24 años de impunidad no han podido borrar el pensamiento ecologista

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La Costa Rica de 24 años atrás fue testigo de uno de los mayores fracasos que como sociedad hemos tenido: el asesinato de seres que propusieron frenar la destrucción. El odio con que accionaron este oscuro crimen fue potente pero no alcanzaron a cegar la su germen. En la actualidad conservamos legados importantes de una energía vital y luminosa de un proyecto político que propuso ampliar el horizonte.

En 2018, en medio del desasosiego de gran parte de los movimientos sociales por una “Reforma Fiscal” injusta y regresiva, impulsada por el gobierno de forma autoritaria; otra herida atraviesa la historia del movimiento ecologista costarricense, que por su magnitud resulta pertinente y urgente en este momento.

El 7 de diciembre de 1994 mueren en un incendio María del Mar Cordero Fernández, Jaime Bustamante, y Oscar Fallas Baldí, integrantes de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO). Estos en conjunto con organizaciones y comunidades de la Península de Osa, habían emprendido una fuerte lucha contra la compañía Ston Forestal, que planeaba instalar en Punta Estrella en el Golfo Dulce una fábrica de astillas de madera y un puerto de embarque de éstas. El 14 de julio de 1995 muere en condiciones igualmente sospechosas David Maradiaga, también integrante de AECO. Crímenes todavía no esclarecidos.

Oscar Fallas Baldí, llamó al inicio de la época neoliberal el “caos ambiental” y cuestionaba lo que para él era “la ideología del desarrollo” como antítesis de la apuesta ecologista. Quizá el esfuerzo de Fallas por nutrir de la acción ambiental con la teoría política y viceversa, pueda ayudarnos a sacudirnos de la revancha de los sectores conversadores, fundamentalistas y empresariales que nos pesa en la actualidad.

El legado que la AECO en general y de Fallas en particular, puede ayudarnos a identificar ese “nuevo sujeto” que enriqueció en los años noventas las luchas ambientales. Idea ahora vital. Para llegar a la victoria contra la Ston Forestal fue clave la diversidad que accionaba en conjunto. A lo unisono trabajaron ecologistas, indígenas, mujeres, pobladores barriales urbanas, comunidades eclesiales de base, trabajadores, trabajadoras, entre otros.

Quizá encontrar una base común del pensamiento ambiental nos permitiría dialogar con una amplitud de actores y sujetos que en este momento el capitalismo explota de formas agudas y asfixiantes. La necesidad de encontrar y tejer un pensamiento ambiental de izquierda es urgente y necesario para habitar en una Costa Rica cada días más desigual.

En palabras del mismo Oscar Fallas: “...los ecologistas nos colocamos en la búsqueda de una identidad que no significa sólo el reencuentro con lo perdido, sino construir lo existente a partir de una responsabilidad y dignidad que parte de lo individual, pasa por lo social y se proyecta a lo nacional. Buscamos que la sociedad civil y los distintos movimientos sociales construyan críticamente su identidad, reconozcan críticamente sus raíces culturales, ejerzan su derecho a una vida más digna, democrática y soberana, fortaleciendo en ese proceso la conciencia colectiva sobre los problemas ambientales y el trabajo, también colectivo, para enfrentarlos".

Referencias:

Fallas Baldí, O. (1993) “Modelos de desarrollo y crisis ambiental en Costa Rica”. Asociación Ecologista Costarricense. San José, Costa Rica.

Fuente: Federación Ecologista

Temas: Criminalización de la protesta social / Derechos humanos

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