Agriculturizar nuestras ciudades y pueblo

Idioma Español
País Argentina
Fuente: Infobae

Después de transcurrir estos últimos años tan desafiantes para nuestro futuro como humanidad (guerra y pandemia), y ante los avances desmesurados de la agricultura industrial tecnocrática que privatiza cada vez más los bienes comunes, estamos convencidxs de la necesidad de construir nuevos caminos para la agricultura, que nos permitan producir alimentos vitales al servicio de toda la humanidad. Este gran desafío nos convoca para poder vencer la desazón y la sensación de impotencia.

Después de transcurrir estos últimos años tan desafiantes para nuestro futuro como humanidad (guerra y pandemia), y ante los avances desmesurados de la agricultura industrial tecnocrática que privatiza cada vez más los bienes comunes, estamos convencidxs de la necesidad de construir nuevos caminos para la agricultura, que nos permitan producir alimentos vitales al servicio de toda la humanidad. Este gran desafío nos convoca para poder vencer la desazón y la sensación de impotencia.

Podemos y debemos implementar una pequeña parte de todos los conocimientos que disponemos los seres humanos para responder a las necesidades de la tierra, de la humanidad y, sobre todo, de nuestros hermanos más vulnerados por el actual sistema económico perverso.

Necesitamos pasar de la denuncia y del estado de abatimiento a la acción, y así responder a las necesidades del mundo y de la tierra. Tenemos que desarrollar una cultura de la alegría, desde la agricultura biodinámica como cultivadora de valores dentro del amplio movimiento de las otras agriculturas hermanas: la agroecológica, la biológica, la natural, la orgánica y la permacultura. Tenemos mucho que aportar a partir de nuestra visión y, en lo concreto, compartir toda la experiencia práctica desarrollada durante casi cien años.

En nuestro país se dan varias paradojas. Primero, lxs agricultorxs que producen la mayor parte de las verduras que consumimos, al no ser propietarios ni tener la tenencia segura de la tierra que cultivan, sufren una gran limitación para mejorar el suelo (que no es de ellxs) e implantar arbustos y árboles que les permita construir “organismos huertas” o “quintas de verduras saludables”. Además, viven en condiciones muy difíciles, casi precarias.

Segundo, la palabra agricultor/a ha sido rebajada a la de productor/a y, con ello, el oficio del cultivador/a de la tierra se ha degradado a una imagen mecánica, automática y artificial, perdiendo todo su sentido de artesanal.

Tercero, la gran mayoría de la población argentina (un 92%) es urbana; es decir, vivimos en ciudades y en pueblos.

¿Cómo podemos contribuir desde nuestras ciudades para que haya alimentos frescos y vitales y, al mismo tiempo, disponibles y accesibles para la mayoría de los seres humanos?

  • Generar espacios de reflexión–acción para generar mecanismos para que lxs agricultorxs accedan a la tenencia segura de la tierra.
  • Impulsar talleres y cursos de capacitación vivenciales para jóvenes desocupados sobre agricultura biodinámica.
  • Asociándonos al agricultor/a y cambiando el rol pasivo de consumidor/a por el de co-agricultor/a, y hacernos responsables de la comercialización y la distribución de los alimentos y así liberarlos de la perversidad del mercado.
  • Construir alianzas con las agriculturas hermanas.
  • Crear puentes entre la sociedad civil, los movimientos sociales, el sector privado y el público.
  • Instalar organismos huertas, quintas y chacras en espacios vacantes urbanos y periurbanos.
  • Promover la reconversión de lxs agricultorxs a la agricultura biodinámica y acompañarlxs durante los primeros años brindándoles, además de asesoramiento, los insumos básicos para mejorar el suelo y aumentar la diversidad (preparados, semillas para abonos verdes, semillas biodinámicas y plantines, etc.).
  • Generar espacios de reflexión–acción para generar mecanismos para que lxs agricultorxs accedan a la tenencia segura de la tierra.
  • Realizar un inventario de toda la tierra disponible que está alrededor de nuestras ciudades y pueblos, priorizando las tierras en que está prohibido fumigar. A partir del inventario, las que son del Estado ponerlas a disposición de agricultorxs sin tierra para que puedan cultivar. Las que son privadas, encontrar financiamiento para comprarlas y que también que sean cultivadas (estas ideas no surgieron de la nada, sino que están vivas y nos iluminaron, ya que fueron implementadas en distintos lugares, como las tierras del Estado en Rosario y del Movimiento Sin Tierras en Brasil; la compra de tierras privadas Terre Liens en Francia, Kultur Land en Alemania).
  • Declarar las tierras cultivadas con técnicas ecológicas y biodinámicas como patrimonio de la humanidad (por los múltiples beneficios que ofrecen a la salud de la tierra y de los seres humanos), impidiendo que puedan urbanizarse.
  • Estos nuevos espacios son bienes comunes, que además de brindarnos alimentos vitales y plantas medicinales, ofrecen servicios ambientales, paisajísticos, turísticos, educativos y culturales; y hemos de vincularlos con la pedagogía, con el arte y con la medicina.
  • Desarrollar tecnologías prácticas y sencillas, que permitan a lxs agricultorx, a lxs huerterxs trabajar de manera digna, mejorando las condiciones del trabajo de la tierra.
  • Impulsar encuentros donde se vincule la agricultura y el cultivo de la tierra con la medicina, la salud, la cultura y la educación.

Trabajar para que lxs jóvenes se enamoren del oficio de cultivar la tierra, del oficio del agricultor/a, así como el oficio del cuidador de la tierra y constructor del paisaje, un trabajo de excelencia, trascendente para el futuro de la Tierra y del ser humano.

Antonio Luis Lattucamoc.liamg@acuttaloinotna, +5493412101073

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Agroecología

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