29-5-02 Argentina: alerta sobre soja transgénica por Jorge Eduardo Rulli, Grupo de Reflexión Rural

"Se está entregando a los comedores soja transgénica de uso forrajero y seguramente con el agregado de importantes niveles de residuos de glifosato, de 2.4D y de ensosulfan, agrotóxicos que son cancerígenos y alergénicos y que se usan habitualmente y en gran cantidad en los cultivos de soja".

A los compañeros docentes y responsables de comedores:

Se está entregando a los comedores soja transgénica de uso forrajero y seguramente con el agregado de importantes niveles de residuos de glifosato, de 2.4D y de ensosulfan, agrotóxicos que son cancerígenos y alergénicos y que se usan habitualmente y en gran cantidad en los cultivos de soja. Estamos asistiendo con esto a una maniobra gigantesca de los exportadores y grandes productores, quienes aprovechando una generalizada ignorancia de la gente en la materia, tanto como la ignorancia o desinterés de ciertos líderes y periodistas, se esfuerzan por preservar el modelo de exportación de insumos sin valor agregado que nos ha condenado a producir, no sólo exportaciones que no valen nada y que en el mundo sobran, sino también a un vaciamiento poblacional de la mayor parte de nuestro país y, lo que es aún peor, al hambre generalizado en los centros urbanos donde se amontona la miseria expulsada del campo y que no halla empleo en las fábricas cerradas.

Estos supuestos filántropos que hoy donan soja genéticamente modificada a los hambrientos, son los mismos que se apropian de los campos de aquellos otros productores que por tener menos campo van cayendo en la carrera sin esperanzas del productivismo exportador. Son los mismos que evaden las retenciones tal como fue denunciado públicamente en Página 12 por Alberto Ferrari Etcheverry y Martín Granovsky, y también son los mismos que especulan con las divisas que no reintegran, jugando con ellas en el mercado financiero y haciendo que en el país se dispare el dólar tal como está ocurriendo actualmente.

La Argentina es el primer país en el mundo en que las semilleras internacionales lograron aplicar a rajatabla el modelo de la biotecnología y gracias a una opinión pública ignorante y a una clase dirigente cómplice e inepta, las empresas como Monsanto, Nidera, Zeneca, Cargil, que impulsan este modelo sólo corren un riesgo: el de que los estallidos sociales por hambre en los grandes conurbanos pongan en riesgo la estabilidad alcanzada por su sistema de dominio y apropiaciones prebendarias. Esa es la causa de esa sorpresiva generosidad de los productores de siembra directa y también del suplemento de Clarín Rural, que ha sido desde siempre el vocero más cerrado de los intereses de las empresas de ingeniería genética.

En realidad, somos un eslabón apenas en la lucha de esas empresas por adueñarse del fabulosos mercado alimentario mundial y cada acto de denuncia que hagamos contra el cultivo y la alimentación con soja, un grano que es absolutamente ajeno a nuestras costumbres y culinaria, aunque sea pequeño, debe inscribirse en la resistencia globalizada y en la necesidad de construir otro proyecto nacional que desde la soberanía nos posibilite la seguridad alimentaria de las poblaciones en el marco de una distribución y uso de la tierra que sea amigable con la naturaleza y capaz de respetar el arraigo cultural y el desarrollo local.

A la soja en la alimentación debemos enfrentarla con los alimentos variados y sanos, necesitamos organizar una cocina de crisis para enfrentar el hambre, y esa culinaria debe apoyarse en la memoria y en la valoración de los recursos . No se puede enfrentar esta catástrofe con huertas en el fondo de la casa para verdura de hojas como pretende el INTA, que primero empujó el modelo de exportación de commodities y ahora vive de asistir a las víctimas.

Necesitamos organizar en el conurbano una agricultura de pequeña y mediana escala sostenida por la comunidad, para producir papa que no sea forrajera como la que ahora tenemos, batata amarilla como la que había antes, maíces blancos y colorados de variedades, trigo para pan, zapallo, porotos, habas y aves de corral. Existen iniciativas y energías en estos momentos de desesperación como para involucrar a los municipios y asociaciones intermedias en vastos planes de producción de comida que permitan superar el robo y el pillaje que sufren los pocos que hoy cultivan.

Es obsceno que en este país haya hambre, pongamos manos a la obra, cultivemos el suelo, a mano y con tracción a sangre, solos o en grupo, volviendo a guardar las semillas propias e intercambiándolas con otros, fabricando herramientas y asociando a la gente para algo tan sagrado y hermoso como producir alimentos sanos.

Jorge Eduardo Rulli
Grupo de Reflexión Rural
moc.liamtoh@larurnoixelferedopurg
Tel.: (0220) 477-3545

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