantas fueron contaminadas con sus semillas, se suponía que nosotros teníamos que pagarles la licencia por esas semillas. Si no-sotros hubiéramos tenido que pagar a Monsanto todo lo que querían, hubiéramos tenido que pagarlo con nuestra casa, nuestra tierra y todo nuestro equipamiento. Así que fue una victoria para nosotros escuchar a la Corte dictaminar que nosotros no teníamos que pagarle nada a Monsanto. Pero de todas formas, es muy difícil para un granjero poder luchar en la Corte contra una multinacional. Fue Monsanto el que nos demandó a nosotros y sin embargo tuvimos que hacernos cargo de los costes legales de esta demanda. Eso no fue justo para nosotros, porque Monsanto debería haber pagado también nuestros costes.

 

–¿Cuánto tuvieron que pagar y cómo afrontaron esos gastos?

 

–Los gastos fueron un poco más de 500 mil dólares. Lo pagamos con gran parte de nuestro fondo de jubilación, hipotecas sobre nuestras tierras y también recibimos donaciones de muchas personas de todo el mundo que están muy preocupadas por el tema de las patentes de semillas y sobre todo lo que concierne a nuestra alimentación.

 

–¿Cómo se contaminó su cultivo con las semillas transgénicas?

 

–Porque mis vecinos estaban utilizando semillas de Monsanto y al soplar el viento las traía a mi campo y lo contaminaban. Yo nunca utilicé las semillas de Monsanto ni el Roundup (el herbicida de Monsanto) en mi campo. Por eso presenté una contrademanda basada en la contaminación ambiental, destrucción de semillas y calumnia. Desde ese momento Monsanto nos espió y trató como a criminales. Detectives de Monsanto se instalaron cerca del campo y controlaban cada paso que daba. Lo primero que le dijimos a la Corte es que un agricultor tiene que tener el derecho a utilizar sus semillas año tras año. Para mi esposa y para mí lo más importante es que nadie, ningún individuo ni una corporación tienen derecho a patentar formas superiores de vida, sea un ave, una abeja o una planta.

 

–¿Qué sucedió luego de este episodio de la demanda de Monsanto?

 

–Nosotros pensamos en ese momento que habíamos acabado con Monsanto. Decidimos cambiar de cultivo y hacer investigación con mostaza, pero un tiempo después descubrimos que había plantas de canola en el campo en el que estábamos investigando, que era de cincuenta acres. Nosotros le avisamos a Monsanto que creíamos que había canola transgénica en nuestro campo de mostaza. Entonces Monsanto vino a nuestro campo e hizo algunas investigaciones. Después nos notificaron que sí había canola de semillas de Monsanto en nuestro campo de mostaza. Nos preguntaron qué queríamos que se hiciera. Les pedimos que toda esa canola fuera retirada manualmente. Monsanto estuvo de acuerdo. Dos días antes de que tuvieran que venir a quitar las plantas, nos enviaron una carta para que firmemos. Y en esa carta Monsanto establecía que ni mi esposa ni yo podíamos hablar sobre Monsanto nunca más con nadie. O sea que mi libertad de expresión quedaba anulada, y si hubiera aceptado no podría estar aquí hablando con usted.

 

–¿Qué le respondió?

 

–Les dijimos que muchas personas murieron en nuestro país por la libertad de expresión y que nosotros no pensábamos entregársela a una corporación. Así que le respondimos a Monsanto que con la ayuda de nuestros vecinos íbamos a remover esas plantas. Con ayuda de nuestros vecinos removimos todas las plantas por la contaminación y les pagamos 600 dólares. La verdad es que no fue mucho dinero por tres días de trabajo. Pero le mandamos la cuenta a Monsanto y Monsanto se rehusó a pagarla. Entonces mandamos a Monsanto a la Corte y, de esta manera, tuvimos a una multinacional millonaria en la Corte por 600 dólares. Puede imaginarse la vergüenza de Monsanto, una corporación internacional, asistiendo a la Corte por 600 dólares. Entonces, finalmente tuvieron que pagar los 600 dólares más los costes legales y llegamos a un arreglo de que no habría mordaza legal. Lo importante no fue el dinero que tuvieron que poner, obviamente, sino que es la consecuencia legal lo que vale. Porque si ahora el campo de cualquiera es contaminado, la empresa tiene que pagar por esa contaminación. Esta fue una victoria, no solamente para nosotros sino para los agricultores de todo el mundo, porque sienta un precedente en legal.

 

–Usted suele decir que en Canadá hay varios cultivos, entre ellos la canola, que ya son completamente transgénicos. ¿Por qué los granjeros canadienses optaron por este tipo de semillas patentadas?

 

–En 1996 fueron introducidas cuatro siembras transgénicas en Canadá: el algodón, el maíz, la canola y la soja. Y los granjeros se entusiasmaron porque Monsanto decía al principio que con las semillas de ellos íbamos a tener más producción, más ganancias, más nutrientes, e íbamos a tener que utilizar menos químicos para lograrlo. Pero sucedió todo lo contrario, estamos utilizando más químicos que antes, y hacen tanto daño a la salud humana como al medioambiente. También repitieron una serie de lugares comunes como que a través de estas semillas íbamos a alimentar a un mundo lleno de hambre. Pero creo que si hay algo que nos va a llevar a tener más hambre en el mundo, eso son los transgénicos. Nosotros en Canadá hemos tenido transgénicos por dieciséis años y creemos que el daño ya se hizo. Ahora hay que hacer lo que sea posible para no permitir que entren más transgénicos en nuestros países.

 

–¿Qué sucedió en los sembrados de canola transgénica que se extendieron en Canadá?

 

–Inmediatamente después de que se empezaron a utilizar estas semillas las ganancias empezaron a bajar. Pero lo peor fue el aumento masivo en el uso de los químicos, porque después de unos pocos años tuvimos una supermaleza que se desarrolló en los sembrados de canola. Para eliminar esta supermaleza, que es muy resistente, se requieren los tóxicos más potentes que se hayan conocido. Monsanto salió con un tóxico, el más tóxico que se conoce en la faz de la Tierra. Hay otro químico que es el 2,4-D, que están tratando de usar para matar esta supermaleza, y este nuevo tóxico contiene un 70 por ciento del agente naranja, el que fue usado en la guerra de Vietnam, con el que miles de personas murieron de cáncer. Estos son los químicos poderosos que estamos usando hoy en Canadá, tóxicos masivos. Otra cosa que han tratado de traer a Canadá es el gen terminator. Yo creo que ése es el peor asalto a la vida que se ha visto en la historia de la civilización. El gen terminator es puesto en un gen, la semilla se convierte en una planta, pero la planta produce una semilla que es estéril, así que no se puede usar para la nueva siembra, y eso hace que uno tenga que volver a comprar las semillas de la compañía.

 

–¿Qué implicancias tiene el uso de semillas transgénicas?

 

–Tenemos un tema económico, de salud por el aumento de uso de químicos y el veneno que traen desparramados los transgénicos, y un daño en el medioambiente por el uso de los químicos. Los transgénicos nunca fueron hechos para aumentar las ganancias. El patrón de los genes introducidos a las semillas por Monsanto se hicieron para mantener el control de la provisión de semillas y de alimentos en todo el mundo. También se toma el control del derecho que tiene el granjero de usar sus semillas, pierde su capacidad de elección y queda atado a tener que comprar las semillas todos los años y pagar un costo alto, además de que tienen que comprar más químicos.

 

–¿Cómo son las semillas que usted utiliza hoy, después de todo este proceso?

 

–Cambiamos de semillas, no trabajamos más con la canola, estamos trabajando con trigo, avena y porotos. En Canadá la soja y la canola son totalmente transgénicas, no se puede tener una granja orgánica de esos cultivos. Monsanto es hoy la compañía que maneja totalmente el mercado de las semillas para estos cultivos. Una vez que se introducen los transgénicos, no existe la coexistencia, el gen transgénico es un gen dominante, porque no se puede controlar el viento ni que el polen se traslade. Entonces, una vez que las semillas transgénicas son introducidas, no hay posibilidad de que un granjero continúe con un desarrollo propio de semillas.

 

–¿Cómo ve el futuro de la agricultura?

 

–Los transgénicos están destruyendo el tejido social del país, nunca vi algo así antes, los agricultores se enfrentan entre ellos. Antes nos ayudábamos unos a otros, ahora esto está desapareciendo porque hay desconfianza. Instalan el miedo haciendo demandas contra los agricultores. Esta nueva tecnología es ciencia perversa y no es ciencia comprobada. Las corporaciones quieren control total sobre las semillas, lo que les dará control total sobre el abastecimiento de alimentos, de esto se tratan los transgénicos y no de tener más alimentos para paliar el hambre en el mundo. Si los agricultores pierden el derecho a cultivar su propia semilla, se convierten en sirvientes de la tierra, regresando a la época del sistema feudal. En cierta forma los agricultores ya son sirvientes de la tierra, porque tienen que comprar las semillas de determinada compañía, tienen que comprar la licencia del alimento, tienen que comprar los químicos de la misma compañía, tienen que pagar un derecho para cultivar en su propia tierra, así que pienso que ya somos sirvientes en nuestra propia tierra por una corporación multinacional como Monsanto. De continuar la propagación de organismos modificados genéticamente, el control total del suministro de semillas y de alimentos del mundo estará en manos de corporaciones como Monsanto, y esto acarreará problemas para la salud, cuestiones ambientales y pérdida de biodiversidad. Con los organismos genéticamente modificados ya no habrá agricultura sino agronegocios.

 

Página 12

 

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MÉXICO: EL MISTERIOSO Y VORAZ DRAGÓN MART DE CANCÚN DESTACADO

 

Por Jenaro Villamil

 

Domingo, 06 de Enero de 2013

 

Reportaje publicado en la edición No. 1888 de Proceso

 

PUERTO MORELOS, Quintana Roo.-A 19 kilómetros de la zona hotelera de Cancún, sobre la llamada “carretera de la muerte” que une a este centro turístico con Tulum, un misterioso terreno denominado El Tucán será el asiento del complejo Dragon Mart, considerado el segundo más grande del mundo, después del construido en 2004 en el emirato árabe de Dubai, el mayor mercado de productos chinos fuera del territorio del país asiático.

 

Desde una vista aérea, en el predio de 561 hectáreas sólo se observa una plancha que ha sido chapeada y deforestada, en espera de que inicie la construcción de este coloso que ha generado una polémica nacional, a raíz de la oposición de las cámaras empresariales de industriales, como Concamin y Canacintra, grupos defensores del medio ambiente y, en general, los sectores económicos que se sienten amenazados por la llegada del gigante asiático.

 

La disputa por el proyecto del Dragon Mart no sólo se trata de la venta y almacenamiento de productos chinos para América Latina. Se ha convertido en un claro enfrentamiento entre empresarios cercanos al presidente Enrique Peña Nieto, como Francisco Funtanet, dirigente de Canacintra, opositor al proyecto, y sus promotores, empresarios vinculados a negocios de la familia de Vicente Fox y apoyados por los mandatarios priistas de Quintana Roo, Félix González Canto y Roberto Borge.

 

En el fondo, otros especialistas consultados consideran hay una disputa por la apropiación de los recursos naturales y las materias primas en una entidad como Quintana Roo que ha sido saqueada durante décadas, en especial, a partir de la expansión de los centros turísticos como Cancún, Riviera Maya y Tulum. Las inversiones chinas se han caracterizado en Africa, las repúblicas ex soviéticas de Asia Central y en Sudamérica por su interés en la explotación intensiva de materias primas.

 

“Detrás del Dragon Mart existe también un proyecto de extracción de recursos naturales como son la madera, el material pétreo y quizá la producción de soya transgénica en Quintana Roo”, argumenta Alejandra Serrano, abogada del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).

 

Quintana Roo es una de las 7 entidades en las que se autorizó la siembra de soya transgénica, producto considerado nocivo en Europa porque usa fertilizantes que afectan a otras actividades como la apicultura, clave en este territorio.

 

El vocero y representante legal de la compañía inmobiliaria Real Estate Dragon Mart, Juan Carlos López Rodríguez, ha negado una y otra vez que el proyecto constituya una amenaza para los industriales mexicanos, considera “calumniosas y absurdas” las acusaciones, afirma que el “90 por ciento son accionistas mexicanos” y sólo el 10 por ciento es capital chino, aunque originalmente se habló, en marzo de 2011, de una inversión china mayor al 40 por ciento.

 

Los vínculos de López Rodríguez son claros con el entorno foxista. Fue señalado como uno de los operadores de Manuel Bibriesca Sahagún cuando tenía el 45 por ciento de las acciones de Logistic Free Trade Zone, empresa creada por el hijo de Marta Sahagún y que se benefició de la privatización de las aduanas mexicanas durante el sexenio foxista.

 

López Rodríguez representó también a la Suiza Societé General de Surveillance (SGS), que obtuvo en 2005 la operación para el Recinto Fiscalizado Estratégico de San Luis Potosí. Se le acusó de irregularidades entre 8 y 12 millones de dólares por la revisión de productos extranjeros, principalmente chinos, más baratos que los reportados oficialmente (ver Proceso, Nos. 1475, 1470, 1510).

 

También amenazó a la ambientalista Alejandra Serrano, a quien acusó en una carta dirigida al CEMDA de haber diseñado “una estrategia legal, política y de comunicación tendiente a difamar y desprestigiar” a Dragon Mart.

 

En vísperas de que el Congreso de la Unión aprobara un punto de acuerdo contra Dragon Mart, López Rodríguez volvió a ofrecer una conferencia de prensa, el 3 de enero pasado. Acusó a los legisladores del PRD, PAN y PRI que apoyaron el punto de acuerdo de ser servir “a intereses económicos creados alrededor de una economía poco competitiva”.

 

El punto de acuerdo fue promovido por la diputada federal del PRD, Graciela Saldaña Freire, quien pidió la cancelación definitiva del proyecto. La legisladora y ambientalista de Cancún argumentó que “la operación de este clúster implicaría prácticas de dumping y comercio desleal”, así como “severas violaciones a la normatividad local y federal” en materia de desarrollo ambiental y urbano.

 

En menos de una semana, la propuesta se dictaminó en la Comisión Permanente del Congreso mexicano. El 3 de enero, con el respaldo de todos los partidos políticos, incluyendo el PRI, se aprobó un punto de acuerdo para solicitarle a las instancias federales, estatales y municipales información suficiente sobre los alcances de este proyecto.

 

En la discusión, el diputado federal Rodrigo González Barrios, advirtió que el proyecto contempla la excavación de 4.5 metros de profundidad en 58 hectáreas, “equivalente a cuatro veces más que la Alameda Central del Distrito Federal”, para extraer 2.6 millones de metros cúbicos de material pétreo.

 

Incluso, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el priista Francisco Arroyo Vieyra, haciendo eco de las críticas y quejas de los productores de calzado de Guanajuato y de los empresarios textileros, expresó su preocupación “por el ingreso de mercancías de oriente que tienen bajo precio”.

 

Máxima Opacidad

 

Los legisladores y activistas consultados coincidieron en que no existe información clara de un proyecto que, desde su origen, se ha caracterizado por su opacidad, por la falta de rendición de cuentas y por las versiones contradictorias de sus propios promotores, tanto en el porcentaje real de la inversión china, como en los alcances e impactos ambientales del proyecto.

 

“Estamos en el limbo en materia de transparencia en Quintana Roo. Nosotros le pedimos a la Secretaría de Medio Ambiente local que convocara a una consulta pública antes de que aprobaran la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), a favor de Dragon Mart. Nos la negaron, argumentando que no teníamos interés jurídico. Es la primera vez que nos niegan una consulta”, afirmó Alejandra Serrano, del CEMDA.

 

Serrano y la diputada federal Saldaña Freire coincidieron en que la manifestación impacto ambiental debió ser autorizada por la secretaría federal, la Semernat y no sólo por las autoridades locales, ya que estas obras se realizarán frente a una zona federal como es el mar Caribe y afectará el manto freático de la región de Puerto Morelos.

 

El 28 de septiembre del 2012 el Instituto de Impacto y Riesgo Ambiental de Quintana Roo (INIRAQroo) autorizó la “construcción y operación del Centro Comercial Dragon Mart Cancún y obras asociadas” que ya se presentó como un proyecto de “desarrollo comercial turístico” y no como un proyecto de redistribución de mercancías de origen chino.

 

El proyecto aprobado incluye la edificación de 3 mil 40 locales comerciales de 25 metros cuadrados cada uno para que los visitantes puedan “conocer y adquirir mercancías” en un total de 127 mil metros cuadrados; 12 locales comerciales sobre espejos de agua artificiales para cafeterías, restaurantes y tiendas de conveniencia; un total de 20 bodegas de 5,400 metros cuadrados cada una en una superficie total de 5 mil 403 metros cuadrados; la construcción de 722 viviendas de dos niveles, entre 100 y 150 metros cuadrados, para trabajadores de origen chino.

 

De acuerdo con la autorización, firmada por Juan Pablo Ortega Ceballos, director general del INIRAQroo, sólo el 2 por ciento de las 561 hectáreas serán para áreas verdes, 8 por ciento para reforestar, mientras que el 12 por ciento será para bodegas, 8 por ciento para el centro comercial y 5 por ciento de viviendas.

 

Un oficio del 19 de diciembre de 2012, dirigido a la diputada Saldaña Fraire y firmado por el subsecretario de Gestión para la Protección Ambiental de la Semernat, Rafael Pacchiano Alamán, advierte que en esta dependencia federal “no se tiene proyecto alguno” bajo el nombre de Dragon Mart Cancún y “tampoco existe alguna solicitud que se hubiese presentado para llevar a cabo cualquier obra y actividad relacionada con el proyecto”

 

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UN INFORME DE EXPERTOS MUESTRA UNA CAÍDA DEL 59% DE MARIPOSAS MONARCA EN UNA RESERVA DE MEXICO

 

CIUDAD DE MÉXICO - El número de mariposas monarca que migran a su refugio de invierno en México cayó un 59% este año, el nivel más bajo desde que se empezaron a hacer registros de estas mariposas hace 20 años.

 

Era el tercer año consecutivo de caídas para las mariposas de color naranja y negro que emigran desde los Estados Unidos y Canadá para pasar el invierno refugiados en los bosques de abetos en las cimas de las montañas en el centro de México. Seis de los últimos siete años han mostrado caídas de estos invertebrados, por lo que ahora hay sólo una 1/5 parte de las mariposas que había en 1997.

 

La disminución de la población Monarcas ahora marca una tendencia estadística de largo plazo y ya no puede ser visto como una combinación de eventos anuales o estacionales, dijeron los expertos.

 

El World Wildlife Fund, uno de los grupos que patrocinaron el censo de mariposa, culpó a las condiciones climáticas y prácticas agrícolas, especialmente el uso de pesticidas que matan al algodoncillo, la fuente de alimento principal de la mariposa.

 

La pérdida de algodoncillo (una hierba perenne de la que se alimenta la mariposa) hace que sea difícil para las mariposas poner sus huevos y para las crías encontrar comida suficiente para crecer hasta llegar a la madurez. Además, el clima inusualmente cálido o seco puede matar a los huevos, lo que significa un menor número de mariposas adultas. Para las mariposas que llegan a la edad adulta, el frío inusual, la falta de agua y la reducción de la cubierta forestal en México hace que sean menos propensas a sobrevivir el invierno.

 

Lincoln Brower, un entomólogo principal en Sweet Briar College en Virginia, dijo que el informe sobre la disminución de las mariposas monarcas en su lugar de residencia de invierno en México es de “mal agüero”, y añadió que es engañoso culpar esta disminución solo a lo que está ocurriendo en el norte de México (como la deforestación de algunos bosques). “El uso de herbicidas en campos de soja y maíz que matan al algodoncillo es un problema serio, pero la disminución histórica en los últimos 19 años, tiene múltiples causas” dijo Brower.

 

Por otro lado, Chip Taylor, director del grupo de Vigilancia conservación Monarca en la Universidad de Kansas y Omar Vidal, jefe de operaciones del grupo fauna de México dijeron que la caída de la monarca se debe al aumento explosivo de las tierras agrícolas en Estados Unidos plantadas con soja y maíz genéticamente modificados para tolerar herbicidas.

 

El cinturón de maíz del Medio Oeste americano es una zona de alimentación importante para las monarcas, donde crece el algodoncillo. Esta zona está cada vez cubierta por millones de hectáreas de soja y maíz. Pero la expansión de los cultivos tolerantes a herbicidas ha hecho que los agricultores acaben con el algodoncillo, y con ella gran parte del suministro del alimento de las mariposas.

 

"Ese hábitat está prácticamente desaparecido. Hemos perdido más de 120 millones de acres, y probablemente más cercano a 150 millones de hectáreas ", dijo Taylor.

 

Una rápida expansión de las tierras agrícolas - más de 25 millones de hectáreas nuevas en Estados Unidos desde 2007 - ha devorado los pastizales y las reservas de conservación que suministran las monarcas con algodoncillo, dijo.

 

La migración de la mariposa monarca es considerado como una maravilla natural y, para México, una gran atracción turística. Pero los naturalistas consideran a estas mariposas como un indicador de la salud de la cadena alimentaria. Menos mariposas probablemente significa que también están desapareciendo otros insectos que son alimento para las aves, y menos aves significa menos alimentos para los grandes depredadores.

 

Fuentes: The Washington Post, EE.UU.

 

The Associated Press, EE.UU.

 

13 de marzo 2013

 

MONARCH MIGRATION PLUNGES TO LOWEST LEVEL IN DECADES

 

Michael Wines

 

The New York Times, USA

 

RALLT

Temas: Transgénicos

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