Labriegas de América Latina alzan su voz contra el libre comercio

El domingo comienza en Tlaxcala el segundo Encuentro de Mujeres Rurales. Un fenómeno las une: la migración de hombres y jóvenes, incluyendo a las mujeres; un objetivo las fortalece: la esperanza de seguir viviendo del campo con dignidad

Son las campesinas e indígenas de Latinoamérica y del Caribe que durante cinco días intercambiarán experiencias y afinarán estrategias para que ''el neoliberalismo y los tratados de libre comercio no las siga arrasando'', dicen.

Adelantan que en el segundo Encuentro de Mujeres Rurales, que se iniciará el domingo en Tlaxcala y en el que participarán 250 conferenciantes, dirán en voz alta a los gobiernos de sus respectivos países que tienen el suficiente "coraje y valentía" para continuar defendiendo su decisión de ser agricultoras y artesanas.

''En este concierto de dificultades nos hemos vuelto más duras", asienta la uruguaya Kita Casas, productora de leche en el departamento de San José. En Uruguay, comenta, en los últimos cinco años se agudizó el "despoblamiento y la venta de tierras. Muchos compradores recorren desde helicópteros las tierras; las escogen y cierran las operaciones. Varios cientos de hectáreas que durante años fueron agrícolas o destinadas al ganado, ahora están sembradas de eucaliptos. La batalla por el agua se agudiza".

Hija de productores de carne, Kita se dedicó a la producción de leche desde los 24 años. Ahora, a sus 66, dice estar feliz de seguir viviendo del tambo, como se identifica en Uruguay a la producción de leche. ''He tenido un gran crecimiento personal, no económico; he sacrificado educación y salud, pero sigo como tambera, aunque han aumentado las exigencias sanitarias y de calidad, y los precios de los insumos. Ya me acostumbré a tener deudas; hace poco vendí 55 hectáreas de las 220 de mi propiedad para resolver problemas crediticios", narra.

Pero las dificultades a las que se enfrenta no merman su determinación de continuar como tambera, y con el dicho campesino uruguayo de "vamos a tener que poner mangas al cajón para ir al cementerio", refleja que en el campo van quedando sólo los adultos mayores.

En Argentina, abunda María Elisa Rueda, se han perdido 130 mil hectáreas productivas; "se ha transformado al campo sin medir las consecuencias ambientales ni sociales; los campesinos van a los cinturones de miseria de las ciudades. De los 2 millones de campesinos que hay, 800 mil son indígenas que siguen con una estrategia de sobrevivencia. Ahora las mujeres son las que producen, pero cada día se les dificulta más la crianza de cabras y borregos por la contaminación del agua y la devastación de los bosques".

Las mujeres campesinas, las más pobres entre los pobres, "estamos abandonadas por los gobiernos; no toman en cuenta que nosotras vivimos de los recursos naturales", acota.

En México, agregan Margarita Cisneros Tzoni, de la Unión Campesina Democrática, y Zoyla José Juan, del Centro para los Derechos de la Mujer Nääxwiin, "en las mesas de las mujeres campesinas no hay leche y las tortillas escasean; nos estamos muriendo de hambre, mientras otros comercializan con nuestros conocimientos acumulados durante años. Los tratados comerciales nos están acabando".

Ambas hacen un llamado a las mujeres de las zonas rurales para que se organicen y sigan "en pie de lucha para combatir los efectos negativos de los acuerdos de libre comercio. Si queremos que nuestras voces sean escuchadas por los gobiernos y por las instituciones internacionales tenemos que hacer una lucha grande; queremos decir que las mujeres campesinas no somos invisibles, aunque las políticas gubernamentales nos invisibilicen".

Fuente: La Jornada

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