Ecologistas en Acción responde a las acusaciones de J. M. Mulet

Idioma Español
País Europa

Ecologistas en Acción manifiesta su repulsa ante la campaña de difamación y desprestigio emprendida por J. M. Mulet Salort, profesor de la Universidad de Valencia, aparentemente como parte de la promoción de su último libro.

En una entrevista para La Vanguardia, el Sr. Mulet nos acusa de “activismo terrorista antitransgénicos”, afirmación que ya había realizado en otras ocasiones, aunque nunca de forma tan virulenta. A lo largo del artículo parece realizar acusaciones ambiguas relacionadas con la destrucción de campos, ataques a su persona en Chile y Argentina, cartas bomba y amenazas a científicos. Esta afirmación puede ser considerada un delito de calumnia, por lo que Ecologistas en Acción va a estudiar las acciones legales pertinentes.

Es conocida la postura de Ecologistas en Acción, como tantas otras organizaciones ecologistas de todo el mundo, en contra de la utilización de organismos transgénicos en agricultura. En los últimos veinte años la actuación ecologista respecto a este tema ha girado en torno a las campañas de concienciación de la población, las labores de presión política, la denuncia de irregularidades legales, la realización de acciones de calle y, en ocasiones, la acción directa sobre campos de cultivo experimentales. En la mayoría de casos este tipo de acciones se limitan a acudir al lugar para denunciar la situación y realizar algún tipo de acción simbólica, como colgar carteles o leer un manifiesto.

A veces, sin embargo, la protesta se materializa en la “siega” del campo: las plantas transgénicas experimentales cultivadas a campo abierto se siegan con guadañas para evitar que se crucen con otras plantas cultivadas o silvestres (nuestro país no ha tenido muchos ejemplos de este tipo de acciones, pero quien tenga curiosidad puede buscar los vídeos e imágenes de los “Faucheurs volontaires” franceses). Entendemos que las/os investigadoras/es que han trabajado en desarrollar esas plantas puedan sentir frustración al ver “segado” el fruto de su trabajo, de la misma manera que comprendemos que un empleado de banca pueda sentirse incómodo cuando se realiza un “escrache” en su sucursal. Sin embargo, este es todo el alcance que tienen en esa línea. Nunca jamás en el Estado español han tenido que lamentarse daños humanos derivados de una acción de este tipo. En otros países sí que ha habido muertes, aunque del lado de los manifestantes, como fue el caso de Valmir Mota de Oliveira en 2008 en Brasil, que no es sino un ejemplo de una larga lista de graves crímenes y sistemáticas violaciones a los derechos humanos llevados a cabo por los impulsores del modelo de agricultura industrial.

Las personas activistas ven justificada la acción ante la amenaza que supone el cultivo a campo abierto de una variedad capaz de propagarse y provocar daños en el entorno, como ha sucedido, por ejemplo, en el caso de la Agrostis experimental tolerante a glifosato que aún sigue fuera de control en el Estado de Oregón. O a otros cultivos como, por ejemplo, la contaminación genética de cultivos ecológicos, que en el Estado español no puede denunciarse por no existir una legislación al respecto.

La supuesta vinculación de Ecologistas en Acción con el “ecoterrorismo”, según Mulet, se debe al apoyo en una nota de prensa del año 2010 a una acción convocada por otro colectivo, durante la que se sabotearon dos campos experimentales en Girona que, según sus promotores, no disponían de los permisos adecuados para el cultivo a campo abierto. Durante esta acción no existió ningún tipo de confrontación violenta ni daños personales de ninguna clase. No sabemos si el colectivo en cuestión fue denunciado por los propietarios del campo, en cuyo caso, probablemente habrían recibido una multa.

Explicamos esta situación en detalle para que se pueda comprender en qué medida nos parece un sinsentido que se hable de “activismo terrorista” en este contexto, comparando el apoyo a este manifiesto con el envío de bombas y a tener a la comunidad científica del país sumida en un estado de terror (“los científicos tenemos miedo”, llega a decir Mulet en la citada entrevista).

Cualquiera que quiera ser testigo de la beligerancia con la que nos hemos dirigido a Mulet en los últimos años puede consultar, por ejemplo, el debate que el año pasado una representante de nuestra organización mantuvo con él en el programa de radio Carne Cruda. También puede consultar las múltiples ocasiones en que Mulet nos ha increpado –aunque, a decir verdad, nunca había ido tan lejos como en esta ocasión– sin que hayamos considerado oportuno responder. Conocemos cuál es nuestra labor y no creemos que avance significativamente por involucrarnos en debates tóxicos que permitan a gente como el Sr. Mulet promocionar sus libros.

Respecto a otra de las acusaciones habituales que Mulet nos hace, sería absolutamente impensable que pudiéramos abordar este y otros tantos temas sin personas que dedican gratuitamente su tiempo y esfuerzo a complejos conflictos ambientales durante años: podríamos hablar de los casi treinta años que se lleva peleando el caso del lindano en Aragón; o de cómo los escándalos relacionados con el Canal de Isabel II, que tantos ataques personales le supusieron a nuestro compañero Ladislao Martínez, han terminado por destapar la trama del Caso Lezo en Madrid que los tribunales están investigando en la actualidad; pero también de los cientos de otros casos que personas de a pie pelean día a día en los grupos locales sin recibir ninguna compensación (en muchas ocasiones, ni siquiera ver reparada la injusticia contra la que luchan), y que suponen el grueso de nuestra labor.

Sin embargo, como es habitual en las organizaciones sin ánimo de lucro de todo el mundo, la labor de estas personas también se complementa con labores remuneradas, sufragadas con fondos que provienen tanto de las cuotas y de nuestra editorial como de subvenciones procedentes de distintos organismos y entidades. Gracias a esta financiación podemos evitar que sean las personas voluntarias quienes asuman los gastos materiales derivados de su labor, o garantizar la continuidad y la competencia técnica en ámbitos que no pueden sostenerse únicamente en base a trabajo voluntario. Sobra decir que todos estos fondos se otorgan sobre la base de una justificación concreta, son auditados regularmente y se gestionan con total transparencia, como puede consultar cualquier persona que así lo desee en nuestra web. Reivindicamos nuestro derecho amparado por la ley a seguir utilizándolos en defensa del medio ambiente.

Los límites del planeta, como bien argumenta cada día el mundo científico, han sido sobrepasados y los efectos del cambio climático cada vez se hacen más notables en nuestro día a día. Nos dirigimos a una situación en la que necesariamente la humanidad en su conjunto tendrá que vivir con menos energía, menos materiales y unas condiciones más inciertas En este contexto, la misión de Ecologistas en Acción no es otra que la divulgación de esta realidad y la construcción de alternativas viables para que todas y todos vivamos en condiciones de justicia e igualdad.

- Imagen por Jen Wilton.

Fuente: Observatorio OMG

Temas: Transgénicos

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