Uribe y Toledo: peregrinación de rodillas a Cartagena

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Los gobiernos de Colombia y Perú han acudido a las más variadas formas de súplica y regateo. Han anunciado en todas las formas su deseo de firmar a cualquier costo. Han hecho concesiones gravísimas en todos los campos y muchos sectores apenas se están dando cuenta de ello

RECALCA, Bogotá, septiembre 19 de 2005

En días pasados, el presidente Toledo del Perú vino a Bogotá con sus asesores a coordinar con Uribe la firma del TLC con Estados Unidos, sobre la base de que había que firmar sí o sí este tratado, a más tardar en octubre. Unos días después, viajó a Washington para lo que él llama “negociación política”. Uribe, quien ya pasó por esto con su visita al rancho de Bush, indudablemente ha querido acelerar la firma del tratado y las declaraciones recientes de todo el equipo gubernamental así lo indican. En días pasados como un postrer ruego, el flamante coordinador del partido uribista, Juan Manuel Santos, en una conferencia organizada por la Corporación Andina de Fomento, se quejó de la dureza del equipo negociador estadounidense y señaló que después de la tragedia del huracán Katrina Bush no tendría suficiente capital político para que el Congreso apruebe el TLC. Propuso, entonces, que se aplazaran las negociaciones y se extendieran las preferencias del ATPDEA. Regina Vargo respondió que los temas que EEUU negocia no son coyunturales y que no hay ambiente en el Congreso estadounidense para extender el ATPDEA. Dicho en otras palabras: hay que arrodillarse ya.

Hace muy poco el ministro Botero y los negociadores colombianos fueron a Washington a definir los últimos detalles de los temas agrícolas con las autoridades estadounidenses y acordaron sustraer de la negociación el equipo que la adelantaba hasta el momento y hacerlo directamente a nivel ministerial. Como quien dice, en agricultura no habrá ‘cuarto de al lado' y la SAC ni siquiera tendrá derecho a dejar constancias. El balance en la prensa no puede ser más amenazante, el ministro colombiano de Agricultura, Andrés Felipe Arias, dijo que lo que seguía eran “agresivos intercambios de paquetes de productos”, como si el dócil gobierno de Uribe tuviera la capacidad de hacer propuestas “agresivas” después de que ha inclinado la cerviz durante más de un año.

Mientras tanto, en Ecuador la situación se torna compleja y no parece tan cerca la firma del TLC. El cambio en el equipo negociador que situó en la cabeza de la negociación al jefe de la mesa agrícola, Manuel Chiriboga, y nombró en la mesa de agricultura a un representante de los sectores ‘sensibles' y no de los exportadores fue presentado como una señal hacia Estados Unidos de que Ecuador seguiría pataleando. El presidente Palacios decidió revisar todos los contratos con las empresas petroleras para buscarle a su país mayores beneficios y pidió que el TLC sólo tenga vigencia cuando lo ratifiquen los tres países. En este contexto, el llamado del presidente Palacios a que Toledo y Uribe no le dejen atrás, no tendrá ningún efecto.

Muchos sectores empresariales se han manifestado alarmados, como lo hicieron la dirigente de Conalgodón, Luz Amparo Fonseca, o los representantes de la cadena de semillas oleaginosas, aceites y grasas, productos en los cuales el gobierno aceptó no aplicar una salvaguardia permanente de precios. Se encuentran en ascuas los productores de materias primas para la cadena petroquímica, los productores de azúcar y todos aquellos que con el anuncio gubernamental de cerrar la mesa de intercambio de bienes industriales (acceso a mercados). Mientras tanto la SAC mantiene un preocupante silencio y la pataleta de hace dos meses, en la cual exigió “acceso real” con la concreción de resultados en el campo sanitario y fitosanitario, quedó inconclusa e insatisfecha.

El gobierno no puede dar más señales de obsecuencia. La anunciada venta de Telecom que excluye las telecomunicaciones del control del Estado –vieja aspiración norteamericana–, el deseo de vender la refinería de Cartagena, el proyecto de eliminación de los impuestos a las remesas de utilidades, son apenas muestras de ello.

Los gobiernos de Colombia y Perú han acudido a las más variadas formas de súplica y regateo. Han anunciado en todas las formas su deseo de firmar a cualquier costo. Han hecho concesiones gravísimas en todos los campos y muchos sectores apenas se están dando cuenta de ello. Quienes esperaban una buena negociación, un gobierno sensible al campo, un gobierno preocupado de la salud pública, un gobierno que defienda la producción nacional; se han quedado con los crespos hechos. Es la hora de una gran unidad para enfrentar esta amenaza e impedir que se concrete.

Fuente: Recalca

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