COVID-19 evidencia la urgencia de cambiar el modelo productivo

Idioma Español
País Paraguay

El coronavirus en Paraguay ha dejado al desnudo, no solo el pobre sistema de salud, también lo descontrolados que pueden ser los “linces [1]”, la vocación de endeudamiento de los gobiernos colorados, la opción por qué la crisis la paguen las y los trabajadores -sean formales o informales-, la violencia patriarcal en los hogares, la ineficiencia absoluta en la repartición de las migajas con las que pretenden que las familias más vulnerables sobrevivan a la cuarentena, el salario multimillonario de algunos funcionarios públicos.

La pandemia ha dejado al descubierto las limitaciones del neoliberalismo y el carácter de clase de este gobierno y muchos de sus predecesores.

También ha dejado al descubierto las innumerables iniciativas solidarias que emergen en los territorios populares, desde los barrios “marginales” hasta las comunidades campesinas más olvidadas por el Estado, que, con ollas populares y donación de productos, van no solo supliendo la ineficiencia de un gobierno cooptado por los intereses oligárquicos y corporativos, sino también retejiendo esos lazos comunitarios que de diferentes maneras intentaron deshacer.

En el marco de esta crisis, también ha quedado al descubierto uno de los principales problemas que tenemos en el país: el modelo productivo orientado a la producción de productos de exportación y no a satisfacer el mercado local. Un modelo que acapara el 94% de la tierra cultivable del país para los agronegocios, que dejó para la agricultura campesina solo el 6%, para la producción de alimentos. Obviamente que con sólo esa cantidad de hectáreas produciendo alimentos básicos para la población, dependemos de la producción de países vecinos. Recordemos que solo nos autoabastecemos en mandioca y banana, todos los demás productos de la dieta cotidiana son importados.

Este es un elemento clave, más aún en la coyuntura actual y en las perspectivas de futuro que se avecinan. Algunos especialistas [2] indican que esta no va a ser la última pandemia a escala global, la destrucción de los bosques y el desequilibrio ambiental causados por el ser humano va a continuar provocando nuevas pandemias y si esto no ocurre, la consecuencia de la crisis climática va a implicar el mismo efecto, el bien más preciado van a ser los alimentos, además del agua.

Sea cual fuera la próxima catástrofe que se nos avecina, la capacidad de la población de acceder a alimentos va a ser la diferencia entre la vida y la muerte, además hay que tener en cuenta que alimentar no es sinónimo de comer. La alimentación tiene que ser más que nunca nutritiva, con productos naturales y sin pesticidas ni aditivos, para que el sistema inmunológico esté preparado para mejorar las defensas. No basta con saciar el hambre, es necesario nutrir. Cada virus va a ser más virulento, no solo por sí mismos, sino porque al estar mal alimentados, nuestros cuerpos, se vuelven cada vez más frágiles a cualquier patógeno.

Ahora que está en discusión la reforma del Estado, no se puede permitir que el actual estado de shock en el que se encuentra la población -ya sea por miedo al contagio o la perdida de sus fuentes de ingreso- sea utilizado por las élites para hacer una reforma del Estado a su medida. Ciertamente hace falta reformar el Estado, una reforma que supere las mezquindades neoliberales y universalice los derechos (el derecho a la salud, al trabajo, al seguro social, a la alimentación, a la educación, a la tierra), una reforma que ponga límites a las ganancias exorbitantes y a los intereses de las grandes corporaciones, una reforma en la que el ser humano, la vida y la naturaleza estén en el centro.

Para que la reforma del Estado que la sociedad paraguaya necesita pueda darse, va a ser imprescindible la participación de todos los sectores sociales y no solo de los gremios y partidos políticos de las élites. Sin esa participación amplia, plural y diversa, los cambios que se encaren solo van a permitir -como otras crisis ocurridas durante el capitalismo- una mayor concentración de la riqueza y una mayor exclusión social.

Esta crisis provocada por el coronavirus que deja al descubierto los límites del modelo nos posibilita avanzar hacia una sociedad en la que en el centro esté la vida y no el mercado, una sociedad que avance hacia el respeto de los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. De lo contrario, no tendremos las herramientas ni las condiciones para sobreponernos a la siguiente catástrofe.

Es urgente la reforma agraria para la producción de alimentos, es urgente retejer los lazos comunitarios donde existieron y empezar a tejerlos donde nos los hubo. La crisis actual evidencia la necesidad de la transformación de los sistemas alimentarios, distribuyendo y recuperando las tierras malhabidas y las más de 5 millones hectáreas utilizadas por el agronegocio [3].

Resulta fundamental poner los intereses y las necesidades de la población, por sobre los intereses del mercado y de las grandes corporaciones. Apostar por los mercados locales y ya no al mercado global -no solo por la soberanía de los territorios y sus habitantes- también porque ese mercado global, que va a sufrir cambios, quizás ya no pueda garantizar siquiera la adquisición de la próxima zafra. Apostar por la producción campesina de alimentos y los mercados locales. La soberanía alimentaria puede redinamizar la economía, posibilitando el comercio justo y la alimentación saludable [4].

No es suficiente tomar las medidas inmediatas -como la cuarentena, la importación de insumos sanitarios o la construcción de hospitales- es urgente atacar las causas que producen esta situación, es decir, garantizar los derechos de la población y detener la destrucción de la naturaleza por el actual modelo productivo.

La deforestación no puede continuar, más aún si es para ampliar la ganadería que -además de ser la principal contribución del país al calentamiento global- solo el 0,4% está destinada al consumo local. Es oportuno tener en cuenta lo señalado por varios especialistas [5] que indican que los virus que nos llegaron -y lastimosamente nos llegaran- están directamente con la destrucción del planeta, cada vez más la lógica de mercado impulsa a que los seres humanos vayan avanzando sobre los pocos bosques vírgenes que quedan en el planeta, eso hace que como especie acorralemos a animales salvajes y tomemos contacto -como especie- con otros con los que nunca antes habíamos interactuado, más que contacto que destruyamos esos pocos rincones en los que ya habíamos arrinconado a otros seres vivos, tal como lo señala Fernando Valladares, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas [6]. Solo para que las fronteras agrícolas vayan avanzando y se produzca más pienso para animales que están siendo criados en forma intensiva, para que los seres humanos consuman más proteína animal que nunca en la historia. La salida de esta crisis no puede implicar intensificar el actual modelo extractivista, debería implicar su superación.

Cuando la población paraguaya fue informada que el coronavirus ya estaba en el país y que la cuarentena se declaraba, lo primero que hizo -aquel segmento que tenía dinero disponible o una tarjeta de crédito- fue a agolparse en los supermercados. Esas escenas trasmitidas en directo se dieron en todos los países donde el virus fue llegando y era anunciado con bombos y platillos. Cuando se anunciaba el cierre de las fronteras, las compras aumentaron, ya no de alcohol en gel, sino de todos aquellos productos básicos de la alimentación que son importados de los países vecinos. Evidenciando que la alimentación es la mayor necesidad y preocupación de la población.

Existe la posibilidad, que esta vaya a ser la nueva normalidad, ir de catástrofe en catástrofe, hasta tanto no cambiemos este modelo de producción. Ya lo dijo Michel Lowy la nueva contradicción es entre capital y naturaleza, obviamente sin haber superado la que le dio origen. Urge cambiar este modelo productivo y avanzar hacia la soberanía alimentaria, la reforma agraria y el apoyo a la agricultura campesina deben ser los primeros pasos.

Notas:

[1]  Grupo de operaciones tácticas motorizadas de la Policia Nacional, creado en el año 2017

[2]  www.biodiversidadla.org/Documentos/La-responsabilidad-de-la-agroindustria-en-el-Covid-19-y-otras-enfermedades-virales

[3]  www.biodiversidadla.org/Recomendamos/El-sueno-de-la-razon-Los-hacendados-de-la-pandemia

[4]  www.economiasolidaria.org/eventos/movilizacion-del-dia-de-las-luchas-campesinas

[5]  www.biodiversidadla.org/Documentos/La-responsabilidad-de-la-agroindustria-en-el-Covid-19-y-otras-enfermedades-virales

www.biodiversidadla.org/Documentos/La-destruccion-de-los-ecosistemas-el-primer-paso-hacia-las-pandemias

[6]  rebelion.org/la-destruccion-de-los-ecosistemas-el-primer-paso-hacia-las-pandemias/

Fuente: Base Investigaciones Sociales

Temas: Agronegocio, Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades

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