Pandemia: capitalismo y crisis ecosocial

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"La experiencia global de la pandemia provocada por el virus SARSCoV-2 refleja las formas de desigualdad que el modelo de acumulación capitalista ha venido instaurando entre comunidades, países y personas, así como entre la humanidad y la naturaleza. Múltiples llamados se han hecho para contener los efectos destructivos del capital sobre los pueblos y la biosfera, consecuencias de gran calado que hoy han llegado a una de sus máximas expresiones mediante la transformación radical de instituciones que hasta ayer eran consideradas infranqueables. La salud que otrora habría de curarnos, se antoja insuficiente para hacer frente a las olas y rebrotes virales".

"Pero lo importante es que hay que estar avizores de cualquier señal de peligro. No se trata entonces de advertir el peligro cuando ya está presente, sino de mirar los indicios, valorarlos, interpretarlos, en suma, pensarlos críticamente. Por ejemplo: esos nubarrones en el horizonte, ¿significan que viene una lluvia pasajera, cuál es su intensidad, se dirige hacia acá o se aleja? ¿O se trata de algo más grande, más terrible, más destructivo? Si es así, habrá que alertar a tod@s de la inminencia de… La Tormenta. Bueno, el asunto es que lo que nosotros, nosotras, zapatistas, miramos y escuchamos es que viene una catástrofe en todos los sentidos, una tormenta"

                                          La Tormenta, el Centinela y el Síndrome del Vigía, SupGaleano / EZLN

A lo largo de algunos años hemos mantenido un diálogo fluido, alimentado por la inquietud, indignación y rabia ante distintos eventos que vemos en el mundo. Desde nuestra mirada, estos eventos de violencia, despojo e injusticia no son aislados, sino que son manifestaciones de algo más grande y, por tanto más grave. Fenómenos como el resurgimiento de partidos y movimientos de derecha con tendencias fascistas, la estrecha interrelación entre el Estado y el capital, la profunda devastación ecológica, la proliferación de guerras de distintas escalas e intensidades, el sadismo de la violencia patriarcal, el desplazamiento forzado de poblaciones en el sur global, a la vez que las recurrentes oleadas de protestas y la multiplicación de procesos organizativos y de resistencias a lo largo del globo, los leemos como síntomas de lo que consideramos un colapso civilizatorio, una gran crisis del sistema capitalista o, en palabras zapatistas, una gran tormenta.

Entendemos la emergencia ecosanitaria que experimentamos hoy como una expresión del derrumbe de la civilización moderna. Dicho desplome, se ha señalado desde muchas miradas y experiencias a nivel planetario, no es necesariamente un momento preciso en el correr del tiempo, sino un cúmulo de acontecimientos que indican una transformación sustancial de la vida. Pensamos que esa debacle no ha llegado de forma definitiva y que la contingencia sanitaria global es acaso una erupción, un sarpullido –valga la analogía– de una patología mayor.

La experiencia global de la pandemia provocada por el virus SARSCoV-2 refleja las formas de desigualdad que el modelo de acumulación capitalista ha venido instaurando entre comunidades, países y personas, así como entre la humanidad y la naturaleza. Múltiples llamados se han hecho para contener los efectos destructivos del capital sobre los pueblos y la biosfera, consecuencias de gran calado que hoy han llegado a una de sus máximas expresiones mediante la transformación radical de instituciones que hasta ayer eran consideradas infranqueables. La salud que otrora habría de curarnos, se antoja insuficiente para hacer frente a las olas y rebrotes virales. El Estado providencia que había sido desmantelado desde finales del siglo XX, hoy regresa al debate en forma de tecnocracia reorganizada, arrepentida.

La pandemia de covid-19 provocó juicios fugaces y de corta mirada que omitían la multicausalidad de los acontecimientos. De acuerdo con esas primeras explicaciones, los desastres de la pandemia tendrían que ver con hábitos de consumo exóticos, de nuevo, originados en aquellos lugares más alejados y poco controlados por la higiene moderna. Sin embargo, en medio del desastre y con mayor tiempo para la reflexión después del primer estruendo, se hacía evidente la recurrencia del fenómeno, aunque nunca con la misma fuerza en la historia reciente. La memoria hizo un llamado de justicia. De las miradas que responsabilizaron el consumo de sociedades orientales rebeldes al progreso de Occidente, se transitó hacia explicaciones sobre las condiciones en las que el modelo de acumulación vigente se produce y reproduce.

Y es que el capital y sus circuitos tienden, como bien decía Marx, a destruir los factores de su propia existencia: personas y naturaleza. Más allá de ciertos límites de crecimiento perpetuo la civilización moderna desgasta sus propios cimientos: instituciones, mercados, formas de organización y necesidades. La zoonosis, proceso por el que el virus SARS-CoV-2 “saltó” a la especie humana, se reveló como un efecto de la destrucción de ecosistemas, resultado de la necesidad de satisfacer a un modelo urbanoindustrial en pleno crecimiento.

Es así que esta pandemia encontró un desencadenante en una crisis ecosocial de mayor profundidad, en la cual la relación de expoliación con el medio tiene un efecto rebote sobre las sociedades que, recursivamente, transgreden delicados equilibrios naturales. Ante la pandemia, como frente al colapso ecológico en curso, los pueblos se enfrentan con el eco de su historia.

Esta situación de contingencia global ha alentado a muchas personas a generar interpretaciones, indagar en las causas y a especular posibles escenarios. Nos parece que la producción y puesta en circulación de todos estos análisis de manera casi simultánea es también una expresión de la pandemia: pocas veces, en la historia de la humanidad, tantas personas desde distintos ámbitos, diferentes condiciones y distantes geografías se han puesto a pensar, escribir y debatir sobre el mismo fenómeno.

La forma y los medios que estas ideas han adoptado para circular son también sintomáticos del colapso, pues nuestras vías para romper el aislamiento físico al que la pandemia nos ha orillado son, paradójicamente, las mismas rutas de interconexión que el virus ha utilizado para desbordarse alrededor del globo. Si pudiéramos trazar en un mapa los principales nodos de producción y emisión de estos análisis, sus perspectivas y contenidos, la predominancia que tienen unos sobre otros, la velocidad y dirección de su flujo, incluso los puertos bloqueados o puntos ciegos dentro del entramado, tendríamos como resultado una radiografía del mundo segmentado entre clases, “razas”, etnias, sexos, géneros y edades.

Atentos a estas condiciones hemos leído, interpretado y discutido de manera intensa muchos de los textos/análisis generados al calor de la pandemia. A nuestro parecer muchos de ellos son de corta mira, como si juzgaran el todo a partir de la pequeña parte de tiempo que la contingencia sanitaria representa. Otros son sólo apurados, especulativos, con poco sustento o incluso llenos de falacias y torpezas intelectuales. Distinguimos también entre ellos las distintas perspectivas teóricas e, incluso, las diversas apuestas políticas que los motivan. Al final, hemos encontrado en todas estas características señales que abonan a nuestra propia lectura de la situación.

Por supuesto nos damos cuenta que nuestro ejercicio no es único, sino que hay más personas y colectivos mirando, pensando e indagando la situación. Algunos de estos esfuerzos se han concretado en compilaciones de análisis/textos, bajo el formato libro. Aunque los hemos recibido con entusiasmo y agradecido, coincidimos que algunos de ellos no tienen un hilo conductor real mientras que otros parecen responder a una suerte de efectismo coyuntural más que a una propuesta formal de interpretación.

Ante esto pensamos importante realizar un ejercicio editorial propio para mirar e intentar explicar la situación actual, reconocer su genealogía e intuir tendencias, comprendiéndola como un síntoma o expresión del fenómeno sistémico que hemos planteado antes. Entre tantos textos leídos nos dimos a la tarea de reunir aquellos que, a nuestro parecer, desde numerosas disciplinas de las ciencias sociales y naturales, pero siempre desde un posicionamiento crítico, aportan claves para una interpretación profunda y de largo alcance, señalando además tendencias y escenarios posibles. Como pensaba Foucault, un autor es aquel que retoma ideas que ya rondan, les da orden y las pone en circulación como un nuevo discurso. La intención de este libro/discurso es compartir y poner a debate una mirada sobre el colapso que enfrentamos a partir de las señales que esta pandemia nos arroja.  

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Fuente: Tsunun

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