Agricultores de EE. UU. lidian con malezas resistentes a Roundup

"La industria biotecnológica nos está llevando a una agricultura más dependiente de los plaguicidas cuando siempre ha prometido, y es lo que se necesita, ir en la dirección opuesta, explicó Bill Freese, analista de ciencia política del Centro para la Seguridad Alimentaria de Washington".

Dyersburg, Tennessee - Durante 15 años, Eddie Anderson, agricultor, ha sido estricto partidario de la agricultura sin labranza, una técnica respetuosa del medio ambiente que elimina el arado casi por completo para frenar la erosión y el escurrimiento perjudicial de fertilizantes y plaguicidas.

Pero este año no.

Tardes atrás, Anderson vio cómo los tractores entrecruzaron en todas direcciones un campo en preparación - arando y mezclando herbicidas con el suelo para exterminar las malezas donde en breve se plantará soja.

Así como el uso intensivo de antibióticos contribuyó al aumento de súper gérmenes resistentes a fármacos, el uso casi ubicuo por parte de los agricultores estadounidenses del herbicida Roundup ha conducido al rápido crecimiento de tenaces nuevas supermalezas.

Para combatirlas, Anderson y los agricultores de todo el Este, Medio Oeste y Sur (de EE. UU), se han visto obligados a pulverizar sus campos con herbicidas más tóxicos, a extirpar las malas hierbas a mano y a retomar métodos más intensivos de laboreo, como arar regularmente.

"Nos encontramos nuevamente donde estábamos hace veinte años", declaró Anderson, que se dispone a arar cerca de un tercio de sus 3.000 hectáreas de campos de soja esta primavera, más de lo que ha hecho en años. "Estamos tratando de descubrir qué es lo que funciona".

Los expertos en agricultura afirman que tales esfuerzos podrían conducir a mayores precios de los alimentos, menores rendimientos de las cosechas, aumento de los costos agrícolas y más contaminación de la tierra y del agua.

"Es la mayor amenaza a la agricultura de producción que hayamos visto jamás ", señaló Andrew Wargo III, presidente de la Asociación de Distritos de Conservación de Arkansas.

Las primeras especies resistentes que constituyen una seria amenaza a la agricultura fueron descubiertas en un campo de soja de Delaware en el año 2000. Desde entonces el problema se ha propagado, con 10 (diez) especies resistentes, en al menos veintidós (22) estados, que infectan millones de hectáreas, predominantemente de soja, algodón y maíz.

Las supermalezas podrían atemperar el entusiasmo de la agricultura estadounidense por algunos cultivos genéticamente modificados. La soja, el maíz y el algodón que se diseñaron para sobrevivir la fumigación con Roundup, se han convertido en cultivos estándar en los campos de EE. UU. Sin embargo, si el Roundup no mata las malezas, los agricultores tienen pocos incentivos para gastar un dinero extra en semillas especiales.

El Roundup - fabricado originalmente por Monsanto pero ahora también vendido por otras compañías bajo el nombre genérico de glifosato - ha sido poco menos que un milagro químico para los agricultores. Mata un amplio espectro de malas hierbas, es fácil y seguro de trabajar, y se descompone rápidamente, lo que reduce su impacto ambiental.

Las ventas se dispararon hacia fines de la década del 90 luego de que Monsanto creara su marca de cultivos Roundup Ready, que fueron modificados genéticamente para tolerar el químico, lo que permite a los agricultores pulverizar sus campos para exterminar las malezas mientras deja ilesos los cultivos. Hoy en día, los cultivos Roundup Ready representan alrededor del 90 por ciento de la soja y el 70 por ciento del maíz y del algodón que se cultivan en Estados Unidos.

Pero los agricultores rociaron tanto Roundup que las malezas evolucionaron rápidamente para sobrevivir a su acción. "De lo que aquí estamos hablando es de evolución darwiniana en avance rápido", expresó Mike Owen, un especialista en malezas de la Universidad Estatal de Iowa.

Ahora, las malas hierbas resistentes al Roundup como la cola de caballo y la ambrosia gigante están obligando a los agricultores a retornar a técnicas más onerosas que habían abandonado largo tiempo atrás.

Anderson, el agricultor, está luchando con una especie particularmente tenaz de plaga resistente al glifosato denominada Amaranthus palmeri o pigweed (hierba del cerdo), cuya forma resistente comenzó a infectar seriamente las plantaciones del oeste de Tennessee recién el año pasado.

Esta especie puede crecer hasta ocho centímetros por día y alcanzar los dos metros o más, asfixiando los cultivos; es tan robusta que puede dañar el equipo de cosecha. En un intento de terminar con la plaga antes de que se haga tan grande, Anderson y sus vecinos están arando sus campos y mezclando herbicidas con el suelo.

Existe el peligro de revertir uno de los avances agrícolas consolidado por la revolución Roundup: la agricultura de mínimo labrado. Mediante la combinación del herbicida Roundup y los cultivos Roundup Ready, los agricultores no tenían que arar para controlar las malas hierbas. Eso redujo la erosión, el escurrimiento de productos químicos en las vías fluviales y el uso de combustible para los tractores.

Si se necesita arar con frecuencia de nuevo, “esto constituye ciertamente un motivo de especial preocupación para nuestro medio ambiente", afirmó Ken Smith, especialista en malezas de la Universidad de Arkansas. Del mismo modo, algunos críticos de los cultivos genéticamente modificados afirman que la utilización de herbicidas adicionales, incluidos algunos de los antiguos que son ambientalmente menos tolerables que el Roundup, desmiente las afirmaciones hechas por la industria biotecnológica acerca de que sus cultivos serían mejores para el medio ambiente.

"La industria biotecnológica nos está llevando a una agricultura más dependiente de los plaguicidas cuando siempre ha prometido, y es lo que se necesita, ir en la dirección opuesta", explicó Bill Freese, analista de ciencia política del Centro para la Seguridad Alimentaria de Washington.

Hasta ahora, los científicos especializados en malezas estiman que la cantidad total de tierras agrícolas de Estados Unidos afectadas por las malezas resistentes a Roundup es relativamente pequeña – entre 2.800.000 y 4.000.000 de hectáreas, según Ian Heap, director de la Encuesta Internacional de Malezas Resistentes a Herbicidas, que está financiada por la industria agroquímica. Existen alrededor de 68.000.000 hectáreas sembradas con maíz, soja y algodón, los cultivos más afectados.

Según la encuesta, se han encontrado malezas resistentes a Roundup también en varios otros países, como Australia, China y Brasil.

Monsanto, que afirmó alguna vez que la resistencia no se convertiría en un gran problema, ahora advierte acerca del peligro de exagerar su impacto. "Es un problema grave, pero manejable", aseguró Rick Cole, quien maneja los asuntos de resistencia de malezas en los Estados Unidos para la compañía

Por supuesto, Monsanto puede llegar a perder mucho del negocio si los agricultores usan menos Roundup y semillas Roundup Ready.

- Debemos agregar otro producto junto con el Roundup para matar las malezas", afirmó Steve Doster, un productor de maíz y soja de Barnum, Iowa. "¿Entonces por qué seguimos comprando el producto Roundup Ready?"

Monsanto argumenta que el Roundup aún controla cientos de malas hierbas. Pero la empresa está lo suficientemente preocupada por el problema, al punto de tomar la extraordinaria medida de subvencionar las compras de los agricultores de algodón de herbicidas de la competencia para complementar el Roundup.

Monsanto y otras empresas de biotecnología agrícola también están desarrollando cultivos diseñados genéticamente resistentes a otros herbicidas.

Bayer ya está vendiendo algodón y soja resistentes a glufosinato, otro herbicida. El maíz más reciente de Monsanto es tolerante a ambos, glifosato y glufosinato, y la compañía está desarrollando cultivos resistentes a dicamba, un plaguicida más antiguo. Syngenta está desarrollando soja tolerante a su producto Calisto. Y Dow Chemical está desarrollando maíz y soja resistentes a 2,4-D, un componente del Agente Naranja, el defoliante utilizado en la guerra de Vietnam.

Sin embargo, científicos y agricultores afirman que el glifosato es el mayor descubrimiento del siglo, y que se debe tomar medidas para preservar su efectividad.

El glifosato "es tan importante para una fiable producción global de alimentos como lo es la penicilina para luchar contra las enfermedades", escribió Stephen B. Powles, un australiano experto en malezas, en un comentario de enero último, en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.

El Consejo Nacional de Investigación, que asesora al gobierno federal sobre asuntos científicos, emitió su propia advertencia el mes pasado, al decir que la aparición de malezas resistentes pone en peligro los importantes beneficios que los cultivos genéticamente modificados estaban proporcionando a los agricultores y al medio ambiente.

Los especialistas en malezas están instando a los agricultores a alternar glifosato con otros herbicidas. Pero el precio del glifosato ha venido bajando a medida que aumenta la competencia de versiones genéricas, alentando a los agricultores a seguir confiando en él.

Algo hay que hacer, dijo Louie Perry Jr., productor de algodón, cuyo tatarabuelo principió su granja en Moultrie, Georgia, en 1830.

Georgia ha sido uno de los estados más afectados por la maleza pigweed resistente al Roundup, y Perry indicó que la plaga podría plantear una amenaza tan grande para el cultivo de algodón en el Sur, como el escarabajo que devastó la industria a comienzos del siglo 20.

"Si no fustigamos esta cosa, va a hacer lo mismo que el gorgojo con el algodón", expresó Perry, quien también es presidente de la Comisión de Algodón de Georgia. "Acabar con él".

William Neuman informó desde Dyersburg, Tennessee, y Andrew Pollack desde Los Ángeles

Publicado: 03 de mayo 2010, The New York Times

Traducción: Gladys Guiñez para Acción por la Biodiversidad

Fuente: The New York Time

Temas: Agrotóxicos

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