Retenciones sí… pero ¿para qué?

Idioma Español
País Argentina
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Mucho se habla, desde hace ya varios años, de las retenciones a los commodities que produce el agronegocio. En primer lugar es necesario indicar que se ha producido una mezcla entre lo que es un derecho a la exportación y las retenciones que se aplican actualmente.

Los derechos de exportación son impuestos que debe pagar todo aquello que se exporta, en este caso los commodities, soja, maíz, etc. El objetivo es que este impuesto recaiga sobre los grandes exportadores y que, de alguna manera, la quita, evite que las oscilaciones especulativas de los mercados internacionales impacten sobre los precios internos de la materia prima que luego se debería transformar en alimento. Es una forma que tiene el Estado de regular estos precios que cotizan internacionalmente y es absolutamente razonable que lo haga.

Sin embargo, las retenciones, tal cual hoy se cobran, las paga el productor, y los acopiadores y exportadores actúan simplemente como agentes de retención. Es decir que cada vez que alguien entrega granos, automáticamente se le hace el descuento por retención. Por lo tanto quienes creen que estas retenciones recaen sobre las grandes corporaciones agroexportadoras...se equivocan. Al contrario, como ya lo han hecho en otras oportunidades y en este caso repitieron la maniobra, las grandes corporaciones agroexportadoras se adelantan a la suba de retenciones y venden a futuro, sin tener el grano, con el objetivo de quedarse con miles de millones de dólares en sus arcas.

También es importante considerar que no sólo paga el grano que se exporta sino que también lo hace el que está destinado al mercado interno, por ejemplo el grano que se usa internamente para transformarlo en harina, aceite o alimento para los animales. Esto claramente demuestra que no es un derecho a la exportación. En segundo lugar si el % de la retención es igual para todos los productores y entonces lo paga tanto el pequeño como el mediano o el grande, claramente, el más perjudicado es siempre el chico.

Esta es la razón, por la cual, algunos movimientos sociales, e incluso la Federación Agraria piden retenciones segmentadas o sea que no sea igual el % que se le cobra al pequeño que al grande. Este pedido, si bien se puede interpretar como justo, no cuestiona para nada al modelo del agronegocio con su carga de agrotóxicos y transgénicos. Chicos, medianos y grandes aplican el mismo paquete tecnológico, solo se busca que sea menos perjudicial económicamente para el pequeño.

Entendemos entonces que para evitar esto, las retenciones deben formar parte de un plan integral para ir avanzando hacia otro modelo de agricultura que logre la soberanía alimentaria, que produzca en forma agroecológica sin afectar al ambiente y a nuestra salud, y que abastezca de alimentos sanos y diversos a toda la población Si solo tiene un fin recaudatorio, las retenciones, corren el riesgo de tener patas cortas y las consecuencias socioambientales pueden ser graves.

La lógica indicaría que si baja la rentabilidad del cultivo, a la larga se sembraría menos y por lo tanto se recaudaría menos con este impuesto, corriendo además el gravísimo riesgo de caer en el monocultivo más rentable del momento. Pero además, si baja la rentabilidad, los únicos que podrían sobrevivir son los grandes pools y las empresas más grandes del agronegocio ya que podrían trabajar con márgenes más chicos por ha y con una escala mayor y seguramente más intensiva, con consecuencias aún más graves sobre el ambiente y nuestra salud.

Por otro lado, al ser más perjudicado el pequeño, los más grandes terminarían acaparando mayor cantidad de has y por lo tanto expulsando al pequeño y provocando una mayor concentración de la tierra y de la producción. Ambas situaciones, el monocultivo y la concentración en pocas manos de la tierra y de la producción, son absolutamente graves y nefastas para el país.

Por eso las retenciones deben ser parte de un plan para bajar la rentabilidad del agronegocio, para protegernos de las especulaciones de los mercados internacionales, segmentadas dentro de un período de transición, para que golpeen más a los que más ganan, pero deben estar acompañadas por un plan de promoción y apoyo a la agroecología completo e integral, enfocado principalmente hacia el pequeño y mediano productor.

Deben servir para ir pasando del actual modelo hegemónico, contaminante, productor de commodities para la exportación, para alimentar a la ganadería intensiva y para llegar masivamente con comidas ultraprocesadas exhibidas en las góndolas de las grandes cadenas de supermercados hacia un modelo de base campesina indígena, de pequeños productores familiares, agroecológica, con acceso a la tierra, con una economía justa, social, solidaria, que defienda y preserve los bienes comunes, y que termine definitivamente con el hambre y con los estados de emergencia permanente al que nos ha llevado el modelo hegemónico capitalista.

Gran parte de este plan hacia la agroecología está contemplada en los 21 puntos que el Foro Agrario Soberano y Popular acaba de presentarle al gobierno nacional. Por otro lado tampoco podemos pensar en un modelo agroecológico aislado de su entorno. Es imposible tener agroecología con fracking, megaminería, desmontes, destrucción de humedales, etc, etc…es imposible tener soberanía alimentaria conviviendo con un modelo extractivista. Por eso, es importante unificar las luchas y los reclamos contra el extractivismo en general y partir de la base de que no podemos salir de ninguna emergencia si seguimos sacrificando territorios, bienes comunes, biodiversidad y seres humanos.

Seguramente dentro de este plan, habrá que tomar medidas a corto, mediano y largo plazo, y tenemos que ser conscientes de que nos llevará un tiempo llegar al objetivo final, y que por momentos tendremos que convivir con cuestiones que no nos gustan, pero habremos iniciado el camino inclaudicable hacia el buen vivir con un horizonte claro, bien definido e innegociable.

Fuente: Ecos de Saladillo 

Temas: Agronegocio

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