Rosas de San Valentín: explotación laboral y miles de kilómetros de recorrido

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Las flores que inundan Europa el 14 de febrero son importadas de países de África y Latinoamérica, según Eurostat. La industria de esos países ha recibido numerosas denuncias por parte de organizaciones sociales por el trabajo semiesclavo de las trabajadoras y trabajadores.

El 14 de febrero es el día en el que se consume un mayor número de flores y, en especial, rosas. El Día de San Valentín empuja las ventas de este tipo flores concentrando la mayor parte de sus ventas en un solo día. Pero el mercado interior europeo no es capaz de abastecer esa demanda y tiene que importar gran parte de ellas. Según datos publicados por Eurostat, la Unión Europea importó 624 millones de euros de rosas recién cortadas en los 10 primeros meses de 2017.

En cuanto a las exportaciones, Europa ha vendido 62 millones de euros de estas rosas fuera de los países de la Unión en el mismo periodo, siendo Holanda la primera exportadora con 43 millones, un 70% del total. Le siguen, a bastante distancia, Lituania con 7 millones de euros; Alemania, que exporta más de 5 millones de euros, y Letonia, con menos de 5 millones de euros. El destino de las rosas ha sido principalmente Rusia, por un valor de 28 millones de euros, seguida de Suiza con más de 20 millones de euros.

Holanda es también la primera importadora con 478 millones de euros para los primeros diez meses de 2017. España se encuentra en el quinto en el ranking de países importadores de rosas recién cortadas con 30 millones de euros, un 5% del total de las europeas.

La mitad de las rosas vienen de Kenia:

Según los datos arrojados por el organismo de estadísticas europeas, un 51% de las importaciones, 317 millones de euros, proceden de Kenia. Las rosas recorren un mínimo de 9.000 kilómetros hasta llegar a Europa. En muchas ocasiones, viajan hasta el mercado de flores de Aalsmer, en las afueras de Amsterdam, antes de ser distribuidas al resto de Europa, incrementando así los kilómetros recorridos.

El segundo en esta lista es otro país africano. Europa importa 126 millones de euros en rosas de Etiopía. Le siguen en la lista Ecuador, con 108 millones de euros; Colombia, con 30 millones, y Uganda, con 23 millones.

Para la periodista e integrante del proyecto Carro de Combate, Laura Villadiego, los costes laborales es la principal prioridad de las empresas al elegir países como este. “Si los trabajadores son baratos y la climatología es buena, entonces el país es atractivo para las multinacionales de flores, además de no estar demasiado lejos de Europa, por lo que los costes de transporte son manejables”, explica Villadiego (ver aquí).

Denuncias por explotación laboral:

La industria de las flores no se libra de las mismas denuncias que reciben industrias como el textil o bebidas como el café: las pésimas condiciones laborales en las que se encuentran las personas que trabajan en las grandes plantaciones industrializadas. “Hay que tener en cuenta que el sistema de producción que da lugar a las flores ornamentales en países como Colombia, Kenia o Ecuador, tiene muchas semejanzas con el funcionamiento de una maquila, tanto por la organización laboral como por su orientación exportadora a los países centrales, como Estados Unidos y la Unión Europea”, explica a El Salto Erika González, del Observatorio de Multinacionales en América (OMAL) y autora del informe "Las mujeres en la industria colombiana de las flores" (ver aquí).

Según este y otros documentos que estudian el trabajo de las mujeres en la industria de las flores, o como el informe sobre trabajo infantil en la industria ecuatoriana de las flores realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela, las condiciones laborales se caracterizan por tener un elevado grado de explotación. “Temporalidad, subcontratación, plena disponibilidad horaria para el trabajo, bajos salarios, ausencia de una adecuada salud y seguridad laboral y creciente intensificación del ritmo de trabajo para producir más flores cortadas en menos tiempo”, son las características comunes en este tipo de plantaciones, enumera González.

Además, explica, que el motivo de que sean en su mayoría mujeres se debe a que parte de las trabajadoras son madres cabeza de familia sin cualificación y sin otras opciones laborales, “así que admiten altos grados de explotación laboral para sostener con el salario a sus hijos e hijas”, lamenta.

El 14 de febrero representa el mayor repunte de consumo de estas flores en todo el año y, según González, eso también se nota en la producción: “En estos días vemos que los ritmos de producción son frenéticos y para alcanzarlos con la máxima rentabilidad se pulverizan los derechos laborales”. Según el informe sobre la industria colombiana, en las empresas floricultoras de la sabana de Bogotá, el suministro de flores para San Valentín conlleva unas jornadas que se pueden extender entre 10 y 12 horas cortando tallos a un ritmo de 400 plantas por hora.

En el caso de que la empleada se sitúe en el área de postcosecha, puede llegar a estar incluso 20 horas al día organizando centenares de tallos a la hora para su exportación. Situación que cambia radicalmente durante la temporada baja: "Durante los picos de demanda muy fuertes en periodos concretos como San Valentín los trabajadores ya que son obligados a hacer una gran cantidad de horas extra, que no siempre cobran, y durante las temporadas bajas muchos se quedan sin trabajo, ya que son trabajadores temporales", lamenta Villadiego.

Las huellas de la floricultura en el cuerpo de las mujeres tienen forma de lesiones en los tendones del brazo, la clavícula o la mano, según la investigadora, debidos a sostener extenuantes jornadas de trabajo físico, repetitivo, expuesto a agroquímicos y a altas temperaturas. Para denunciar esta situación, explica González, algunas organizaciones sociales en Colombia han declarado el 14 de febrero como el día de las trabajadoras y trabajadores de las flores.

Fuente: Observatorio de Multinacionales en América Latina

Temas: Feminismo y luchas de las Mujeres

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