Relmu Ñamku: “No es por mí, es por mis hijos que viven la injusticia diaria”

Idioma Español
País Argentina

Finalizó la sexta jornada del juicio contra la Comunidad Mapuche Winkul Newen por defender su territorio ante el avance de las empresas petroleras en su predio. Allí se puso en evidencia una vez más lo desproporcionada de la acusación ante un contexto hostil de violencia, contaminación, represión y muertes.

Por Camila Parodi y Pedro Medved desde Zapala, Neuquén

Contundente instancia se llevó a cabo durante el día de ayer en el juicio que acusa a Relmu Ñamku, Martín Maliqueo y Mauricio Rain, integrantes de la comunidad Winkul Newen del paraje Portezuelo Chico de Neuquén, por haberse defendido con piedras luego de que una oficial judicial acompañada por policías y empleados de la petrolera –en ese entonces– Apache ingresaran a su territorio con el objetivo de iniciar un desalojo.

Se preveía que la jornada duraría hasta la tarde, sin embargo, luego de las declaraciones de los distintos representantes de la comunidad el viernes pasado y con la esclarecedora declaración de la antropóloga Diana Lenton seguida de las palabras sentidas de Relmu Ñamku, la defensa desistió de las de los doce testigos de la comunidad que aún restaban presentarse. De esta forma, el juicio que se desarrollaría hasta el día jueves 5 de noviembre finalizará entre el martes o miércoles con la lectura de la sentencia que el jurado intercultural dé a conocer.

“Tiene que ser valorada su elección de seguir siendo mapuches”

Mientras desde temprano las fuerzas armadas se organizaban para ocupar sus puestos, algunos hermanos y hermanas de distintas comunidades se fueron encontrando alrededor de las primeras banderas de la mañana. Y se iban corriendo al único espacio verde interno del tribunal encabezadas por las “piñankuse”, mujeres sabias de la comunidad quienes lograron convocar a las presentes con su Kultrun. Ahora sí estaba preparado el escenario para realizar la celebración “wixa xipan” donde casi cien personas de distintos movimientos sociales, comunidades y pueblos indígenas se acercaron a compartir la celebración del día nuevo.

Ayer, alrededor de las 10 de la mañana declaró en la “globa” –carpa en la que entran aproximadamente cien personas de las cuales cuarenta se destinan como acompañantes de la defensa lo mismo para la denunciante– la antropóloga Diana Lenton, quien ofició de testigo de parte de la defensa de Relmu Ñamku y de la comunidad Winkul Newen. Lenton fue solicitada por la comunidad desde que fue reprimida en 2004 por la empresa Norteamericana Pioneer Natural Resources, que posteriomente fue comprada por Apache en 2006, para participar como interlocutora profesional en la mesa de diálogo con la empresa. Luego de años de acompañar a la comunidad en mesas de diálogos con las empresas y en recolección de documentos históricos, la antropóloga transmitió qué significa para la comunidad no sólo el impacto ambiental sino el daño cultural que genera la invasión de las empresas en los territorios mapuches. En ese marco, la doctora definió el impacto cultural como aquellos daños que suelen ser desconocidos o ignorados, pero que afectan directamente a la posibilidad de seguir reconociéndose como parte de una identidad cultural.

Allí Lenton reivindicó la “actitud coherente” de la comunidad Winkul Newen en cuanto a la defensa de su cultura. “Si bien tuvo un costo y sus pérdidas, tiene que ser valorada su elección de seguir siendo mapuches ya que eligieron este modo de vida” y a continuación expresó que esta temática “no puede sólo salir a la luz ante estos conflictos sino que tiene que ver directamente con el racismo, propio de cuando una asume una identidad ante una sociedad que prefiere definirse chata”. Y desde su experiencia y cercanía comunicó que, “al acompañarlos como antropóloga se me ha proyectado la vergüenza que sienten (que se tiñe de orgullo) ante la exclusión que les realiza nuestra sociedad, habría que reconocer ese esfuerzo”.

“No tenemos la culpa de vivir en un lugar que tiene riqueza”

Relmu Ñamku toma asiento en el banquillo de los acusados, y se dirige a su pueblo en mapudungun. Después expresa: “Me duele estar acá porque la comunidad creyó en la justicia. Somos muy conscientes de cómo es la historia del pueblo mapuche, pero aceptamos las reglas del juego de vivir en un Estado”. Pero aun así, esta justicia no es ciega y elige a quién ver, es así que Ñamku interpela al jurado: “¿Por qué la justicia no investiga? Y no quiero la respuesta de porque somos indios, porque somos pobres, porque somos mapuches”. Dejando un instante de silencio para demostrar lo simple de la repuesta, vuelve a tomar la palabra: “Imagínense nosotras como mujeres y como madres, nosotras somos leonas, defendemos a nuestros hijos; no podíamos permitir que nuestros hijos tomen esa agua contaminada”. Y recordando a la beba recién nacida con malformaciones que tuvieron que velar el día previo al intento de desalojo expresa: “La pérdida de un hijo es irreparable y no me gustaría estar en los zapatos de la mamá de esa beba que falleció por la contaminación que tenemos en el campo, y se podría investigar por qué falleció pero no se hace”, mientras el abogado muestra el certificado de defunción acompañado por un informe médico que comprueba el origen de sus malformaciones.

Sigue mirando al jurado, les cuenta la historia que una y otra vez ha escuchado de la mano de los ancianos de la comunidad: “No tenemos la culpa de vivir en un lugar que tiene riqueza. En su momento nos llevaron a otro lugar, a uno mucho más seco, porque el lugar en el que estábamos iba a ser para los animales. Pensaban que íbamos a morir en el nuevo lugar pero resistimos, y ahora lo quieren por ese petróleo, que para nosotros es la sangre de la tierra, de nuestro walmapu, como decimos”.

Entonces se centra en lo sucedido aquel 28 de diciembre. “Nos dimos cuenta de que era para que ingresen a la comunidad”, manifiesta rápidamente Ñamku, y aclara: “Lo interpretamos así porque vimos las topadoras. Ya sabíamos que era un desalojo y no quisimos escucharla, y le dijimos que se fuera, y le seguimos diciendo que por qué no se iba; y para nosotros eso fue una falta de respeto, ya que cuando les dijimos que era nuestra casa, nuestra comunidad, nos dijo: ‘si esta es su comunidad tráiganme los papeles’, y nos dijo que no éramos mapuches. Entonces ella negó nuestra identidad”. Una vez más, con sus palabras, los pueblos indígenas demuestran cómo en los hechos la Ley 26.160 de emergencia y regulación de la propiedad comunitaria indígena no se aplica, ya que expresa la detención de los desalojos hasta tanto se hagan los estudios correspondientes. Sin embargo, más allá de la impotencia de aquel día, la dirigente recuerda: “Cuando nos enteramos de la persona lastimada nos reunimos con la comunidad y pedimos disculpas a Mónica Pelayes. Jamás estuvo en nuestra intención lastimar a nadie. Las piedras las tiramos a los vehículos para que se fueran. Dijimos que ella era tan víctima como nosotros, porque el Estado estuvo siempre ausente”.

“Quiero pedir que sean justos”

Para finalizar, Relmu se toma unos minutos y vuelve a dirigirse al jurado: “Quiero pedir que sean justos. En estos tres años me tocó vivir una condena de los fiscales. No lo pido por mí: yo ya estoy condenada, yo soy mapuche, soy gente de la tierra, la pasión corre por mi sangre. La condena ya la estoy sufriendo, tuve que salir a explicar todo el caso en todos lados; es por mis hijos”. Y vuelve a recordar: “Acá no está un fiscal por no haber investigado, no está el gobernador, no está el gerente de la empresa, no está ningún policía, pero nosotros sí, porque somos pobres, porque somos indios, y porque soy mujer”.

Y mirando a Félix Díaz, dirigente Qom de Formosa que acompañó, manifestó: “Es doloroso escuchar que acá y en otras provincias los niños se mueren de desnutrición. Y si los recursos están en nuestro territorio, ¿por qué se mueren los niños de hambre? Saben lo que pasa en Formosa. Parece que estamos en la campaña del desierto todavía”. Y, convencida, concluyó: “Yo siempre voy a estar levantando la bandera de mi pueblo, que es esta. Algún día vamos a encontrar la tranquilidad. Nosotros vivimos en un infierno, en una bomba de tiempo que no sabemos cuándo va a estallar”.

Al finalizar el juicio el abogado por parte de la defensa de la comunidad, Darío Kosovsky, expresó aMarcha: “Para nosotros se dio por acreditada durante todas las jornadas, primero que es una persecución política, que queda a la vista de todo el jurado que la calificación de ‘tentativa de homicidio’ era absolutamente desproporcional y que el motivo es parte de la voluntad de someter y hacer arrodillar al pueblo mapuche”.

El defensor afirmó, convencido: “Lamentablemente, en el medio hay una trabajadora que resultó lastimada y eso merece una reparación. Como dijo Relmu, los responsables de su reparación tienen que pagarla y no están sentados acá porque el Poder Judicial no tiene la valentía de hacerlo. Sin embargo, sí tuvieron la valentía de sentar a una mujer mapuche, a un pueblo, a una familia, pero para enfrentarse con el poder no; por eso esto es a las claras el resultado de la cobardía de la corporación judicial”.

Y concluyó: “Esperamos que el jurado sepa entender eso; sepa que va a haber una reparación porque se la merece y la tiene que cobrar. Porque se trató de un enfrentamiento entre vulnerables, ya que fue entre trabajadores y una comunidad entre quienes se produjo este desagradable episodio y el jurado, como pueblo, debería tener la grandeza de una lectura que vaya más allá de una simple piedra”.

Fuente: Marcha

Temas: Criminalización de la protesta social / Derechos humanos, Pueblos indígenas

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