Ni el extractivismo ni la marea roja: el capitalismo global es la catástrofe de Chiloé

Idioma Español
País Chile

Para explicarse la actual crisis socio-ambiental en Chiloé hay que entender que un mismo efecto puede tener varias causas, que esa variedad de causas pueden retroalimentarse produciendo sinergias, causas gatillantes y latentes y que el complejo causal, a su vez, puede tener una causa común. Voy adelantar el final del cuento: los créditos de la catástrofe se los lleva principalmente el capitalismo global.

Este tipo de respuestas impacientan al oportunismo que -como señalaba Lenin- se caracteriza por no saber esperar, buscando siempre la línea de menor resistencia. Pero es la respuesta que hay que dar si es que pretendemos dejar de aplicar paliativos para poder apalear de una vez al vampiro que se alimenta del trabajo vivo y destruye la naturaleza. El protagonista invisible de esta catástrofe ha operado a través de dos secuaces visibles: el calentamiento global y la industria salmonera. Analizaremos cómo estos personeros del capital operan por separado y en conjunto.

Como ha señalado el Colegio de Biólogos Marinos[1] el calentamiento global ha producido aumento de las temperaturas oceánicas, acidificación del agua, eutrofización de aguas interiores y en el año 2015 y 2016 un fenómeno del niño exacerbado que la NASA ha denominado ‘Godzilla’. La intensidad del fenómeno del niño ha aumentado la temperatura de las costas del pacífico en 3°, lo cual disminuye el oxígeno disponible y afecta la supervivencia de las especies de agua fría que habitan las costas de Chile. Este aumento de la temperatura habría sido un factor gatillante de una floración excesiva de la microalga del tipo Chattonella spp., en la región de los lagos y Aysén en enero y febrero del 2016. Esta microalga fue la responsable de la muerte de los peces silvestres y salmones en cultivo en ese período, ya que consumió el oxígeno disponible, produciendo una condición anaeróbica que mató por anoxia en los peces, además de ser tóxica para estos. Por otra parte, esta microalga malogró el funcionamiento mecánico del sistema respiratorio de los peces. Posteriormente en abril, las mismas causas climáticas globales habrían gatillado el florecimiento excesivo de la microalga Alexandrium Catenella, la cual produce la marea roja. Esta alga no mata a los mariscos, sino que introduce en ellos una toxina que no se erradica por su cocción y que se denomina Veneno Paralizante de los Mariscos (VPM).[2] Ambos florecimientos de microalgas han reducido drásticamente los recursos marinos de los que viven los pescadores, mariscadores y la población chilota, produciendo la crisis socioambiental que hoy vive Chiloé.

Pero hay otro responsable de la situación de los chilotes: la industria salmonera. Aún si no hubiera una relación causal entre el vertimiento de cerca de 5.000 toneladas de salmones en estado de descomposición y la actual destrucción de la fauna marina, esta industria tiene responsabilidad en la crisis socioambiental de Chiloé. Como ha señalado Nayadeth Arriagada[3], hay investigaciones que muestran que los desechos orgánicos producidos por la industria salmonera (como fecas y alimentos no digeridos) genera el desarrollo de bacterias que consumen el oxígeno que requiere la fauna marina para vivir. La industria salmonera chilena produce cerca de 40 kilos de salmón por cada metro cúbico de agua, siendo lo que recomienda SERNAPESCA 15 kilos y por cada 1000 kilos de salmónidos produce cerca de 800 kilos de desechos, de manera que los desechos arrojados contribuyen a la condición anaeróbica de distintas zonas del mar chileno en donde la posibilidad de vida marina disminuye.

Por otro lado, la industria salmonera ha generado una creciente eutrofización en la región de los lagos y Aysén. La eutrofización significa un aumento de los nutrientes que hace crecer la biomasa pero disminuye la biodiversidad. El principal limitante para la producción de mareas rojas y otras Floraciones de Algas Nocivas es la cantidad de nutrientes disponible en el mar, sobre todo el nitrógeno en agua salada. Este nitrógeno ha sido aportado principalmente por el alimento usado en la industria salmonera. Por ello, como señala Héctor Kol “NO ES SUFICIENTE la variable climática para iniciar un Bloom [florecimiento] de algas….hacen falta nutrientes. Y la industria salmonera los aporta con creces: un kilo de alimento para salmones aporta en Nitrógeno total la misma cantidad que las aguas servidas propias de 15 personas.”[4] La tesis de Kol es que el fenómeno del niño exacerbado fue un gatillante para la mega floración que ha producido la condición anaeróbica en el mar y que ha matado peces, mariscos y crustáceos, pero la causa latente es la eutrofización o acumulación de nutrientes producidos por décadas de desarrollo de la industria salmonera a un ritmo indiscriminado. Esta situación de carencia de oxígeno y florecimiento de algas nocivas que ha aniquilado la fauna marina chilota ha dejado sin sustento a los pescadores y recolectores.

Pero la industria salmonera, al utilizar -según Arriagada- entre 5 y 10 kilos de peces silvestres para producir un kilo de salmón, también deja por esta vía sin sustento a los pescadores, los cuales ante esta miseria marina han buscado trabajo en la misma industria salmonera que hoy, en plena crisis, los arroja nuevamente al desempleo. Por último, el uso excesivo de antibióticos por parte de las salmoneras ha generado genes de resistencia a los antibióticos en los salmones, los cuales también se han desarrollado en los peces silvestres cercanos a las salmoneras. Mediante el consumo del salmón y la exposición de los trabajadores salmoneros esta resistencia se puede transmitir al ser humano, haciendo -según Arriagada- que las infecciones causadas por bacterias resistentes a los antibióticos produzcan 2,5 veces más mortandad que la producida por una bacteria no resistente y aumentando los días de hospitalización en un 30%.

De este modo, incluso si el vertimiento de 5.000 toneladas de pescados en estado de descomposición no es lo que causó la varazón de mariscos y la muerte de peces actual, la industria salmonera ha cultivado las condiciones latentes para que el fenómeno del niño godzilla gatillara una mega floración de microalgas. Por otra parte, en el caso de que efectivamente el vertimiento de los pescados hubiera contribuído a la actual varazón y muerte de la fauna marina, lo que observamos es una relación sinergética entre la depredación producida por la industria salmonera y el cambio climático: el cambio climático que ha exacerbado el fenómeno del niño habría gatillado el florecimiento excesivo de microalgas Chattonella spp., en enero y febrero, matando a los salmones en cultivo. Este acontecimiento, sumado a la displicencia de la industria salmonera por todo lo que no aumente sus ganancias y la complicidad del Estado de Chile con este nicho capitalista, ha hecho posible el vertimiento masivo de salmones en estado de descomposición. Y existen motivos para creer que estos desechos han al menos contribuído a la varazón de mariscos producida a finales de abril, puesto que las microalgas que producen la marea roja normalmente no matan a los mariscos que asimilan sus toxinas.

Tenemos, pues, que tanto el calentamiento global como la industria salmonera, por cadenas causales independientes y cruzadas, son los responsables del actual desastre socioambiental en Chiloé. Pero la paternidad de ambos factores destructores de la sociedad y de la naturaleza le corresponde al capitalismo global. Por una parte, el capitalismo global en todas sus versiones, desde China a EE.UU pasando por Europa y los países en desarrollo, tiene al mundo en el borde de una catástrofe climática global. La variación y mortandad de la fauna marina es sólo una de las expresiones de esta inminente catástrofe, uno de cuyos ensayos hoy se realiza en Chiloé. Por otra parte, la industria salmonera es producto del desarrollo capitalista que busca nichos de acumulación, produciendo condiciones laborales miserables, inestables y devastando la naturaleza en complicidad con el Estado. De este modo, hay una vuelta larga y una vuelta corta para llegar a una misma causa central: un modo de producción en donde la racionalidad local maximizadora de ganancias produce una irracionalidad global maximizadora de catástrofes.

La lucha hoy debe también recorrer ambos trayectos. La izquierda que enfatiza sólo la responsabilidad de la industria salmonera y desconoce el rol causal del cambio climático, comete un grave error. Ese error se convierte en complicidad con el orden actual cuando no se ve en el capitalismo mundial la causa del desarrollo de la industria salmonera, sino que en una supuesta versión perversa del capitalismo (el “extractivismo” o el “neoliberalismo”). Con ello esta izquierda sugiere que habrían versiones benignas del capitalismo que no hubieran provocado la crisis socioambiental en Chiloé, nutriendo ilusiones sobre las que florecerán nuevas catástrofes. Pero por otro lado, hay quienes -como Adolfo Velásquez, responsable de la declaración del Colegio de Biólogos Marinos y director de una consultora que produce informes para salmoneras- atribuyen toda responsabilidad al cambio climático exculpando a las salmoneras. Con ello, producen argumentos para apaciguar la lucha que los chilotes hoy dan en la isla y que ha reconocido, correctamente, a la industria salmonera como un enemigo al cual atacar con todas su fuerzas. Frente a ambas unilateralidades, es necesario recalcar que de la lucha que hoy se da contra las causas inmediatas y locales debe ir naciendo una lucha que sea la tumba del capitalismo global, si no queremos que éste se convierta en la tumba de la humanidad.

Por Lucás Miranda

Notas

[1] http://www.latercera.com/...

[2] http://www.labtox.cl/...

[3] https://www.academia.edu/...

[4] https://aquiaysen.wordpress.com/…

Fuente: Rebelión

Temas: Pesca

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