La investigadora chilena contra la Ley de Semillas, Camila Montecinos: “La agricultura campesina es fundamental para la alimentación de los pueblos”

Idioma Español
País Argentina

“Los agricultores siguen produciendo la mayoría de los alimentos, a pesar de tener escasa proporción de tierras y recursos. Por eso, es un trabajo muy fuerte el que hay que hacer en Argentina, Chile, u otro país americano, para convencer a los gobiernos que se debe proteger la agricultura campesina y no aniquilarla, como podría ocurrir si prospera este anteproyecto de ley de Semillas”.

En el marco del Congreso Nacional e Internacional de Agrobiotecnología, Propiedad Intelectual y Políticas Públicas, se presentó en Paraná la investigadora chilena Camila Montecinos. La problemática sobre la ingerencia de las transnacionales en las políticas agropecuarias, más precisamente con la intención por parte de las mismas de cercenar la utilización y re-utilización de semillas para garantizar su negocio, fue el tema central de su testimonio: “Hay que seguir dando pelea, porque aquí se nos va la comida, el alimento del mundo”, remarcó Montecinos. En ese sentido, agregó que “es una lucha que no se puede abandonar”. “Toda variedad vegetal es una obra humana de carácter colectivo, comparable a una pintura o una escultura por la creatividad involucrada”, afirmó Montecinos en relación a la discusión sobre la propiedad intelectual de las semillas, que las empresas buscan enmarcar detrás de distintas normas controversiales para el bien común. La trasandina es integrante de la ONG Grain y asesora de la Coordinación Latinoamericana de Organizaciones del Campo.
Las transnacionales tratan de impedir legalmente que las semillas sean de libre circulación, para obligar a los productores a comprárselas y, en particular, que no las puedan replantar, criminalizando el acto esencial de la agricultura: producir, reproducir y usar simientes para la próxima implantación. La investigadora aseguró que “toda variedad vegetal es una obra humana de carácter colectivo, comparable a una pintura o una escultura por la creatividad involucrada, y asimilable a un lenguaje en cuanto al carácter colectivo de su creación”. Las variedades comerciales modernas no son una excepción a este carácter de obra común. El trabajo genético hecho por pueblos, comunidades y familias agricultoras a través de siglos y milenios es incomparablemente mayor al trabajo realizado por obtentores comerciales. “Por lo mismo, incluso las llamadas variedades modernas o comerciales son por naturaleza un bien común y no deben ser privatizadas”, señaló a Aim.

La investigadora chilena, especialista en propiedad intelectual, agrobiodiversidad y agricultura, explicó que el anteproyecto de ley de Semillas que se trabaja en el Congreso argentino “no tiene logros, sino que es un avance de la privatización de las semillas, que no debieran privatizarse porque son patrimonio colectivo, especialmente de los pueblos del campo”. También opinó: “Así como está redactado, convertiría en un crimen, en un delito castigable por el Código Penal, el solo hecho de sembrar y transportar semillas que no estén envasadas y etiquetadas, pero además pone en peligro prácticamente toda la agricultura campesina”.

Montecinos comparó lo que pasa en Chile y Argentina. “En Chile hay un proyecto de ley bastante similar al que se trabaja en Argentina, pero por ahora logramos pararlo. El Poder Ejecutivo, incluso, lo retiró del proceso legislativo porque pudimos mostrar una serie de elementos, especialmente a los senadores, por lo que se retiró”. Esto describe la influencia de las transnacionales en los distintos Estados del continente y como el lobby empresarial influye en las decisiones políticas de un país. La simetría entre los proyectos de ley es la característica que demuestra que detrás del tratamiento de las leyes, hay un interés privado de empresas poderosas, que excede a las coyunturas nacionales que pretenden argumentar los legisladores.

La chilena comentó que Grain publicó varios artículos advirtiendo sobre lo que está pasando en Argentina y otros países de América latina, y lo que podría ocurrir si se convierte en ley el proyecto de Semillas en este país. También señaló que, como parte de la acción que realiza Grain, “entregamos a varias organizaciones argentinas lo que venimos trabajando como antecedente”.

La investigadora sostiene: “Los gobiernos latinoamericanos tienen muy poca sensibilidad ante la importancia de la agricultura campesina. Entonces, la posición más común es apoyar los agronegocios; desde esa perspectiva, no tiene nada de raro”, señaló, pero enseguida agregó que es por eso que la ONG de la que forma parte “trabaja para hacer notar que la agricultura campesina es fundamental para la alimentación de los pueblos”. En ese sentido, explicó: “Los agricultores siguen produciendo la mayoría de los alimentos, a pesar de tener escasa proporción de tierras y recursos. Por eso, es un trabajo muy fuerte el que hay que hacer en Argentina, Chile, u otro país americano, para convencer a los gobiernos que se debe proteger la agricultura campesina y no aniquilarla, como podría ocurrir si prospera este anteproyecto de ley de Semillas”.

La integrante de Grain consideró que en América del sur hay cada vez más conciencia sobre el tema: “La oposición se ha generalizado, pero eso no significa que se puedan frenar las leyes que están en carpeta. Creo que hay que seguir peleando, ahora y de cara al futuro. Si no logramos parar estas normas ahora, lo haremos en el futuro. El objetivo es que las leyes que están vigentes se revoquen, y que los anteproyectos se paren. Hay que seguir dando la pelea, porque aquí se nos va la comida, el alimento del mundo. Es una lucha que no se puede abandonar”.

Fuente: ANALISIS

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Derechos de propiedad intelectual, Semillas

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