La comunidad campesina que lucha para ser reconocida en área protegida

Idioma Español
País Colombia

“Nosotros llegamos cuando todo era montaña virgen, llegamos a explotar esas montañas, a abrir, a formar nuestro nivel de vida, porque la mayor parte de nosotros veníamos de una situación en Cajibío y Balboa muy crítica por la guerra. Entonces se llegó buscando una oportunidad de vida”, narra Mildred Campo, líder campesina del corregimiento de La Gallera, dentro de esta área protegida.

Cuando decenas de familias llegaron a las inmediaciones de El Tambo ( Cauca) huyendo de la violencia que se tomaba la región en la década de 1910 nunca pensaron que se iban a asentar en lo que posteriormente se convertiría en el Parque Nacional Natural Munchique.
“Nosotros llegamos cuando todo era montaña virgen, llegamos a explotar esas montañas, a abrir, a formar nuestro nivel de vida, porque la mayor parte de nosotros veníamos de una situación en Cajibío y Balboa muy crítica por la guerra. Entonces se llegó buscando una oportunidad de vida”, narra Mildred Campo, líder campesina del corregimiento de La Gallera, dentro de esta área protegida.

El proyecto de formalización del parque los tomó por sorpresa más de 60 años después, en 1974, cuando comenzaron a llegar a la zona investigadores y funcionarios del Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente, Inderena, ha realizado todos los estudios en el sector con el fin de delimitar y convertirla en zona de conservación por su riqueza en la biodiversidad.
En 1977 se realizó el nombramiento oficial del parque Munchique. Ese año, el país reglamentó 18 áreas protegidas en total, entrando en la lista lugares como Chingaza, Nevado del Huila, Cocuy y la Ciénaga de Santa Marta.

La comunidad campesina de los corregimientos de La Gallera y Playa Rica, que integran parte del territorio de 44 mil hectáreas que representa Munchique, poco a poco comenzaron a ver las transformaciones con la instalación de cabañas y la llegada de funcionarios.
“Nos empezaron a decir que no se podía talar, que no se podía cazar, que no se podía ingresar semillas, entonces ya las familias empezaron a sentir que era un problema. La situación comenzó a complicarse más, hasta que de tantos enfrentamientos con Parques Nacionales se decidió cambiar la metodología de intervención”, detalla Mildred.

Del lulo a la coca

Munchique está lleno de paredes montañosas que se sitúan entre los 600 y los 3100 metros sobre el nivel del mar. En medio de sus ecosistemas están ubicadas poco más de 400 familias, según datos del Sistema de Parques Nacionales Naturales.

“Antes de su creación, el parque estaba habitado por comunidades campesinas, ellos son los principales habitantes y su demografía ha cambiado, porque han tenido descendencia”, narra Claudia Isabel Acevedo, Jefe de área protegida del Parque Nacional Natural Munchique.

Las limitaciones que tiene el territorio han persistido por décadas, las viviendas de los habitantes de este lugar siguen siendo casas de madera, con pisos de tierra, que carecen de cualquier servicio público debido a las características y normas que tiene un parque natural.
Pero la situación más compleja para los habitantes del sector fue la llegada de la coca, una manera clara para tener un ingreso económico, en medio de un territorio que limitaba sus capacidades de producción.

El golpe definitivo para empezar el camino como cultivadores fue una racha de malas cosechas a finales de la década del 80 y principios del 90. El lulo verde que se sacaba de los corregimientos nunca pudo salir al mercado. La ola invernal hizo de la única vía un charcal en el que que era imposible hacer pasar un camión.

“Las familias quedaron prácticamente sin sustento, de ahí donde nació la idea de que algunas personas migraran a Nariño, Caquetá, Putumayo y de allá se trajo la idea de sembrar la coca, iniciamos con la peruana”, indica Mildred.

El cambio de actividad generó fuertes choques entre la cultura del lugar. “No nos favoreció mucho porque nosotros con esa actividad lo que hicimos fue llevar mucha delincuencia”, agrega la líder campesina.

El territorio ganó más ojos y no tanto por sus cultivos sino por ser un corredor estratégico en todo el Cauca. “Las Farc, el Eln y otros grupos delincuenciales comunes tenían competencia territorial acá, porque conecta con varios municipios y hacia la Costa, a Cajibío, Piendamó, Buenos Aires, Argelia y vincula a San Juan de Mechengue, a la vez lleva para López de Micay”.

El proceso de paz les llevó una opción de salida a los campesinos de la zona. Las Farc desde hace un tiempo dominaban la zona y un acuerdo de paz plantearía una posibilidad diferente para ellos y el parque.

“Las negociaciones fueron vistas con muy buenos ojos, con la salida de esta guerrilla íbamos a tener más libertad. Empezamos a estar pendiente a cada anuncio de La Habana y cada documento firmado lo traíamos al corregimiento a revisarlo y compartirlo”.

Empezar con la sustitución

Cuando llegó la firma del Acuerdo Final de Paz con las Farc, Mildred junto a un grupo grande de asociaciones campesinas, afrodescendientes e indígenas ya tenía lista una documentación completa sobre la cantidad de familias metidas en el cultivo de coca en ese municipio, las hectáreas afectadas, y una serie de propuestas para ajustarse al modelo de sustitución voluntaria planteado en las negociaciones.

Para el 2 de marzo de 2017, el grupo de campesinos de El Tambo se convirtió en uno de los primeros en firmar el acuerdo colectivo para la erradicación de la mata. De ellos, 45 familias hacen parte de la población que integra el parque Munchique, según señala Claudia Acevedo.

Más de siete meses después, en octubre, comenzó la fase de los acuerdos individuales con las familias. La comunidad del corregimiento de Playa Rica, que es donde se concentra gran parte de los cultivos del parque natural, es la que ha estado en menor medida vinculada a la iniciativa de sustitución.

Esta situación ha dificultado la disminución de las hectáreas de estas plantaciones ilegales en el parque. Según el informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de la ONU, Munchique, en 2017, tuvo uno de los años de mayor incremento de coca. Un 64% de aumento frente al área cultivada presentada en 2016.

Las familias vinculadas empezaron a arrancar la mata en enero de 2018, entre los recursos garantizados dentro del programa está $ 1 millón mensual, durante 12 meses, y dos recursos para proyectos productivos que suman $ 19 millones, explica Claudia Acevedo, funcionaria del Parque Nacional Natural Munchique.

Las iniciativas económicas entregadas con el acuerdo han sido pocas, denuncia Mildred, en todo el año que llevan con la erradicación, han recibido entre 2 y 4 millones de pesos las familias. La situación más compleja se registra, según señala la líder campesina, en la implementación de proyectos que les generen ingresos.

“A las familias dentro de Munchique se nos dijo que la única opción para poder trabajar proyectos a largo y mediano plazo era fuera del parque, que fuera con un contrato de arrendamiento. Nosotros nos pusimos en la tarea, pero no encontramos con las especificaciones que se plantean, sobre todo porque las familias en las áreas protegidas están en baldíos”, agrega Mildred Campo.

La líder dentro de la comunidad del parque asegura que todo el proceso ha tenido “muchos altos y bajos”. “Eso parece una montaña rusa. En este momento nosotros no tenemos nada, hemos hecho mucho, pero en conclusión, no tenemos algo para trabajar en las manos. Han habido propuestas de lado y lado, pero nada con qué ejecutarlas”, agrega.

Claudia Acevedo señala que una de las principales dificultades del acuerdo es que es “genérico e incluye unos recursos solo para determinados temas”. 

Por lo pronto, las familias campesinas buscan una solución dentro del acuerdo para hacer parte de los beneficios de la sustitución voluntaria dentro del parque. “Yo quisiera que se resaltaran a las comunidades que hemos venido trabajando y que lo hicimos creyendo”.

Fuente: El Tiempo

Temas: Tierra, territorio y bienes comunes

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