Septiembre marcó nivel récord de concentración de dióxido de carbono atmosférico

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Lo señaló Ralph Keeling, el científico a cargo del programa de monitorización de CO2 del Instituto Scripps de Oceanografía de Estados Unidos. Es la concentración más alta en los últimos 800 mil años.

Por Roberto Andrés
@RoberAndres1982
6 de octubre, 2016

Septiembre ha marcado un nuevo registro histórico del cambio climático. Mientras agosto fue el agosto más caliente en los últimos 136 años registrados, este mes recién terminado rompió récords con las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases de efecto invernadero. El alza ubicaría la cifra por encima de las 400 partes por millón (ppm) en mediciones internacionales durante todo el mes.

Tradicionalmente, septiembre ha tenido los registros con las menores concentraciones, debido a que durante la primavera y el verano del hemisferio norte, las plantas y bosques absorben gran parte del dióxido de carbono, pero eso no ocurrió esta vez.

Aunque en otras ocasiones ya se han registrado 400 ppm de CO2, Ralph Keeling, científico a cargo del programa de monitorización de CO2 del Instituto Scripps de Oceonografía de Estados Unidos, aseguró que de lo contrario a lo esperado, según mediciones históricas, todos los días de septiembre superaron la línea roja de los 400 ppm. Y sería probable que octubre supere los 401.

Para Keeling, quien junto a su padre han venido monitoreando las mediciones de CO2 en el observatorio del volcán Mauna Loa en Hawai desde 1958, “ya parece seguro concluir que no vamos a estar viendo un valor mensual inferior a 400 ppm de este año. O quizás nunca más por un tiempo indefinido”.

El climatólogo Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de la NASA, explicó que “en el mejor escenario, se podría esperar un equilibrio en el corto plazo y por lo tanto los niveles de CO2 probablemente no cambiarían mucho, pero podría empezar a caer en una década más o menos”. Sin embargo, en lo inmediato opinó que “no vamos a ver un mes por debajo de las 400 ppm”.

Según el Quinto Informe del IPCC, desde 1988, mantener la concentración de CO2 por debajo de las 400 ppm ha sido una de las principales preocupaciones para evitar que la temperatura promedio global suba por encima de los 2° C con respecto a la era preindustrial, lo que tendría implicancias catastróficas, pues implicaría la apertura de un proceso de crecimiento de la temperatura de tipo exponencial.

Durante los inicios de la Revolución industrial, los niveles de CO2 eran de 280 ppm, mientras que en septiembre llegaron a marcarse hasta 404. En febrero de este año el aumento de la temperatura promedio global había llegado a 1,63° C por encima de la era preindustrial, y el promedio de los seis primeros meses fue de 1,3° C por encima, según la NASA y de 1,05 según la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos.

Sólo en 2012 la concentración de CO2 en la atmósfera era de 390 ppm. Es decir, que la concentración atmosférica de estos gases ha aumentado en 10 ppm en cuatro años. Por lo que, es de suponer que de mantener el actual ritmo de emisión de gases de este tipo su concentración atmosférica podría aumentar a 500 ppm casi llegando al 2060 y 600 ppm llegando al 2100. Esto, sin considerar otros factores como el de la liberación masiva de metano ártico, un gas aún más dañino que el CO2, como consecuencia del aumento de la temperatura promedio global.

Según un antiguo estudio hecho por el British Antarctic Survey a partir de la extracción de hielo de la Antártida, esta reciente concentración de CO2 atmosférico se ubicaría como la más alta en los últimos 800 mil años. Solo en los últimos 650 mil, los niveles de CO2 atmosférico han oscilado entre 180 y 300 ppm (IPCC, 2007).

Las implicancias son alarmantes. Para el exdirector del Instituto Goddard de la NASA James Hansen, pionero en la investigación y denuncia del cambio climático, el límite de sustentabilidad de la civilización moderna se encuentra en los 350 ppm.

Para el autor de Tormentas para mis nietos, la verdad sobre la catástrofe del cambio climático y la última oportunidad para salvar a la humanidad, si esta “desea preservar un planeta similar a aquel en el que se han desarrollado todas las civilizaciones, y al que la vida se ha adaptado, la evidencia paleoclimática y el cambio climático en curso indican que el CO2 debe ser reducido a como mucho 350 ppm, pero probablemente incluso menos”, pues “el valor preindustrial definido como de ’normalidad’ es de 280 ppm”.

La reducción previa a dicha cifra habría permitido disminuir o detener la temperatura promedio global de la Tierra en 1° C o 1,5° C respectivamente, anulando o disminuyendo muchos de los consecuentes bucles de realimentación, como el deshielo ártico, la liberación masiva de metano, el deshielo de los glaciares y Groenlandia, la acidificación de los océanos, el aumento del nivel del mar, la disminución del agua potable, entre otros. De hecho, los temidos 2° C no son más que la cifra que sintetiza el funcionamiento de varios de estos bucles de realimentación. Con la temperatura promedio del primer semestre de 1,3° C muchos de estos bucles comienzan a asomarse.

Para conseguir esta concentración de CO2 atmosférico, Hansen afirma que ya en 2013 las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) tendrían que haberse empezado a disminuir en un 6 % anual junto a un fuerte plan de reforestación. Esto hubiese posibilitado que la concentración de CO2 atmosférico bajara hasta 350 ppm a finales del siglo XXI y que el incremento máximo de temperatura fuese de 1,1° C. Pero si la reducción empezase en 2020, la vuelta a 350 ppm no tendría lugar antes de 2300, debido a la activación de los bucles de realimentación.

Fuente: La Izquierda Diario

Temas: Crisis climática

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