Graciela Mandolini: “La escuela tiene que habilitar la conexión con el mundo para traer el mundo a la escuela”

Idioma Español
País Argentina
Foto: Julia Bisio

La Escuela Agrotécnica “Libertador Gral. San Martin” de Casilda (Santa Fe) es una institución centenaria que depende de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Creada a finales del siglo XIX, el contexto imponía la necesidad de ofrecer un tipo enseñanza específico respecto al trabajo rural en sintonía con el despegue agroexportador de nuestro país por esos años. Hoy, 122 años después, nos encontramos con una institución que guarda otra impronta, más vinculada a nuevos paradigmas productivos, entre ellos la agroecología. Una escuela, un área protegida, un oasis de biodiversidad en el medio del desierto sojero. Conversamos con Graciela Mandolini, Licenciada en Educación y Profesora de Ciencias Naturales, su directora actual además de una referente nacional en Educación Ambiental.

– En la actualidad, los proyectos vinculados con el paradigma agroecológico están a la orden del día. En el caso de la escuela agrotécnica se viene trabajando desde hace más de una década. ¿Cómo se va incorporando la perspectiva agroecológica al proyecto educativo?

En realidad ya veníamos viendo, en un contexto de instrumentación de la Ley Federal de Educación, que había un profundo desconocimiento sobre las prácticas agrícolas alternativas. Se observaba que todas las miradas eran más mercantilistas, que tenían más que ver con la producción de commodities que con la producción de alimentos. Entonces, con un grupo de compañeros y compañeras con los cuales habíamos dado inicio a una serie de actividades formativas, que habíamos empezado a recorrer el tema de la agroecología, el desarrollo rural a escala a humana, con propuestas que habían surgido de la Facultad de Ciencias Agrarias (UNR) y de la Facultad de Humanidades, nos acercamos a este paradigma y empezamos a filtrar estos contenidos en los distintos espacios curriculares. Pero luego decidimos darle entidad a estas propuestas, por lo que a partir de allí aparecen espacios con esa denominación. Fundamentalmente esto tenía que ver con el hecho de que en una escuela universitaria era imprescindible empezar a ofrecer un abanico de perspectivas y posibilidades en relación a lo productivo que habilitara que hay otras formas de producir, de producir alimentos. Así surge la necesidad de abordar la agroecología. Más adelante, habiendo conocido el trabajo de algunos movimientos sociales como Vía Campesina, el  Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSE), algunas Asambleas Ciudadanas que reclamaban el cuidado de los bienes comunes, es que decidimos que esto apareciera en la propuesta curricular y lo empezamos a trabajar con todos los compañeros y compañeras.

En realidad siempre es un campo de disputa, eso lo sabemos. Que aparezca curricularmente ha sido parte de una tarea en la que se juega una especie de pulseada y después hay intentar sostener eso. Cada vez hay más tendencia a incorporar esta mirada. También es cierto que en este momento hay muchos organismos nacionales que están sensibilizados frente a esto y vienen a proponer estas cosas. Justamente ayer recibimos semillas de trigo huempan, destinado a la producción agroecológica. Nos lo trajo personal del INTA Oliveros junto con arvejas y lentejas, a los fines de que desarrollemos esta producción en nuestro campo de cultivos experimental. Aparece también asociado a esto también la cuestión hortícola, de la mano de distintos programas nacionales que existen en el Ministerio de Agricultura, la Secretaria de Agricultura Familiar, Campesina Indígena. Ya se empezaron a armar bolsitas de semillas para intercambiar a nivel local con productores. Estas las repartimos en las ferias y mercados de cercanía. Nosotros llevamos las verduras para vender a la ferias del Anden una vez por mes, que es un espacio que co-organizamos con la Municipalidad de Casilda y el Centro de Estudios Agrícolas (CEA). Allí llevamos los productos que tiene la escuela, la producción agroecológica de la huerta para la venta, y también llevamos semillas para regalar a los productores.

Foto: Julia Bisio

– Sobre este punto, ¿cómo ves el vínculo con los productores? ¿Ves que van abrazando la agroecología?

Acá hay muchas personas que están en un modelo de transición en la región. Hay gente que esta como más instalada como el caso de Marcelo Frattin, quien está inscripto en esta localidad con un proyecto, el  Proyecto Agroecológico Casilda (PACa), que también interactúa con gente de las facultades de agrarias, de veterinarias. Nosotros también hemos hecho algunos trabajos en conjunto con Marcelo, tenemos un convenio con él pero después hay otros productores que van probando. Una de las cuestiones que charlábamos ayer con la gente del Programa “Semillar”, de Agricultura Familiar y del INTA Oliveros es que es importante tener material para poder intercambiar. Muchas veces uno promueve una perspectiva agroecológica pero no tiene semillas para darles la posibilidad de que hagan el esfuerzo de llevar adelante una práctica agrícola de esta naturaleza aunque sea a título experimental. Por eso, la idea con el trigo, con las lentejas y las arvejas, también con algunas hortalizas que se están dejando que semillen, es que tengamos semillas para intercambiar y propiciar estas prácticas. “Te invitamos a hacer esto” pero también “te damos las semillas” y así vamos formando una especie de canasta de semillas donde se va intercambiando el material biológico para esta propuesta. De lo contrario sucede que uno les propone la apuesta de producir agroecológicamente y pero los productores te dicen “yo uso fertilizantes orgánicos, no uso agrotóxicos pero de dónde sacamos la semilla”. Esta es una manera de entrar en un circuito de producción de semillas, hacerlo acompañado de la mano del Estado con políticas, y propiciar que los productores tengan contacto con esa realidad. Sino es como uno los invita a hacer una cosa pero no les brinda las herramientas para hacerlo.

– Mientras hacíamos la recorrida por el predio de la Escuela veníamos conversando con los profes y los alumnos sobre la agroecología. Queríamos preguntarte, ¿qué es para vos la agroecología? y ¿Con qué lo vinculas?

En realidad, esto es parte de un proyecto militante. Nosotros veníamos pensando de que había instalar otro modelo educativo, que por lo menos apareciera como alternativa, y que este modelo necesitaba de incentivar a estudiantes y docentes para que puedan abrazarlo. Para eso también había que generar las condiciones. Es ver cómo se materializan las cosas con las que uno ha estado trabajando, estudiando, militando y hacerle lugar en la escuela. La escuela tiene que ser una puerta que habilite a la conexión con el mundo para traer el mundo a la escuela. No solo existe un modelo económico mercantilista e individualista; también vamos a mostrar que hay uno cooperativo, colectivo, de producción alternativa. Donde tenemos que hacerle lugar al pensar sobre el bienestar animal, es otra perspectiva; en nuestra granja, por ejemplo, hay gallinas que se están criando a campo y no solo en jaulas, tenemos una mirada sobre este tema donde pensamos que es importante que los animales no estén hacinados, que no estén martirizándose mutuamente, que haya espacio, que estén bien alimentados. Ósea, generando otras condiciones para que esos animales estén ahí. No hay tampoco prácticas de Feedlot en la Escuela, nosotros teníamos hace unos años un modelo más intensivo de producción de cerdo y también fue una decisión que asumimos el año pasado con mucho riesgo, cuando empezamos a criar a campo. Queremos evitar un modelo que produzca intensivamente y en cantidad sino que queremos uno donde se vea calidad, donde se vea bienestar animal para que tengamos todos registro de que hay otra manera de producir.

Foto: Julia Bisio

– Siguiendo en el ámbito educativo pero cambiando un poco tu rol, también estas a cargo del Área de Educación Ambiental de la CTERA. ¿Cómo se da ese proceso gremial?

Es así, la CTERA tiene una larga tradición en el tema ambiental. Hacia finales de la década del ´90, en medio de la lucha que el gremio docente libraba –y sigue librando– contra ese neoliberalismo rampante de ese periodo, se decidió que además de la lucha que había que dar por los salarios y las condiciones digna de trabajo, había que dar una lucha por el conocimiento. En ese sentido, se habilitaron varias líneas de formación para los compañeros y compañeras a nivel federal, dado que la CTERA cuenta con unidades de base en todos lados. Se hicieron tres propuestas: el trabajo docente y sus condiciones; la de investigación educativa y la educación ambiental. Es allí donde muchos compañeros de mi generación nos formamos en toda la línea de trabajo en educación ambiental, que CTERA promovía en el marco de un convenio que tenía con la Universidad Nacional del COMAHUE, lo cual también era algo muy innovador. Si hicieron diferentes propuesta: postitulos, posgrados, especializaciones. Yo me formé en varias de estas propuestas, lo cual implicaba viajar los fines de semana a distintas ciudades del país. Allí tuvimos la oportunidad de formarnos con los mejores, los pensadores y pensadoras del Abya Yala más emblemáticos: Enrique Leff, Eloísa Trellez, Carlos Galano y muchos compañeros y compañeras del escenario del pensamiento ambiental latinoamericano. Fue una época impresionante de producción académica de CTERA.

La CTERA sigue teniendo una Secretaria de Educación, que esta cargo de Miguel Duhalde. A partir de eso se siguieron profundizando las líneas de trabajo de investigación educativa, de trabajo docente y de educación ambiental. En ese sentido es que yo acompaño, desde hace ya unos años, la producción de esa Secretaria de Educación en la que somos muchos y formamos un equipo. A mí me ha tocado el privilegio de coordinar uno de los espacios que tiene que ver con una capacitación de carácter federal en educación ambiental. La propuesta que hicimos se hizo en convenio con el Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) para que tuviera una llegada mayor. Primero hicimos unas propuesta co-autoasistida para que quienes entraran pudieran encontrarse con materiales y pudieran bucear allí en función de sus intereses, dejándose insumos para generar propuestas en los espacios virtuales que tenían que sostener para después formalizarlo por medio de los cursos del INFOD, los cuales son gratuitos y tienen una duración máxima de tres meses. Hemos hecho tres cohortes en los que hemos llegado a 8.000 o 9.000 compañeros y compañeras cursando una propuesta de educación ambiental. El nombre que le dimos es “La Educación Ambiental. El dialogo de saberes en un contexto de crisis civilizatoria” y tiene el sentido de discutir la educación ambiental desde una perspectiva que integre naturaleza, sociedad, cultura, educación. Discutir con la noción de Medio Ambiente ya que nosotros venimos a formular la propuesta desde el pensamiento ambiental latinoamericano, discutir a partir de la noción de territorio, de conflictos ambientales, de bienes naturales comunes. El sentido poner en tensión muchas de las cuestiones que están naturalizadas en las escuelas. La idea es que empiece a permear una propuesta de educación ambiental con una mirada integradora, que abone al abordaje de la Ley de Educación Ambiental…

– El año pasado se sanciono la Ley de Educación Ambiental Integral. ¿Qué expectativas tenés al respecto?

Yo creo que la ley es un gran paraguas que se supone nos tiene que ir cobijando y albergando todos pero el tema es que –y me parece que esta es una de las cuestiones que más dificultades presenta– es que hay que ver cuáles son las formulaciones jurisdiccionales. La semana pasada fuimos la provincia de Buenos Aires, en el marco del Ministerio de Ambiente creado recientemente; y allí hacen la propuesta de una dirección de educación ambiental para la provincia y en ese sentido están promoviendo el abordaje por parte de las escuelas, de los docentes, hay como voluntad política de que se instrumente. Pero no es la misma situación en todas las jurisdicciones, acá se están presentando algunas propuestas legislativas para el abordaje de la educación ambiental en la provincia de Santa Fe pero todavía me parece que tenemos muchos pendientes. En esta provincia y en muchas. Me parece que en el formato de instrumentación la ley es tan amplia que admite justamente esta condición de representatividad plural pero a la vez deja librada la instrumentación a las decisiones de cada una de las jurisdicciones. Quizás una de las cuestiones que uno teme es que pase como con la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), la cual lleva mucho tiempo de estar sancionada y que los formatos de implementación son todavía muy frágiles. Con respecto a la Ley Yolanda recién está en el formato de implementación, que también vendría a ser una manera de propiciar su abordaje por parte de todos los actores sociales. Me parece que hasta que esto no impregne todos los espacios sociales nos queda mucho camino por andar.

Foto: Julia Bisio

Fuente: Huerquen

Temas: Agroecología, Nuevos paradigmas

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