Ecuador: pueblos Tagaeri y Taromenae cercados por el extractivismo

Idioma Español
País Ecuador

Se puede considerar a los Pueblos en Aislamiento Voluntario en Ecuador como “ los restos de grupos indígenas amazónicos, antaño más numerosos, que por vivir en lugares remotos y casi inaccesibles de la selva, quedaron, ya desde el tiempo de la Conquista fuera del contacto con los conquistadores”.

Parecería que no hay nada que sorprenda ya a la actual sociedad globalizada de occidente, acostumbrada en su cotidianidad a temas escabrosos como nanotecnología, organismos genéticamente modificados y otros; en estos términos no es raro que la sorpresa venga de lo más simple, de lo que no se nos hace posible pensar como la existencia de otras culturas, de otros pueblos, de otras gentes movidas con un pensamiento diametralmente distinto al nuestro.

De esta manera, cuando desde la tv o la web aparecen imágenes de pueblos que mantienen una vida en donde “occidente” y su influencia no existe o es rechazada, nos confrontamos con la existencia del “otro” y su derecho de ser diferente.

Se puede considerar a los Pueblos en Aislamiento Voluntario en Ecuador como “ los restos de grupos indígenas amazónicos, antaño más numerosos, que por vivir en lugares remotos y casi inaccesibles de la selva, quedaron, ya desde el tiempo de la Conquista fuera del contacto con los conquistadores”, a mas de lo anterior hay que considerar que la condición de aislamiento voluntario no es el resultado de una condición casual o geográfica, sino es el resultado de una decisión meditada y analizada tomada en ejercicio de la libre autodeterminación de los pueblos y basada en el conocimiento de un contexto hostil y violento. Por otra parte, la situación de aislamiento voluntario es la expresión y concreción del reconocimiento del derecho de posesión y propiedad de las tierras y territorios que ocupan.

De gobierno a gobierno su presencia ha significado una molestia, ya que se preferiría una Amazonia vacía para poder extraer con libertad los recursos naturales que en ella se encuentran, es por esto que en diferentes épocas de la historia republicana de los países de América Latina se ha negado la existencia de estos pueblos, aún ahora, sus territorios se encuentran en disputa y los límites de los mismos se acuerdan más por las necesidades de las empresas extractivas que por los registros que se tengan de su vida en la selva. De esta forma el genocidio en contra de estos pueblos no es solo expropiante de sus vidas y dignidad, sino también de tierras, territorios, recursos naturales como condiciones indispensables para la producción, reproducción y desarrollo de la identidad y cultura indígena.

El destino de los pueblos en aislamiento voluntario va de la mano de la historia colonizadora de la humanidad y su estado de vulnerabilidad extrema nos recuerdan los atropellos acaecidos siglos atrás y que en el momento actual no pueden ser repetidos.

Son los Estados, que se conformaron y aparecieron mucho después de que estos pueblos con su cultura ya estén consolidados dentro de sus territorios, quienes ahora se arrogan la potestad de reconocer o no “derechos” a sus habitantes originales. Se discute su existencia, y negocian los derechos a su territorio, desde y hasta donde va, a las riquezas de su subsuelo o sobresuelo, a mantener su cultura, su idioma o a permanecer aislados. Se han dando casos críticos en donde los gobiernos simplemente y a rajatabla niegan la existencia de estos pueblos y proceden a adueñarse de los recursos de estas tierras.

También está la muy real amenaza de nuestra sociedad que busca absorber y reconvertir todo en forma de artículos de compra y venta; las empresas petroleras han buscado adueñarse de los ricos yacimientos que yacen en los territorios con distintas estrategias, en los 70 la táctica fue irrumpir abruptamente y esperar que el estruendo de las armas de fuego sea suficiente argumento disuasivo. 30 años más tarde poco ha cambiado y son las carreteras dentro del Yasuní las que se usan para cercar a los pueblos Tagaeri y Taromenane.

Nos encontramos entonces enfrentados a un sistema económico, político, ideológico que parecería imparable, imposible de confrontar o detener, un aparato que pasa por encima de vidas humanas, de ecosistemas naturales sin ningún escrúpulo en su afán de adueñarse de las riquezas de la tierra. La impotencia repleta los brazos de los testigos que sienten que no existen garantías que valgan para detener al monstruo, que el sistema internacional de DDHH es inservible, que desde la sociedad civil no existen voces con el poder suficiente de hacer que se respete la vida.

Los avances en Ecuador en esta materia han sido lentos pero se han dado, los derechos de los pueblos aislados Tagaeri y Taromenane, emparentados con el pueblo Waorani han sido recientemente reconocidos en la Constitución del 2008, tras una larga lucha del movimiento indígena del país. Su territorio ha sido solo parcialmente reconocido en la conformación de la Zona Intangible Tagaeri Taromenane, cuyos límites se establecieron más en negociación con las empresas petroleras del lugar que en respuesta de los patrones de movilidad y asentamiento de estos pueblos.

Parte del territorio Tagaeri/Taromenae, ha sido denominado para la actividad petrolera como “Campo Armadillo” y ejemplifica la historia contemporánea de estos pueblos: El Estado Ecuatoriano plenamente conocedor y bien informado de la existencia de clanes Tagaeri/Taromenane en el lugar, decide dar paso a la explotación petrolera del campo, pese a que estas actividades podría significar el genocidio de estos pueblos y pasa por encima de la existencia de garantías y derechos en la Constitución del país, de ser signatario de tratados y convenios internacionales de DDHH y de la existencia de medidas cautelares emitidas por la Comisión Interamericana de DDHH.

Por añadidura sucesos violentos han ocurrido en Armadillo y fuera de la Zona Intangible, existen amenazas reales a la vida de los pueblos indígenas y para las poblaciones colonas aledañas. Las explosiones de la sísmica de la actividad petrolera habría irritado a los habitantes ancestrales y estos han salido en defensa de sus territorios, mientras el Estado es sorprendido por lo “inesperado” sin herramientas adecuadas para responder, y lo que es peor, apenas se enfría la noticia en los tabloides, el Ministerio del Ambiente emite la licencia ambiental para continuar con la actividad petrolera en la zona.

Los pueblos en aislamiento voluntario son beneficiarios de medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el 10 de mayo del 2006. Estas medidas obligan al Estado a adoptar acciones de protección, en concreto “El Gobierno del Ecuador está obligado bajo el artículo 1.1 de la Convención Americana a respetar y garantizar los derechos humanos de todos los habitantes del país, incluyendo los Tagaeri-Taromenane y los restantes Oñamenane.”

La nueva Constitución Política de la República del Ecuador , en su artículo 57 numeral 21 determina que “Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva. El Estado adoptará medidas para garantizar sus vidas y hacer respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento, y precautelar la observancia de sus derechos. La violación de estos derechos constituirá delito de etnocidio que será tipificado por la ley”.

En vista de lo antes expuesto, el gobierno de Ecuador debe detener de inmediato todo tipo de explotación petrolera en Armadillo y sus inmediaciones, las respuestas que deben primar son eminentemente sociales, incluyendo la reparación por los daños ambientales ya ocurridos, los del régimen del buen vivir y sobre todo los del respeto a la condición de aislamiento de los pueblos Tagaeri y Taromenane.

(1) Cabodevilla Miguel Angel en PUEBLOS NO CONTACTADOS ANTE EL RETO DE LOS DERECHOS HUMANOS, CICAME, Quito Ecuador 2005 pp 15

Fuente: ALAI

Temas: Pueblos indígenas

Comentarios