Argentina: Sobre el proyecto de Ley de Semillas y el artículo “Innovación y Agricultura”

Idioma Español
País Argentina

"El artículo publicado en el Suplemento Cash del día domingo 30 de setiembre (de Pablo Pellegrini) contiene una serie de afirmaciones que conviene analizar y desmenuzar para poder desentrañar las implicancias que tiene la propuesta de modificar la Ley de Semillas de nuestro país."

Aportes para el debate

Carlos A. Vicente, GRAIN y Acción por la Biodiversidad

El artículo publicado en el Suplemento Cash del día domingo 30 de setiembre (de Pablo Pellegrini) contiene una serie de afirmaciones que conviene analizar y desmenuzar para poder desentrañar las implicancias que tiene la propuesta de modificar la Ley de Semillas de nuestro país.

En primer lugar afirmar que el Proyecto de modificación de la Ley de Semillas no está formulado a la medida de las necesidades de Monsanto es pretender tapar el sol con las manos. Repasando la historia del largo conflicto por el que Monsanto intenta cobrar regalías a la soja transgénica en Argentina podemos volver al año 2003 en que Monsanto Argentina anunciaba que discontinuaba su programa de mejoramiento en soya en el país "debido a la baja rentabilidad del negocio de semillas en soya, que imposibilita mantener los niveles adecuados de investigación en Argentina". Su reclamo específico era el de una nueva Ley de Semillas que le permitiera tener “seguridad jurídica” en sus operaciones. En los años siguientes la batalla continuó con su intento de frenar judicialmente el desembarco de la soja rr en la Unión Europea, conflicto que terminó cuando los tribunales europeos desestimaron su demanda.

Pero yendo aún más lejos no es casual que la primera modificación a la Ley de Semillas del año 73 se realizara a través de una tardía reglamentación de la misma en el año 91. Ese decreto 2183/91 fue el comienzo de la ampliación de la aplicación de los derechos de propiedad intelectual sobre las semillas al servicio de las compañías bioteconológicas. El año 91 fue justamente el año en que se inicia de la mano del entonces Secretario de Agricultura Felipe Solá el proceso para introducir la soja transgénica de Monsanto en la Argentina. Y ese mismo año se crea la CONABIA (Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria) el ignoto órgano regulador al servicio de las empresas que regula la introducción de transgénicos en Argentina.

Y volviendo a nuestros días tampoco es casual que el anuncio de modificación de la Ley de Semillas fuera hecho por el Ministro de Agricultura Yahuar junto a Monsanto en la presentación de su soja transgénica rr2 “Intacta” el día 22 de agosto del corriente. En ese acto el Ministro afirmó que “Estos desarrollos tecnológicos traen muchos beneficios para el productor, por lo que lo más justo es que paguen un porcentaje. Este sería de un tercio de la cosecha final, por los grandes gastos que tienen los inversores como empresas o el Estado”.

En segundo lugar todas las Leyes de semillas implican la aplicación de Derechos de Propiedad Intelectual sobre los seres vivos. Los miles de años de aportes de campesinos y campesinas para crear las semillas que hoy alimentan a la humanidad y las décadas de investigación pública que mejoraron semillas para el bien común y que en buena parte fueron privatizadas en los años 90 se verán condenadas a desaparecer en manos de esta nueva entrega.

Finalmente y especialmente en estos momentos en que las semillas transgénicas están siendo cuestionadas en el mundo por sus posibles efectos nocivos a la salud es imperativo que debatamos sobre el objetivo que han perseguido los transgénicos, los daños que han producido en está década y el sometimiento a las corporaciones que implican.

Estas dos últimas cuestiones merecen un desarrollo que excede el alcance de esta nota pero que son cuestiones fundamentales para definir que agricultura queremos, como lograremos nuestra soberanía alimentaria y como alimentaremos al pueblo argentino y al mundo en el futuro.

Temas: Semillas, Soberanía alimentaria

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