Argentina - 17 de abril: Día Internacional de la lucha campesina

Idioma Español
País Argentina

"La “reforma agraria integral” apunta a reinscribir la cuestión de la democratización en el acceso a la tierra y el territorio, incluyendo la defensa de los modos de vida rural, con sus diversas culturas y formas de conocimiento. Sin embargo, como nos comentaba una dirigente campesina, no se trata de “una Reforma Agraria para un pedacito, que sea Integral con los pueblos, que podamos trabajar en el conjunto” para mantener la soberanía alimentaria de todo el pueblo."

Por Pablo Barbetta y Diego Domínguez*

Los 17 de abril la Vía Campesina, alianza internacional de campesinos e indígenas y pescadores, recuerda la masacre de 19 Sem Terra en el año 1996, ejecutada por la policía militar brasilera en El Dorado Dos Carajas (Pará, Brasil). Este ejercicio de la memoria consagra la reivindicación de la lucha por la tierra de los campesinos y campesinas de todo el mundo. En nuestro país, así como en otras partes del mundo, están planificadas actividades para esta conmemoración. Como homenaje en esta breve nota, invitamos a una reflexión sobre el significado del campesinado en nuestros países ya entrado el siglo XXI. Proponemos un breve instante detenernos en el mensaje de quienes aún viven en y de la tierra.

En primer lugar, decimos que se trata de una presencia que ha ido cambiando y a la vez persistido, a pesar de los pronósticos de su desaparición, que valió también para los pueblos indígenas.

En segundo lugar, su importancia radica en que el campesinado alerta sobre puntos clave de nuestra época, que trascienden los problemas exclusivos de estas poblaciones, interpelando a los no campesinos, que por primera vez en la historia universal, componen la mayoría de la humanidad. En efecto, sus discursos públicos, pero también en sus prácticas cotidianas, los campesinos ponen en cuestión el tipo de crecimiento económico que propugnan los apologistas de una agricultura de monoculturas industriales o del agronegocio que delinea un sistema agroalimentario global regido por un puñado de transnacionales, que poco tiene que ver con eliminar el hambre en el mundo. En este contexto, las agrupaciones de campesinos a nivel internacional pero también las organizaciones campesinas e indígenas de Argentina, que en pleno conflicto “campo-gobierno” de 2008 declaraban “no somos el campo, somos la tierra”, impulsan un modelo de desarrollo agrario alternativo en base cuatro proclamas íntimamente relacionadas: la Reforma Agraria Integral, la Soberanía Alimentaria, la Agroecología y lo que podríamos llamar demanda por Justicia Ambiental.

La “reforma agraria integral” apunta a reinscribir la cuestión de la democratización en el acceso a la tierra y el territorio, incluyendo la defensa de los modos de vida rural, con sus diversas culturas y formas de conocimiento. Sin embargo, como nos comentaba una dirigente campesina, no se trata de “una Reforma Agraria para un pedacito, que sea Integral con los pueblos, que podamos trabajar en el conjunto” para mantener la soberanía alimentaria de todo el pueblo. Ésta última trata de instalar la discusión sobre el qué, el cómo y el para quién de la producción agroalimentaria. Implica recuperar al campesinado en su rol histórico de productores directos de alimentos, tendiendo lazos a partir del comercio justo y ferias locales hacia las poblaciones urbanas, sobre todo a las que tienen problemas de acceso a los alimentos en las condiciones que impone el supermercadismo. A su vez, la Agroecología pone en discusión la relación entre producción, tecnología y naturaleza. La propuesta agroecológica es presentada como una alternativa a la agricultura industrial de gran escala, sobre-mecanizada, con uso intensivo de agroquímicos, semillas transgénicas, etc, a la que responsabilizan por ser una de las causantes del calentamiento global con la emisión de gases de efecto invernadero. Por el contrario los modelos tradicionales de agricultura campesina e indígena en diálogo con la agroecología son recuperados hoy como estrategias de “enfriamiento del planeta” y preservación de la biodiversidad. La autonomía con respecto a los insumos, la integración de actividades productivas diversas, la generación y adopción de tecnologías apropiadas, la revalorización de los conocimientos locales, son elementos con gran potencial y que vienen a poner en cuestión el imperio de la racionalidad económica, ligada a la estrategia propia de la globalización del capital, y la consecuente degradación ecológica y deterioro de las condiciones de sustentabilidad de la existencia humana. Por último, la Justicia Ambiental aborda la dimensión ambiental de la injusticia social. Aquí las voces campesinas hacen énfasis en el derecho humano a un medio ambiente seguro, sano y productivo para todos. Explicitan la necesidad como humanidad de dar un giro en el acceso inequitativo a los bienes naturales, cuestionando los patrones de consumo compulsivo y superfluo y las concepciones que entienden a la naturaleza como un ente a dominar o conjunto de recursos a exprimir.

En este contexto, rememorar el Día Internacional de la Lucha Campesina pone en valor una reciente declaración de Noam Chomsky frente a la crisis global en la cual afirma que "Es bastante irónico que la llamada gente "menos avanzada" [en referencia a los indígenas y nosotros agregaríamos a los campesinos y campesinas] son los que toman la iniciativa para tratar de protegernos a todos nosotros, mientras que los más ricos y poderosos entre nosotros son los que están tratando de llevar a la sociedad hacia la destrucción".

Los autores son Docentes de Sociología Rural (cátedra Giarracca) –FSOC-UBA, Investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Temas: Movimientos campesinos, Tierra, territorio y bienes comunes

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