Papeleras uruguayas: las protestas llegan a Buenos Aires

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La Asamblea de San Telmo organiza una marcha a la Cancillería y los residentes entrerrianos de Almirante Brown preparan un piquete simbólico en la salida de Buquebús. Reclaman contra la instalación en la costa del río Uruguay de dos plantas papeleras. Una de ellas, la empresa Ence, deberá retirarse de Pontevedra, España, en el año 2018, después de haber bañado a esa localidad con lluvia ácida a lo largo de 40 años

Hasta el personal jerárquico de la compañía huyó del barrio residencial donde vivía, apestado por olor a huevo podrido. Las falsas promesas de trabajo y los secretos que no devela la compañía.

No hay quien reciba en estos días más llamadas desde la Argentina que Miguel Angel Fernández Lores, alcalde de Pontevedra. Todos quieren escuchar de su boca los efectos que tuvo en la ciudad la planta de celulosa de Ence, la empresa que instala ahora una fábrica similar en Fray Bentos, Uruguay, frente a la costa entrerriana de Gualeguaychú. Del otro lado del teléfono, Fernández Lores responde siempre lo mismo: "Contaminación del agua, lluvia ácida, enfermedades, pérdida de puestos de trabajo y olor a huevo podrido que, envuelve permanemente la zona". A esta altura, ya debe estar cansado de repetirlo. En contra del informe del Banco Mundial, que asegura que los riesgos ecológicos se pueden atenuar y hasta incluso evitar, y de la opinión del gobierno uruguayo, que minimiza todos los peligros, la ciudad española en Pontevedra está ahí, sufriendo las consecuencias de los desechos tóxicos de las papeleras, en una prueba actual y clara de lo que puede sucedernos dentro de poco, en menos de seis meses, cuando la primera de las chimeneas que se están levantando del otro lado del río Uruguay empiece a funcionar.

Rubén Zagular está en uno de los grupos que llamaron a Fernández de Lores. Integrante de la asamblea de San Telmo, después de escuchar el reporte decidió con su agrupación hacer algo para extender a Buenos Aires las protestas hasta ahora circunscriptas a Gualeguaychú. El jueves a las 11.30, con otras organizaciones, realizarán una marcha al ministerio de Relaciones Exteriores, con la idea de ser recibidos por el canciller Jorge Taiana y pedirle que el gobierno argentino aumente la presión para frenar la construcción de dos papeleras, la española ENCE, y la finlandesa Botnia.

La movilización va a estar encabezada por quinientas personas con barbijos. "Invitamos a una delegación de la asamblea ambientalista de Gualeguaychú y la intención es ir sumando a nuevos sectores en estos días", cuenta Zagular. Para el sábado 21 de enero, por otra parte, el centro de residentes entrerrianos en Almirante Brown hará un piquete simbólico en la salida del Buquebús, donde permitirá embarcar a los pasajeros pero les entregará información sobre los efectos de las papeleras.

Las plantas de Ence y Botnia se están construyendo a 30 kilómetros de Gualeguaychú. La más cercana al casco urbano quedará a apenas siete kilómetros del balneario el Ñandubaisal. Harán pasta de celulosa a partir de la madera de eucaliptus. En la ciudad entrerriana el ingeniero Héctor Rubio, integrante de la asamblea ambientalista, señala la clave del problema: las fábricas realizarán, además de la pasta, su blanqueo la etapa del proceso más contaminante.

Rubio es representante de la Asamblea ambientalista en la Comisión binacional que crearon Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez para encontrar una salida al conflicto. Por esta razón tiene un alto conocimiento del tema, que ha completado con una visita a Pontevedra, invitado por el alcalde: "Vi con mis propios ojos las consecuencias de la contaminación", asegura. Para transmitir la experiencia, Rubio muestra a lavava las fotos que obtuvo en su visita. Las primeras son de afiches que hicieron los ambientalistas españoles, con una imagen que registra el antes de la instalación de Ence (en la orilla del mar, decenas de pequeños botes cargan los mariscos que los pescadores desentierran de la arena) y el después: ya no hay botes, y casi no hay pescadores, solo unas pocas personas en un mar oscuro. Por la contaminación, la industria de la marisquería se ha ido debilitando hasta quedar reducida a su mínima expresión.

Rubio enseña después fotografías de un barrio residencial. Es el que construyó Ence para los empleados jerárquicos: lo abandonaron para mudarse a zonas más alejadas, corridos por el insoportable olor a huevo podrido que sale de la fábrica.

En España, Ence se instaló durante la dictadura de Franco. Era una época de crisis económica, y (como ahora en el Uruguay) se argumentó que su apertura sería una solución al desempleo. Esa fue la razón que convenció a la ciudad. Sin embargo, con el tiempo se comprobaría que se trataba de una premisa falsa: Ence tiene sólo 275 trabajadores. No contratará muchos más en Fray Bentos una vez terminada su construcción.

Sin embargo, en el Uruguay existe un fuerte respaldo oficial a las papeleras. El país tiene miles de hectáreas forestadas con eucaliptus, producto de planes de inversión iniciados hace más de 20 años. Ahora se exportan como materia prima. De indutrializarse, dicen quienes la propulsan, el sector sería una fuente de riqueza y trabajo. Las papeleras se han afianzado sobre este discurso, con fuertes campañas de publicidad que hablan de producción responsable.

Un elemento central en la discusión con la Argentina debería servir de alerta a quienes creen en el discurso de las papeleras: las empresas no dan detalles sobre cómo van a procesar la madera. "A pesar de los reclamos en la Comisión Binacional, nunca nos informaron sobre sus métodos de producción", señala Rubio.

-¿Por qué la asamblea ambientalista está convencida de que serán contaminantes?
-Porque todas las papeleras contaminan.
Rubio explica que, cuando la pasta se hace a partir de madera, queda de color marrón por la lignina, una sustancia que mantiene unida las fibras en el árbol. "Inicialmente se blanqueaba con cloro gaseoso o cloro elemental, muy contaminante. El cloro, al ser volcado al río se combina con sustancias orgánicas; así se forman dioxinas y furanos, que son cancerígenos. Hoy, por la contaminación, se usa dióxido de cloro, menos nocivo, pero que sigue conteniendo cloro. El drama que vamos a tener acá es que el volumen de producción será enorme, el doble de lo que producen las diez plantas de papel que en la actualidad existen en la Argentina. Es decir que por más que ellos sostengan que los desechos que van a desagotar al agua son menos contaminantes, lo van a hacer en una cantidad altísima."

Además, están las emanaciones gaseosas: lo que queda como residuo del proceso de producción de la pasta (el scrap) se vuelca a una caldera donde es quemado para producir energía. El humo resultante contiene óxido de azufre y óxido de nitrógeno, que al mezclarse con las nubes produce ácido nítrico y ácido sulfúrico, la famosa lluvia ácida que quema las plantas y corroe los edificios.

En Pontevedra, donde todos estos efectos han sido comprobados, la ciudad consiguió la sanción de una ley por la que Ence deberá irse en el 2018. A los habitantes de la localidad les llevó más de 40 años sacársela de encima. "Una vez que se instala algo así es muy difícil de quitar. No los echas ni en 30, 40 o 50 años, porque es una inversión impresionante", advierte Fernández Lores.

Con esta idea en claro, los vecinos de Gualeguaychú comenzaron este fin de semana un nuevo corte del Puente Internacional con Fray Bentos, al que a partir del sábado a la madrugada se sumarán otros similares en los puentes Colón-Paysandú y en el de Salto Grande, Concordia, los tres pasos en la frontera entrerriana con el Uruguay.

Fuente: Lavaca.org

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