Sin fiestas en el Bajo Aguan: conflicto y robo de tierras en Honduras

Idioma Español
País Honduras

En Honduras no han estado para fiestas. La industria de los biocombustibles en Centroamérica tiene como consecuencia el desplazamiento de la población campesina, la destrucción de bosques, pérdida de soberanía alimentaria y calentamiento global.

 

Una mala combinación: palma, militares y campesinos

 

El grave conflicto actual en el Bajo Aguán, en Honduras, es por las tierras que fueron usurpadas a los campesinos por terratenientes palmicultores ávidos de dinero y poder. Ha habido varios asesinatos y la población se ha visto desplazada. En este momento una persona se encuentra desaparecida. Se requiere urgente solidaridad de personas y organizaciones de todo el mundo.

 

Los campesinos del Bajo Aguán cultivan alimentos para su subsistencia y la de sus familias en las tierras en cuestión. En busca de reconocimiento de su ilegitimidad, el régimen de facto de Porfirio Lobo medió una negociación entre campesinos y terratenientes, para que los campesinos pudieran acceder a 11.000 hectáreas de tierra que se comprarían con fondos públicos a un terrateniente bajo la condición que sembraran palma aceitera en la mitad y la vendieran al mismo terrateniente. Detrás de las condiciones un sólo nombre: el del terrateniente Miguel Facussé Barjum.

 

En Honduras se dice de Miguel Facusse, el palmicultor más poderoso, que se apoderó de sus tierras por métodos fraudulentos, pagádolas a menos del 10% de su valor. También se le acusa de perseguir y atacar sistemáticamente a los campesinos. Todas las fuentes coinciden en afirmar que es el responsable directo de varios asesinatos en el Aguán: en 2010, tres en agosto, una en septiembre, y cinco en noviembre. También en los primeros días de enero 2011 ya ha habido noticias de dos jóvenes campesinos seriamente heridos y un desaparecido, periodista vinculado al MUCA. "Para qué se acercan a mis propiedades sabiendo que mis hombres estaban armados" se ha oído decir a Facussé. Existe además un teatro mediático para justificar la masiva operación militar, alertando a la población sobre la supuesta presencia de "campesinos guerrilleros, entrenados en el extranjero".

 

Se sabe también que Facussé es uno de los pilares del golpe de estado perpetrado en Honduras el año pasado. Es propietario de empresas como Mejores Alimentos, Químicas Dinant, Exportadora del Atlántico, así como de procesadoras de aceite en la zona del Bajo Aguán, algunas financiadas con millones ya concedidos por el IFC del Banco Mundial, o a la espera de aprobación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Centroamericano de Integración Centroamericana (BCIE) o la DEG alemana, según informaciones difundidas por la propia empresa. Pretende beneficiarse también del incipiente 'mercado de carbono' que en vez de dar solución real al cambio climático permite a las industrias de los países del Norte a seguir contaminando. Para ampliar su actual radio de exportación a Centroamérica y México, tiene ahora en la mira a Europa y Estados Unidos. Ninguno de estos organismos o gobiernos parece tomarse en serio las cuestiones de derechos humanos y se continúa con los negocios como si tal cosa.

 

Así se van gestando complicidades con la perversidad detrás del negocio de los biocombustibles y de atroces violaciones de derechos humanos asociadas a la expansión del cultivo de la palma aceitera a nivel mundial. Y esto se hace bajo los términos "sostenible", "energía renovable" y "mecanismo de desarrollo limpio" bajo los que se gesta un gran lavado verde de la imagen de la industria, para lo que la producción de biocombustibles grandemente promocionada por las políticas europeas de biocombustibles se presta encantada.

 

Se requiere solidaridad internacional, la de todos nosotros. Invitamos a todos a sumarse a esta carta de solidaridad con los campesinos hondureños del Bajo Aguán, firmando el formulario que se encuentra aquí (al pie).

 

Fuente: Salva la Selva

Temas: Agrocombustibles, Tierra, territorio y bienes comunes

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