Una droga llamada glifosato

Idioma Español

"Contrario a la costosa propaganda comercial que la transnacional Monsanto difunde por el mundo sobre las virtudes del glifosato, se acumula cada vez más evidencia que este herbicida ni es medioambientalmente seguro o biodegradable, ni es absolutamente inocuo e inofensivo para los seres humanos y las abejas."

Por moc.liamtoh@85AREVIRORDEP

 

Desde hacía más de dos décadas, diversos sectores en diferentes partes del mundo, venían denunciando que el ingrediente activo más utilizado en la formulación de herbicidas a nivel mundial, el glifosato, constituía una de las principales fuentes de contaminación de ríos y arroyos y tenía efectos tóxicos evidentes sobre los organismos vivos, incluyendo al ser humano. Activistas sociales, ecologistas, campesinos y hasta científicos, advertían constantemente sobre las consecuencias que este veneno, convertido en una verdadera droga en las fumigaciones masivas del Plan Colombia o en las inmensas plantaciones argentinas de soja, dejaba a su paso.

 

Hubo que esperar hasta marzo del año 2015, cuando la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), después de un año de revisión de la literatura científica sobre el glifosato, concluyese que es un “probable carcinógeno humano”, lo que lo sitúa en la categoría de venenos del grupo 2A, que se utiliza cuando existen “pruebas limitadas” de que causa cáncer en animales de laboratorio, daños cromosómicos y en el ADN. Esta revelación de una agencia tan reconocida de la OMS en el área del cáncer, debiera obligar a todos los países a adoptar de inmediato, todas las medidas necesarias para proteger los ecosistemas y la salud humana, ya que este ingrediente que se utiliza en más de 750 productos o sustancias químicas diferentes, viene aumentando considerablemente su uso en el mundo, con la introducción creciente de cultivos genéticamente modificados tolerantes a herbicidas.

 

El glifosato, herbicida estrella de la insaciable megaempresa Monsanto --que viene pretendiendo engullirse a la corporación Syngenta-- ha sido responsable, según investigaciones realizadas, de diversas malformaciones encontradas en trabajadores agrícolas y en pobladores cercanos a las plantaciones, principalmente de soja, en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Por eso las conclusiones del IARC no pueden servir, para plantearse únicamente un posible reemplazo del herbicida por otros tan o más tóxicos. Esta situación abre la extraordinaria oportunidad en todos los países, de redefinir, para beneficio de todos sus ciudadanos y del ambiente, su modelo de producción agrícola por uno menos contaminante y más ecológico.

 

Contrario a la costosa propaganda comercial que la transnacional Monsanto difunde por el mundo sobre las virtudes del glifosato, se acumula cada vez más evidencia que este herbicida ni es medioambientalmente seguro o biodegradable, ni es absolutamente inocuo e inofensivo para los seres humanos y las abejas. Ya en octubre del 2009 el Tribunal Supremo francés, confirmaba la condena definitiva a Monsanto por 15,000 euros, por presentar publicidad engañosa de su herbicida Roundup. Este traspié en suelo galo, se une ahora, más recientemente, a un informe del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional de La Plata, que aseguran que la cuenca del río Paraná está contaminada con el herbicida glifosato. Mientras en una investigación publicada por la Dra. Nancy L. Swanson, Andre Leu y otros, en el Journal of Organic Systems en noviembre del 2014, aseguraban haber encontrado en los últimos 20 años en los Estados Unidos, una relación entre el aumento significativo de 22 enfermedades crónicas con el incremento del uso de glifosato y el cultivo de soja y maíz transgénicos.

 

En muchos países al conocerse el informe del IARC, se reaccionó de inmediato. Aparecieron solicitudes de proceder a prohibirlo en Brasil y Argentina; mientras en Colombia se suspendieron las fumigaciones aéreas contra las plantaciones de coca y amapola. En Panamá, donde el glifosato también es ampliamente usado por nuestra agricultura, no se conocen declaraciones públicas de las autoridades de salud, agropecuaria o del ambiente, sobre los daños que éste puede estar causando a los panameños. Tampoco tenemos noticias que grupos ambientalistas o asociaciones de protección al consumidor, hayan mostrado algún síntoma de preocupación o alarma.

 

Sin embargo, y como era de esperarse cuando el cuestionado es el que aporta al gigante Monsanto, más de un tercio de sus ingresos y en el cual descansa la mayoría del diseño de sus semillas modificadas, rápidamente al informe del IARC, le salieron sus detractores e impugnadores. Así, en mayo del 2016 en la Reunión Conjunta FAO/OMS sobre Residuos de Plaguicidas (JMPR), un grupo de expertos y científicos de ambos organismos y algunos se cree, con estrechos vínculos con Monsanto y sectores de la industria química, alimenticia y farmacéutica estadounidenses, emitieron un comunicado asegurando que es improbable que el glifosato provoque efectos carcinógenos en los humanos. De este modo se pretende invalidar los resultados que un año antes, encontraran los expertos de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se respaldan los esfuerzos que Monsanto viene haciendo en la misma dirección, con una batería de profesionales de la comunicación, académicos y científicos prestigiosos.

 

No hay duda alguna que el glifosato, por tratarse de un herbicida tan amplia y masivamente usado en el mundo, no solo en la agricultura, sino en carreteras, jardínes y huertos familiares; y por sus numerosos riesgos y reportes de daños que su uso provoca en los ecosistemas y la salud de los seres humanos, debiese ser evaluado con urgencia y la rigurosidad y objetividad necesarias, sobre todo porque el mismo no solo ha demostrado ser peligroso, sino porque se asocia con la errática e impredecible tecnología de los cultivos transgénicos. Es tiempo que los intereses mercantilistas y lucrativos de una empresa tan poderosa como Monsanto, no sigan prevaleciendo por encima de los intereses de nuestro planeta y de toda la humanidad.

Temas: Agrotóxicos

Comentarios