Problemas de la filantropía  - Boletín #855 de la RALLT 

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Foto del sitio: Yahoo Finance

Las donaciones caritativas son una de las pocas cosas en el mundo que parecen ser completamente buenas. La filantropía, a menudo caracterizada como una acción privada por el bien público, parece ganar el significado original del término: amor a la humanidad. ¿Cuál podría ser un mejor ejemplo de virtud?

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Boletín 855

Por Sally Haslanger 

Al comprar instituciones académicas, científicas y culturales, los ricos han socavado silenciosamente la democracia.

No hay duda de que las personas que donan a causas dignas brindan un alivio importante a las fallas de los estados para promover justicia y bienestar. La filantropía también puede proporcionar un apoyo clave a los movimientos de resistencia. Sin embargo, dado que fundaciones ricas como la Fundación Gates y Gates Trust poseen activos que superan a muchos países, hay motivos para preocuparse por la importancia política de la filantropía a gran escala.

La filantropía a gran escala es un ejercicio de poder que es fundamentalmente antidemocrático. Dado que las donaciones caritativas aportan beneficios fiscales, la filantropía a gran escala puede socavar la voluntad de la gente a favor de los propios valores del donante. De hecho, los contribuyentes subvencionan la libertad de los ricos para que realicen su propia visión de lo que es bueno y, al mismo tiempo, privan a los programas elegidos democráticamente a través de fondos públicos.

La estructura de la filantropía en todo el mundo es, cada vez más, una manifestación de plutocracia: el gobierno de los ricos. Recompensar la filantropía a gran escala a través de desgravaciones fiscales y otros subsidios, les da a los ricos incluso más poder del que ya les brinda su riqueza, para crear una sociedad que promueve sus intereses a expensas de los demás.

De hecho, el declive de la democracia y el aumento de grandes disparidades de riqueza, produce un efecto de bucle: a través de la financiación de campañas políticas y el cabildeo legislativo, junto con la gestión de los medios de comunicación de la opinión pública, los ricos pueden influir en el gobierno para proteger las instituciones y las prácticas que les permiten acumular aún mayor riqueza. La riqueza engendra poder y el poder engendra riqueza.

No toda la filantropía a gran escala es igual. Las donaciones para las artes, la investigación, la educación y el alivio de la pobreza parecerían ser formas más benignas de generosidad. Sin embargo, deberíamos dudar antes de sacar conclusiones generales. Consideremos el papel de la filantropía en el mundo académico.

Con el declive del apoyo gubernamental de los Estados Unidos a la educación superior, los colegios y universidades dependen cada vez más de los grandes donantes. La ciencia es cara, y el dinero tiene que provenir de alguna parte, por lo que la investigación a menudo la pagan los superricos. Pero existen serios problemas con la plutocracia académica que implican pulir reputaciones, descuidar la investigación de interés público y marginar los esfuerzos humanísticos y artísticos.

Para adaptar Balzac, detrás de muchas grandes fortunas hay grandes crímenes. En cualquier caso, es difícil responsabilizar a los ricos por acciones éticamente cuestionables, y la filantropía a gran escala puede convertirlos en intocables. Por ejemplo, el notable filántropo académico Stephen Schwarzman, director ejecutivo de Blackstone, tiene un patrimonio neto estimado de 19.200 millones de dólares. Recientemente donó 350 millones de dólares al MIT y 150 millones de libras a Oxford. Según se informa, Schwarzman, se benefició personalmente de la crisis de las hipotecas de alto riesgo que provocó que millones de personas no pagaran sus préstamos hipotecarios.

Jeffrey Epstein fue un importante donante para la investigación científica y contribuyó con millones a Harvard y al MIT, con la esperanza, entre otras cosas, de "sembrar la raza humana con su ADN". También fue un delincuente sexual condenado, y aunque nunca llegó a juicio por acusaciones adicionales, estaba plausiblemente involucrado en tráfico sexual de largo plazo. Los hermanos Koch donan dinero a universidades de los Estados Unidos y también son conocidos por sus campañas de desinformación sobre el cambio climático y sus esfuerzos para derogar la seguridad social y el salario mínimo. Y el Reino de Arabia Saudita es responsable de incontables violaciones de derechos humanos, incluida la tortura de activistas feministas y el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Sin embargo, esto no impide que las universidades acepten donaciones del Príncipe Heredero.

Algunos argumentan que no hay problema en aceptar grandes donaciones de los súper ricos porque no existe el "dinero sucio", o que usar el dinero malo para bien, es lo mejor que podemos hacer para compensar las malas acciones que lo generaron. Pero pulir la reputación de los donantes puede evitar que se les haga responsables de los "grandes delitos" que produjeron su dinero, o legitimar prácticas ilícitas mediante la asociación con instituciones prestigiosas y respetadas como las universidades. Pero como dijo Theodore Roosevelt sobre Rockefeller: "Ninguna cantidad de organizaciones benéficas que gasten tales fortunas puede compensar de ninguna manera la mala conducta al adquirirlas".

Además, el intercambio de regalos es recíproco, ya sea intencional o no. Aunque los obsequios no requieren una compensación inmediata, el objetivo de los obsequios es crear o mantener relaciones, y tales relaciones implican reciprocidad de algún tipo. Cuando las instituciones académicas entran en relaciones de dependencia con los malos actores, son vulnerables a la influencia de formas que están en desacuerdo con los ideales de integridad académica. Se ha demostrado que este es el caso de la relación de Harvard con Jeffrey Epstein.

Las corporaciones también donan a la educación superior a través de investigaciones patrocinadas. Esto no es exactamente "filantropía" porque existen acuerdos explícitos entre los investigadores y la industria, que especifican la naturaleza del proyecto y sus objetivos, el momento, la financiación, etc. Una parte sustancial de la investigación científica no sería posible sin esos patrocinios. Y no hay duda de que dicha investigación suele ser útil para una variedad de aplicaciones más allá del uso corporativo previsto.

Sin embargo, incluso si no es filantropía, estos acuerdos corren el riesgo de fomentar la plutocracia académica. Las corporaciones contribuyen con millones, a los laboratorios con el fin de promover y orientar investigaciones que mejoren sus productos y aumenten su probabilidad de obtener ganancias. Algunos dirían que esta es una parte importante de la finalidad de las universidades de investigación. Pero también está claro que este modelo de financiación incentiva la investigación sobre determinados temas y no sobre otros, promoviendo unos fines y no otros.

Aunque toda investigación está cargada de valores, hay poca supervisión o reflexión sobre qué valores guían la investigación. La investigación científica y los proyectos de ingeniería que abordan la injusticia sistemática y las necesidades de los pobres y marginados no tienen el mismo acceso a la financiación empresarial. Y aquellos que tienen escrúpulos éticos sobre el financiador o el producto se quedan con opciones difíciles: registrarse o darse por vencido.

También es una queja común entre los que trabajan en las artes, las humanidades, las ciencias sociales, e incluso los que se dedican a la ciencia puramente teórica, que las universidades han sido "corporatizadas". Esto significa, entre otras cosas, que las disciplinas que no pueden atraer grandes donantes a menudo se perciben como "lujos" y han perdido poder en la academia. Como resultado, estamos viendo reducciones significativas en la financiación de las humanidades e incluso recortes en los programas de artes liberales.
 
La corporativización de las universidades también significa que los puestos administrativos superiores a menudo son ocupados por personas que sean efectivas para atraer "mucho dinero" y organizar la institución para que sea lo más eficiente posible, no en la producción de conocimiento, sino en el sostenimiento financiero. El enfoque de los administradores universitarios en las finanzas es el resultado predecible de un problema estructural: la renuncia del Estado a sus responsabilidades a la educación superior.

Tratar a las universidades como lugares donde las corporaciones pueden subcontratar su investigación y desarrollo, tiene profundas consecuencias sociales. La educación en artes, humanidades y ciencias sociales permite una profunda reflexión sobre los valores democráticos; expande nuestros horizontes al exponernos a diferentes puntos de vista; proporciona autocomprensión histórica; y nos da las habilidades para comunicarnos creativamente a través de las diferencias.

A diferencia de una corporación, una universidad es un lugar que apoya la búsqueda simultánea de la investigación científica y la crítica: la interacción entre diferentes disciplinas, incluidas las ciencias naturales y sociales, el derecho, la medicina, las artes liberales y las artes creativas, promueve la objetividad. En resumen, la plutocracia académica - el gobierno de los ricos y aquellos que deben cortejar a los ricos - socava la democracia y la búsqueda del conocimiento.

En los Estados Unidos, al menos, hay pocas esperanzas de cambios a nivel federal o estatal para abordar estos problemas. Necesitamos más discusión sobre lo que podría hacerse. Debería haber mayor transparencia, responsabilidad y supervisión para los proyectos de investigación que dependen de fondos filantrópicos o corporativos. Por ejemplo, las universidades deben, en colaboración con los investigadores, articular pautas éticas claras para la aceptación de obsequios y patrocinios e instituir medidas para respetar estas pautas. Un mayor autogobierno democrático podría hacer que las universidades respondan mejor a las preocupaciones públicas. Y los nuevos modelos de financiación podrían redirigir un porcentaje de las donaciones a la investigación de interés público que no atrae la atención de corporaciones y filántropos a gran escala.

Ninguna de estas sugerencias resolvería los problemas por completo. El dinero siempre jugará un papel en la determinación de lo que hace la ciencia, al igual que los intereses monetarios siempre jugarán un papel en lo que se ofrecen las instituciones públicas y los servicios. Pero hay mucho en juego para la academia y para la democracia en general. La cuestión es, si el poder debería estar en manos de unos pocos individuos y corporaciones ricos o, de no ser así, cómo deberíamos organizar mejor la búsqueda colectiva del conocimiento. Claramente, los ricos ya están a cargo. Su filantropía debe ser controlada y el estado debe cumplir con sus responsabilidades con el público.

Artículo de Sally Haslanger - New Statementhttps, disponible en  www.newstatesman.com/ideas/2020/10/problem-philanthropy

Traducción y fuente:  Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALLT)

Temas: Corporaciones, Nuevos paradigmas

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