México: Fracking y ecocidio, la triste realidad que vive Veracruz

Idioma Español
País México

Durante la reciente Cumbre Tajín, el músico y activista aprovechó su estada para ir a ver la Ciudad Petrolera de Poza Rica y a todas las empresas que están haciendo fracking en Veracruz. Su texto, muy sentido, muy hondo, lo transcribimos aquí para seguir defendiendo la vida y el futuro para nuestros hijos.

Los poblados son sucios y con negocios que se repiten como un loop, sin cesar: bares, tiendas de agroquímicos y farmacias. Foto: Cortesía

Ciudad de México, 25 de marzo (SinEmbargo).- Con motivo de la presentación de Café Tacvba en el Festival Cumbre Tajín 2018, viajé al norte de Veracruz, área geográfica llamada el Totonacapan. Estando allí, me encontré con una defensora de derechos humanos y del territorio, quien me llevó a ver de cerca la triste realidad que está viviendo Papantla.

Partimos desde mi hotel en la ciudad petrolera de Poza Rica (conocida en el pasado como la capital del petróleo) en su auto compacto. De inmediato abrimos las ventanas para recibir algo de fresco, ya que la temperatura ambiental era elevada. A los pocos minutos de camino, mis manos se sentían grasosas y el cabello igualmente pegajoso, además el olor en el ambiente era como suele ser en Poza Rica, a azufre y petróleo.

Una vez que salimos de la ciudad de Poza Rica, comenzaron a aparecer poblados y comunidades, que de entre la vegetación y terrenos de cultivo, conviven con pozos de extracción. Casas, pozos de petróleo, maizales, escuelas y quemadores de gas (algunos queman ese gas natural que es 86 veces más dañino a la atmósfera que el CO2) conviven en un mismo espacio.

Los poblados son sucios y con negocios que se repiten como un loop, sin cesar: bares, tiendas de agroquímicos y farmacias.

Me compartió mi acompañante que aproximadamente desde el 2010, cuando comenzaron a llegar compañías privadas, en su mayoría transnacionales y con las que Pemex (Petróleos Mexicanos) ha hecho convenios para la exploración y extracción de hidrocarburos, la zona se encareció. Llegó la marabunta petrolera.

Esta zona ha tenido de antaño esa vocación petrolera, pero no es ancestral. Como muchos de nuestros males del mundo actual, proviene de hace poco menos de siglo y medio y con el paradigma de la Revolución Industrial. Maldita sea.

Pero eso no es lo peor, en estos años recientes con este nuevo auge extractivista, llegaron los monocultivos, de cítricos y de maíz hojero, como ejemplo, que utilizan cantidades enormes de agroquímicos; llegaron los giros negros, esos bares con tráfico de personas y con ello, el narco, las desapariciones, los levantamientos.

EN MÉXICO VIVIMOS EN GUERRA

Existe aquí la organización “Familiares en Búsqueda María Herrera”, que suman más de 55 familias en búsqueda de sus ausencias. Son los menos, la mayoría de los casos no son denunciados; la población está llena de miedo, es decir, se impuso en la vida de la región todo el paquete caótico, oscuro e involutivo de la guerra, que aún cuando nadie quiere reconocerlo, seguimos viviendo hoy los mexicanos. Sí, en México vivimos en guerra y hay que decirlo.

Ya fuera de la ciudad nos encontramos con hermosos paisajes de cultivo de cítricos, en los que aquí y allá, se ven pozos de fracking. Y pienso en lo tanto que me gusta el jugo de naranja y en que el marchante de mi mercado local donde compro mi fruta, dice que las naranjas son traídas desde Veracruz, quién sabe, probablemente de aquí, de Papantla. Toda esta tierra está contaminada y aquí crecen esas idílicas frutas, ¡de las que bebo mis deliciosos jugos!

El peligro de volar en mil pedazos está latente día y noche. Foto: Cortesía

N.d.R: Debido a la baja permeabilidad de las lutitas, la extracción de los hidrocarburos requiere la utilización de la fracturación hidráulica o fracking. Esta técnica parte de la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales en la lutita, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones. A través de estos pozos horizontales se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de los hidrocarburos de los poros. Pero este flujo disminuye muy pronto, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Por este motivo, la fracturación hidráulica conlleva la ocupación de vastas extensiones de territorio.

Más adelante llegamos a un poblado y entre tiendas de la esquina y casas, se levantan señalizaciones de pozos: 7-3-99-74-14, y así…está plagada la población. Si uno mira hacia dentro de las brechas, en terrenos no tan baldíos, allí están los pozos. Pero la gente no hace la conexión de por qué tantos casos de cáncer. Una enfermedad en incremento en la región. Es común tener algún pariente enfermo o muerto de cáncer y ellos no conectan el enorme número de pozos con el incremento de enfermos.

Nos detuvimos cerca de la carretera, en un campo donde conviven pozos de hidrocarburos convencionales y de fracking. En la superficie se miran estructuras metálicas que llaman arbolitos, con ayuda de los que se extraen los hidrocarburos; por su diseño y al caer las lluvias, acumulan agua que se mezcla con grandes residuos de crudo que fácilmente pueden contaminar su entorno. Bajamos del automóvil para tomar algunas fotografías, pero a los pocos minutos, huimos del lugar; coincidimos que éste, no es nuestro bosque.

A los pocos cientos de metros de ese bosque maldito, nos aparece el bellísimo e impresionante río Tecolutla. No es difícil imaginar, a donde van a parar todos esos millones de litros de agua combinados con químicos súper tóxicos.

Una vez que cruzamos el puente, aparece un remanso; una reserva creada por la cooperativa “Tahlpan”. Las mujeres se organizaron y decidieron que allí no entraría el fracking ni la actividad petrolera. Como alternativa a la miserable derrama económica que genera esta actividad en las comunidades, la mujeres organizaron un parador turístico, donde se sirven delicias de la comida Totonaca; “Minchik” (mi casa, en totonaco) le llamaron. Alternativa esta que les costó sudor, sangre y lágrimas, pero que con valor y determinación defendieron y hoy se ven sus frutos: los cerros conservan su riqueza y esplendor.

Los cerros aquí son tan bellos, con especies animales y vegetales únicas. De entre los helechos que parecieran de tiempos prehistóricos, y de abuelos árbol gigantescos, de vez en vez asoman tucanes y murciélagos; armadillos y tlacoaches, osos hormigueros y una especie de felino inofensivo que juega en las copas de los arboles. Aquí la vida sigue floreciendo y se ve en la sonrisa de los niños.

LOS SUEÑOS SE DISOLVIERON

Pero no hemos parado. Seguimos de largo hasta la comunidad de Emiliano Zapata, donde el quemador que se encuentra en el centro mismo de la población, genera un ruido tal, que por mucho tiempo se acallaron las conversaciones, los sueños se disolvieron.

Los pobladores de esta pequeña comunidad, viven y duermen con miedo y cómo no, si a lo largo y ancho del asentamiento están tiradas tuberías que transportan hidrocarburos flamantes, químicos.

El peligro de volar en mil pedazos está latente día y noche. Sin embargo los petroleros con esa benevolencia del poderoso a cambio les entregaron a los pobladores, un comedor comunitario: una estructura de unos 20 x 7 metros donde se reúne la comunidad y que habrá costado lo que unos 100 barriles de crudo, en comparación a los 7 mil barriles que se producen al día.

También les ‘donó’ una ambulancia para que transporten a sus enfermos, a quién sabe donde, pues por aquí no hay centro de salud. También les llevaron alimentos para el comedor comunitario: latas de verdura y atún, que generaron más desperdicio, basura y contaminación y que alienta a la comunidad a perder sus costumbres alimenticias. Nuevamente recae en las comunidades la responsabilidad de atender los problemas derivados de la extracción de hidrocarburos (arroyos contaminados, enfermedades, falta de comida sana, tierras inservibles).

Otra de las paradas fue en una fuga de crudo y aguas congénitas, que lleva tres años derramando su letal contenido y donde para subsanar el daño se colocaron un par de diques con materiales plásticos que contienen en parte el crudo que a cada segundo se derrama, mas no la contaminación que pinta de colores arcoíris el riachuelo al que se vierten las tóxicas sustancias y que corre por los campos, libremente.

Ya de regreso, ahora sí nos detuvimos en el Minchik, donde nos ofrecieron deliciosos bocoles con miltomate, una especie de tomate silvestre, orgánico, y que es tan delicado que si el vecino utiliza agroquímicos, este se muere. Su sabor es delicioso y vibrante. Tomamos también una infusión de zacate limón y disfrutamos de una deliciosa conversación, con sonido de fondo de la selva y la rana.

Mas no la contaminación que pinta de colores arcoíris el riachuelo al que se vierten las tóxicas sustancias y que corre por los campos, libremente. Foto: Cortesía

DE REGRESO

De regreso a mis actividades profesionales me siento tan triste una vez en las instalaciones de la Cumbre Tajín, donde la cultura hace lo mejor de sí, para ayudarnos a sobrellevar esta situación, inconsciente para casi todos, esa bomba de tiempo a la que le quedan pocos segundos para terminar con toda esta belleza que es la vida.

Me pregunto si todas las personas que trabajan en esos ramos, desde los niveles más bajos, hasta los más altos ejecutivos, no pueden hacer la conexión entre su labor tóxica y el jugo que se toman por la mañana y el taco que le sirven a sus hijos; porque en algún momento comerán esos ejecutivos y se echarán un taquito y lo compartirán con su familia. Nuestra desconexión es grande. Lo que sucede en esta región y que apoyan todas esas personas con sus actividades profesionales, ese proyecto de progreso, se lo están haciendo a ellos mismos y sus familias, se lo hacen al planeta y a todos los que en él vivimos. ¡Se lo hacen a la vida!

Pero todos somos responsables y si dejamos que esto suceda, por ejemplo, con la nueva ley Energética, la cual ya es un hecho en ese mundo de Leyes Inconscientes o La Ley Pichardo, la cual es un proyecto y a la que debemos oponernos enérgicamente y que va dirigida a la privatización del agua y sus propósitos extractivistas, estamos permitiendo nos envenenemos con nuestros propios alimentos, con nuestra agua, nuestro aire.

Debemos informarnos, organizarnos exigir el cumplimiento de nuestros derechos, pero más importante aún, conectemos con nuestra conciencia, veamos el daño que nos estamos haciendo a nosotros mismos, por una supuesta idea de progreso, de inversión, de economía…nada de eso vale la pena.

Nos estamos disparando a nosotros mismos en nuestra existencia. cambiemos el paradigma, vivamos de una forma diferente, desarticulemos, desmantelemos este oscuro sueño de la razón. Amemos, amémonos.

¡No al fracking, ni aquí ni allá, ni nunca! ¡Que viva la vida!

Por Rubén Albarrán

Fuente: Sin embargo

Temas: Petróleo

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