Los bosques del Mercosur: de tala en tala

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El MERCOSUR cuenta con una importante legislación para la protección ambiental, sin embargo cientos de árboles son derribados en Brasil y Argentina perjudicando a las poblaciones que en ellos habitan

Juan José Castelli está ubicado a 274 kilómetros de Resistencia, muy próximo al monte “El Impenetrable” y es uno de los municipios más pobres del país. Desde hace meses no llueve en el lugar y la escasez de agua turbó la vida de sus 36 mil habitantes, de los cuales sólo un 30 por ciento tiene conexión a la red de agua. El 70 por ciento restante la junta con baldes de canillas públicas o de tanques comunitarios alejados de la zona. Parte de este sector esta integrado por la comunidad toba, la que se encuentra sumida en la más absoluta pobreza.

De los dos millones de litros de agua que distribuía la Cooperativa de Agua Potable, actualmente reparte 700 mil litros que llegan a las canillas únicamente de madrugada. "Estar sin agua es desesperante", afirmaron los vecinos que se levantan muy temprano para juntar unos pocos litros de agua con lo que deben aprovisionarse durante todo el día. Muy pocos son los privilegiados que están en condiciones de comprar agua mineral, ya que cada bidón de 20 litros cuesta alrededor de ocho pesos.

Mientras tanto el intendente de Castelli, Leonardo Yulán afirmó que ese lugar aporta la mayor superficie de siembra algodonera del país cuya cosecha quedará relegada para el 2006. A su vez muchos productores tuvieron que tirar la toalla y ahora se dedican a otro tipo de emprendimientos como por ejemplo a la fabricación de ladrillos. Otros se ven obligados a vender el ganado a bajo precio a compradores de otras provincias que luego lo comercializan por un mayor valor.

A comienzos del siglo XX, la provincia comenzó a realizar una explotación indiscriminada de árboles de quebracho para la extracción de tanino, una sustancia que se utilizaba en la industria del cuero. Luego las plantaciones algodoneras se extendieron por los bosques hasta que finalmente la producción de soja y girasol se convirtió en una de la más importante.

Además del atentado contra la flora también los reservorios de agua son destruidos. El famoso cráter Rubin de Celis, valioso patrimonio natural del Chaco, ha sido arrasado por los empresarios agropecuarios, quienes bajaron los significativos bordes del gigantesco hoyo, para que el agua quede retenida para abastecer los cultivos.

Lo mismo ocurre en otros cráteres chaqueños, los cuales, según se conoció en la exposición del geólogo Valerio Gustín, son sacrificados para el desmonte, el ingreso del cultivo y la explotación forestal.

El lado oscuro de esta agricultura intensiva y de monocultivo es la deforestación que somete al suelo a los rigores climáticos. Años atrás el 70 por ciento de la superficie chaqueña estaba ocupado por monte, ahora sólo queda un 45 por ciento de ese ecosistema.

Por su parte el doctor Vicente Barros, doctor en Ciencias Meteorológicas explicó que en los últimos dos decenos Chaco ha presentado una "alta variabilidad" en el clima. Dijo además que "Durante largos meses se mantiene muy seco y para fin de año caen precipitaciones tan intensas que las mismas zonas secas se inundan".

Claro esta, que si bien en la teoría existe una legislación provincial que vela por la integridad de la población afectada y por la preservación ambiental, en la práctica nada de ello se cumple. El artículo 38 de Ecología y Ambiente, en el que se establece que “todos los habitantes de la provincia tienen derecho a vivir en un ambiente sano, equilibrado, sustentable y adecuado para el desarrollo humano; así como el derecho de todos los habitantes a participar de las decisiones y gestiones públicas”, constituye uno de los primeros en ser atropellado, condenando a cientos de campesino a la miseria. También es claro que el artículo 42 que establece a la tierra como un bien social perteneciente a todos los chaqueños cae también en la volteada.

Castelli refleja claramente la situación que padecen varias áreas chaqueñas como así también otras provincias argentinas. En Charquina, al Norte de la provincia de Santiago del Estero, centenares de campesinos protestan contra el desmonte, buscando fijar la expansión de la frontera del cultivo de soja, denunciando que centenares de quebrachos, algarrobos y mistoles están siendo derrumbados.

La explotación agrícola pone en riesgo la calidad de vida de la población, sobre todo en el centro del país, la zona próxima a la selva "El Impenetrable", la segunda de América del Sur por su extensión después de la Amazonia.

Cabe destacar que Argentina no es el único país latinoamericano afectado por la devastación. La deforestación en toda la cuenca del río Amazonas, considerada el gran pulmón del mundo, es desenfrenada.

La región amazónica es un gigantesco ecosistema de selvas tropicales sobre una extensión de 7 millones de kilómetros cuadrados. Es la reserva biológica más rica del mundo, con millones de especies vegetales y animales, muchas de las cuales aún no han sido descubiertas por la ciencia. A su vez, la cuenca es una de las reguladoras del clima en casi toda América del Sur.

En la actualidad el principal factor de la deforestación es la tala indiscriminada de árboles y la industria maderera en la región. El mayor productor y exportador de soja del mundo es Blairo Maggi, el gobernador del Estado de Mato Grosso. Justamente ese Estado es el responsable del 48 por ciento de la deforestación, que creció ampliamente tras la llegada al poder de Maggi en el 2003.

El coordinador de los proyectos de Greenpeace en la Amazonía, Paulo Adario, opinó que la persistencia de los índices de deforestación, inclusive luego de la puesta en marcha del ambicioso Plan para la Prevención y Control de la Deforestación, muestra la impotencia del gobierno Federal para conseguir resultados concretos.

La principal señal de inoperancia del Gobierno de Lula puede verse en las gestiones del Ministerio de Medio Ambiente, el que promueve proyectos en defensa de la Amazonía, mientras apoya y solventa las actividades vinculadas al monocultivo de la soja, una de las principales causas de la deforestación.

Respecto a esto el geógrafo brasileño, Aziz Ab Saberlas afirmó que “Las debilidades de Brasil para enfrentar el problema están abriendo camino a aquellos que aspiran a quedarse con los recursos minerales, el agua dulce y el petróleo recientemente descubierto en la Amazonía Occidental”.

Lo cierto es que Argentina y Brasil están siendo desbastadas por la topadoras y arrasadas por la sequías generadas por la alteración que el hombre produce en los ecosistemas. Mientras tanto los estados miembros del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) que gozan de la más rimbombante legislación para la protección del medio ambiente, se quedan de brazos cruzado viendo como los terratenientes acaban con todo.

Entre los diversos acuerdos pueden destacarse la Declaración del Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992 y el Acuerdo Marco Sobre Medio Ambiente, el cual reafirma dicha declaración. Entre todos sus artículos defensores de hasta la última partícula silvestre de los Estados partes, se destaca el que sostiene “la necesidad de cooperar para la protección del medio ambiente y la utilización sustentable de los recursos naturales, con vistas a alcanzar una mejor calidad de vida y un desarrollo económico, social y ambiental sustentable; promoción de una efectiva participación de la sociedad civil en el tratamiento de las cuestiones ambientales”.

Sin embargo nada de ello ocurre en la práctica, cada día cientos de comunidades indígenas y campesinas sufren la usurpación de sus tierras y las inclemencias climáticas. El bloque parece no velar por los recursos ni por su población, desperdiciando así la oportunidad de consolidarse mundialmente con una adecuada explotación de sus recursos que permita el desarrollo económico y social de los habitantes, sin condenarlos a la pobreza y al desarraigo.

Un bloque constituido por una fuerte política de protección ambiental constituye una fortaleza económica capaz de posicionar fuertemente sus productos en el mercado mundial resistiendo a las consignas de aquellas grandes potencias interesadas en quedarse con los recursos naturales de las regiones más vulnerables.

Por María del Carmen Botella - Desde la Redacción de APM

María del Carmen Borella es alumna del Seminario curricular de grado “MERCOSUR, Procesos de Integración y Medios de Comunicación”, de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

Fuente: APM - Agencia Periodística del Mecosur

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