Transgénicos: noticias de México. Boletín N° 110 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos

En México, varios acontecimientos están teniendo lugar en relación con la problemática de los organismos genéticamente modificados. Por un lado, la contaminación genética de las variedades tradicionales de maíz ha desencadenado la indignación de las poblaciones indígenas u campesinas de ese país, que es la cuna de ese cultivo

La contaminación ha sido ya confirmada por un estudio, el mismo que ha sido ampliamente distribuido por Greenpeace México.

Al mismo tiempo, en la Cámara de Representantes se está discutiendo una ley de bioseguridad, la misma que ha sido rechazada por muchos sectores de la sociedad mexicana.

Estos y otros puntos serán analizados en este boletín

CONTENIDO

1. Hood Robin, el maíz y la Ley de Bioseguridad - Silvia Ribeiro
2. Artistas e intelectuales repudian la ley de promoción de transgénicos
3. Rechazar maíz transgénico, pide comisión del TLC - Guillermina Guillén
4. Diconsa, maíz transgénico y autonomía - Silvia Ribeiro

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1. Hood Robin, el maíz y la Ley de Bioseguridad

Silvia Ribeiro

Privatización eléctrica, de recursos naturales y agua, de instituciones de educación, de investigadores, de cultura y antes IVA en alimentos, medicinas, libros… la lista parece interminable y aunque responde al mismo modelo, no deja de sorprender y provocar reacciones de sectores sociales directamente afectados y muchos más. Como han dicho varios analistas, se trata de Hood Robin: despojar a los que menos tienen para dárselos a los que tienen más.

Y los que tienen más, cada vez son menos: el valor de las fusiones y adquisiciones corporativas a nivel global pasó en una década, desde 1990, de 462 000 millones de dólares a más de 3 500 000 millones de dólares. Las megacorporaciones presionan para abrir todos los mercados y apropiarse de cada vez más sectores, desde recursos naturales hasta cadenas de producción y servicios.

El tema del maíz transgénico y la iniciativa de ley de bioseguridad están en el mismo marco. Apuntan al despojo a los campesinos y pequeños productores mexicanos a favor de las grandes transnacionales de semillas y distribución, que controlan este recurso estratégico. Quién controle las semillas tiene la llave de la cadena alimentaria.

Sólo cinco empresas transnacionales son dueñas de la totalidad de semillas transgénicas cultivadas comercialmente en el mundo: Monsanto, Syngenta (Novartis y Astra Zeca) Bayer (Aventis), Dupont (Pioneer Hi Bred) y Dow. A Monsanto que tiene el 90% de este mercado, le ha ido bastante mal: sus acciones cayeron de 51 dólares en 1999 a 25 dólares actualmente. Sus productos encontraron una fuerte resistencia de los consumidores por el riesgo a la salud y al medioambiente, fundamentalmente en Europa y Japón. Casi no han podido salir de los mercados cautivos que tienen en Estados Unidos, Canadá y Argentina donde los productores no pueden elegir porque tienen contratos que los sujeta a las empresas semilleras. En esos mismos países, responsables del 96% de la producción mundial de transgénicos, las estadísticas muestran que la soya transgénica tuvo menor productividad y usó más herbicidas. El maíz transgénico insecticida Bt tuvo un leve aumento de producción (0,6% en Estados Unidos) que no compensó el costo extra porque la semilla transgénica es más cara. El maíz y el algodón insecticidas Bt han ido generando resistencias en las plagas que dice combatir disminuyendo la poca ventaja que lograron en los primeros años y estimulando el uso de otros químicos.

En este cuadro, las empresas biotecnológicas están desesperadas por abrir nuevos mercado donde colocar sus tecnologías que pierden efectividad en los países que las usan. Ante esto, los países del Sur son un mercado codiciado.

Son muchos millones, hay poca información y les provee legitimidad moral al arrogarse que dan de comer a los hambrientos.

Conquistar el mercado mexicano es particularmente importante, sobre todo en maíz, porque dría el mensaje de que una vez liberados en el centro de origen, los demás países tienen menos argumentos. Para esto, las empresas han encontrado dos trabas cruciales: la moratoria a la siembra de maíz transgénico, y la falta de vías legales para su comercialización. Villalobos de SAGARPA, a nombre de la presidencia de la CIBIOGEM anunció a la prensa el 4 de noviembre (del 2003) que “de facto“ levantaría esta moratoria. Curiosamente, la transnacional Dupont ya había asegurado el día anterior a la prensa que México permitiría la comercialización de transgénicos. Ni Villalobos ni la CIBIOGEM explicaron cómo se había superado los problemas que dieron origen a la moratoria. No podría hacerlos: no se ha superado ninguno. Por ejemplo, en 1999 cuando comienza la moratoria, uno de los riesgos planteados era el de contaminación de las variedades nativas, cosas ahora comprobada. La otra traba es la falta de legalidad: por eso el gran apuro para que el Congreso de la Unión apruebe una ley de “bioseguridad“ que fue diseñada a la mediad de la transnacionales.

Una de las cosas más perversas de esta iniciativa de ley de “bioseguridad es que nombra muchos temas cruciales que deben tenerse en cuenta. Por el mismo texto los acota, dejándolos irreconocibles y asegurando que no pasen de retórica. Se dice (¿a quién?), y para ello no se habla de principio de precaución sino de “enfoque“, rematando con la afirmación que se aplicará “conforme a las capacidades“. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible“ se tomará medidas en función de los costos. Es como decir que existe el principio “no matarás“, pero con un enfoque, que se aplicará si hay capacidad, en caso de que sea adecuado y no sea muy caro. Todo el texto está plagado de situaciones similares.

Nunca antes de los transgénicos se había movilizado tantos recursos públicos internacionales y nacionales para beneficiar a tan pocos, obviando además las preguntas fundamentales: ¿se necesitan los transgénicos? No. Hay enorme cantidad de alternativas sin riesgos y que afirman la soberanía y la producción nacional. ¿A quién beneficia? Hood Robin lo tiene claro: es otro poderoso instrumento para seguir enriqueciendo a las transnacionales a costa de los recursos básicos de la mayoría de la gente

La Jornada
Noviembre 2003

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2. Artistas e intelectuales repudian la ley de promoción de transgénicos

Escritores, artistas plásticos y gráficos, actores, actrices, cantantes y académicos rechazaron enérgicamente el texto de la actual iniciativa de Ley de bioseguridad y organismos genéticamente modificados (LBOGM) que se está discutiendo en la Cámara de Diputados de México.

En una carta pública, artistas e intelectuales expresan: "Rechazamos enérgicamente la actual propuesta de Ley de Bioseguridad debido a que:
- viola los derechos de campesinos, indígenas y consumidores,
- pone en peligro la producción agrícola orgánica y convencional,
- no protege el medio ambiente y nuestra diversidad genética,
- infringe el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad.

"Esta propuesta beneficia únicamente a las transnacionales agrobiotecnológicas y a la industria agroalimentaria. Peor aún, propone sanciones para campesinos que siembren OGM, pero no para las empresas que los importan sin separarlos, sin identificarlos (mediante etiquetado) y sin informarlo a productores y consumidores.

"Esta ley, que nos afecta a todos, no incluye los aportes de organizaciones civiles, campesinas, indígenas, académicas ni considera el informe sobre la contaminación genética del maíz mexicano hecha por la Comisión para la Cooperación Ambiental. Esta ley no puede aprobarse como está escrita".

En este momento, nueve legisladores están elaborando el dictamen de esta ley. Ellos, integrantes de las comisiones de Agricultura, Ciencia y Tecnología y Medio Ambiente, son Eloísa Talavera (PAN), Isidro Camarillo (PAN), Francisco Javier Lara (PAN), Arturo Robles (PRI), Ulises Adame (PRI), Omar Ortega (PRD), José Luis Cabrera (PRD), Antonio Mejía Haro (PRD) y Jacqueline Argüelles (PVEM).

A ellos, los firmantes les demandan que dicha ley:
- sea de orden público e interés general y aplique el principio precautorio;
- prohíba la liberación de cultivos transgénicos en centros de origen, zonas de diversidad y áreas naturales protegidas, especialmente del maíz;
- garantice la soberanía y la seguridad alimentarias y el derecho a una alimentación de calidad y culturalmente adecuada;
- garantice el etiquetado obligatorio de alimentos que contengan OGM;
- segregue e identifique los OGM y proteja las semillas criollas;
- contemple la participación ciudadana y la consulta pública, e
- incluya mecanismos de indemnización y responsabilidad.

"Emplazamos a los diputados a tomar en cuenta a todos los sectores, pues esta ley afectará para siempre la agricultura nacional, la biodiversidad, la forma en que comemos y a los consumidores. Llamamos a nuestros representantes a legislar con responsabilidad, para toda la sociedad".

La lista de firmantes

Damián Alcázar, Sofía Álvarez, Angélica Aragón, Homero Aridjis, Sergio Basáñez, Humberto Beck, Juan Manuel Bernal, Bruno, Demián y Odiseo Bichir, Cintia Bolio, Héctor Bonilla,Diana Bracho, Pilar Campesino, Alberto y Francisco Castro Leñero, Regina Cinta, José de la Colina, Ariela Cordero, Julieta Egurrola, Lena Esquenazi, Manuel Felguérez, Liliana Felipe, "El Fisgón", Angel Flores Torres, Fernando Gálvez de Aguinaga, Gael García, Blanca Guerra, Patricia Gutiérrez-Otero, Astrid Hadad, Antonio Helguera, Helioflores, José Hernández, Luis Hernández Navarro, Leticia Huijara, Juan Infante, Cisco Jiménez, Daniel Jiménez Cacho, Arnoldo Kraus, Gilberto López y Rivas, Diego Luna, Gabriel Macotela, Damián Mendoza, Lorenzo Meyer, Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, Alejandro Nadal, Silvia Navarro, Roberto Ochoa, Anilú Pardo, Patricio, Mercedes Pedrero, Carlos Pellicer, Perico el Payaso Loco, Elena Poniatowska, Rapé, Gabriela Retes, Jaime Reynoso, Rius, Jean Robert, Jesusa Rodríguez, Octavio Rodríguez Araujo, Rosamaría Roffiel, Javier Sicilia, Rafael Simón, Cecilia Suárez, Paco Ignacio Taibo II, Francisco Toledo, Eréndira Valle y Juan Villoro.

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3. Rechazar maíz transgénico, pide comisión del TLC

Guillermina Guillén

El Universal
Martes 19 de octubre de 2004
Nación, página 1

Es una amenaza para la base alimentaria de los mexicanos, advierten. Insta a restringir importación

La Comisión de Cooperación Ambiental (CCA) del Tratado de Libre Comercio de América del Norte recomendó al gobierno de México mantener e, incluso, fortalecer la moratoria al maíz genéticamente modificado, o transgénico (que principalmente se importa desde Estados Unidos). Es decir, que continúen restringidas la producción, la comercialización y la importación de esos productos.

También, la CCA recomienda a México que, antes que promover al maíz transgénico, ponga en marcha un programa de apoyo e incentive económicamente a los campesinos que estén dispuestos a mantener sus prácticas agrícolas tradicionales y a adoptar prácticas de reproducción para preservar las variedades locales, a fin de impedir o minimizar la "introgresión" o "contaminación" de genes alterados por métodos científicos.

De acuerdo con dictámenes estrictamente científicos solicitados por la Comisión de Cooperación Ambiental, el maíz transgénico representa una amenaza a las variedades criollas producidas en nuestro país por métodos tradicionales y, de no tomar medidas precautorias, la base alimentaria de los mexicanos estará en riesgo.

La recomendación de la CCA incluye además la necesidad de que Estados Unidos etiquete el grano que envía a México (5 millones de toneladas al año, de los cuales 30 por ciento son transgénicos) y, de ser necesario, lo introduzca ya molido para evitar que los campesinos lo siembren por error y se generen nuevas "contaminaciones" como las ocurridas en Oaxaca y Puebla.

Para los expertos de Estados Unidos, Canadá y México convocados por la CCA para este informe el problema es que, a diferencia de los dos primeros países, el nuestro es "centro de origen" del maíz y "el volumen y la forma en que se consume dicho grano difieren enormemente con las demás naciones".

"El grano es fundamental para la dieta mexicana, razón por la que tanto los transgenes ya aprobados como los propuestos para su futura introducción en México requieren especial consideración", señala el informe.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, un mexicano consume en promedio 220 kilogramos de maíz al año. Es decir, más de medio kilo diariamente.

Para la CCA, estos elevados niveles de consumo ponen a México en un caso de excepción en cuanto a los transgénicos, pues de no mantenerse una vigilancia estricta podría haber impactos negativos no sólo para la seguridad alimentaria del país, sino incluso para la salud de sus habitantes.

En Estados Unidos, hasta 2003, se tenían registradas alrededor de 20 variedades de maíz transgénico para su uso comercial, mientras que Canadá tiene registradas actualmente 10 variedades del grano.

México tiene una moratoria de facto y no ha autorizado ninguna variedad para cultivo comercial, pero sí seis para importación con fines de alimentación, forraje o procesamiento.

Greenpeace se adelanta; silencio en Semarnat

Este lunes, Greenpeace dio a conocer el reporte de la CCA que el gobierno mexicano a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales pretendía divulgar hasta el 13 de noviembre próximo, pese a que estaba listo desde junio pasado.

Por la noche, Semarnat rechazó intenciones de no difundir el informe de la CCA y acusó a Greenpeace de haber obtenido el documento ilegalmente.

Se mantuvo en la posición de publicar el informe de la CCA el 13 de septiembre y dijo que esperará que se revise la autenticidad del escrito y si está completo.

Frente a las instalaciones de la Semarnat, los activistas de Greenpeace ofrecieron una conferencia de prensa y entregaron copias del informe guardado por la Semarnat, no sin antes advertir que se hará público en Asia, Chile, Brasil y Centroamérica, además de que este martes viajarían a Oaxaca para entregarlo a las comunidades involucradas y que no habían recibido el documento.

Para Greenpeace, una de las razones del atraso estaría relacionada con la disputa que sostienen Estados Unidos y la Unión Europea. Esta última fue demandada por el gobierno de George Bush ante la Organización Mundial de Comercio por no aceptar la entrada de transgénicos a sus países miembros. Se cree que el caso de México puede ayudar a los europeos a ganar la controversia cuyos primeros resultados se prevén para estos días.

Un reporte histórico

En abril de 2002, 22 comunidades de los pueblos mixe, zapoteco y chinanteco (Oaxaca) recurrieron a la CCA para solicitarle la elaboración de un informe para conocer lo que había pasado con sus maíces y cuáles medidas podrían tomar para evitar mayores problemas.

Ahora, con el informe en su poder, los denunciantes aseguraron a EL UNIVERSAL estar satisfechos con las recomendaciones de la CCA, y determinaron prohibir el cultivo de otro maíz que no sea el que ellos mismos producen.

El documento de la CCA consta de 46 páginas y establece sus recomendaciones en los ámbitos de biodiversidad, salud, socioculturales y del flujo génico.

En ellas se incluye la prohibición del uso del maíz para producir fármacos y ciertos compuestos industriales no aptos para el consumo humano, como una medida preventiva. Incluso, advierte que estos usos deben ser prohibidos en otros países.

Considera necesario que la empresa Diconsa, dependiente de la Sedesol, establezca un compromiso de controlar la adquisición de maíz transgénico.

Fuente: Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano -Ceccam

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4. Diconsa, maíz transgénico y autonomía

Silvia Ribeiro

"No se puede gastar sin producir nada. A ver, ¿cuánta gente no se mantiene de nosotros? ¿Cómo se sostiene la ciudad, así tan grande como es? Pues gastando. No produce nada qué comer. En el campo la gente come lo que cultiva. ¿Cómo se van a mantener en la ciudad cuando haya puro dinero y no haya quien produzca qué comer?", nos pregunta Pedro de Haro, autoridad moral del pueblo wixarika, en Ojarasca, suplemento de La Jornada que con esta edición (18/10/04) cumplió 15 años. Los huicholes, como denominaron los españoles al pueblo wixarika, afirman que todo lo que tenemos nos lo dio la madre tierra, y que es nuestra responsabilidad cuidarlo así como devolverlo para que la vida de todos pueda seguir. Este principio tan claro logra sintetizar en pocas palabras la esencia de lo que ahora llamamos ecologismo y que para los wixaritari rige su vida cotidiana en pasado, presente y futuro.

Hay que recuperar nuestras propias economías, sigue Pedro de Haro, y afirmar las autonomías. Una base fundamental de esto es conservar, recuperar y usar las semillas tradicionales propias. No comprar a Diconsa, por ejemplo, que son los que llevaron el maíz transgénico a las comunidades.

Diconsa contesta a Pedro de Haro en una carta a El Correo Ilustrado de La Jornada (21/10/04), aclarando que no ha adquirido maíz de importación desde 2003, sino solamente a productores nacionales que cultivan maíz de manera tradicional, es decir, con granos sembrados habitualmente en nuestro país. También recuerda que "Diconsa está presente en prácticamente 93 por ciento de todos los municipios de este país, en 99 por ciento de los municipios que corresponden a microrregiones y en 96 por ciento de los municipios con características indígenas".

Por supuesto, este cambio en la política de Diconsa -que durante muchos años anteriores a 2003 compró maíz importado de Estados Unidos con alta presencia de transgénicos, y que debido a la capilaridad de su red de tiendas de abasto rural llegó con los granos contaminantes a la mayor parte del país- es positivo. Sin embargo, es una victoria que se debe a las continuas denuncias que organizaciones campesinas, indígenas, ambientalistas y sociales realizaron a lo largo de muchos años señalando a Diconsa como uno de los responsables de la contaminación transgénica del maíz nativo. Durante ese tiempo, esta empresa no se dignó informar ni contestar las demandas de las organizaciones. Cuando finalmente cambió algo su política, tampoco lo informó con amplitud entre las comunidades, con tal de escamotear el logro social de éstas. En cambio "corrige" a Pedro de Haro, seguramente por la autoridad que él representa en todo México, como si el cambio hubiera sido una graciosa concesión de Diconsa y no producto de la protesta social. Aun ahora, no informa cómo garantiza que el maíz que distribuye no está contaminado a consecuencia de sus actividades de los años anteriores.

Los principales afectados, las comunidades rurales, no fueron adecuadamente informados. Pero no sólo ellas. Tampoco la propia Comisión para la Cooperación Ambiental del TLCAN, que a petición de comunidades de Oaxaca y organizaciones ambientalistas produjo el informe Maíz y biodiversidad: efectos del maíz transgénico en México. En éste se señala a Diconsa como una de las fuentes de contaminación y riesgo de continuación de la misma. La recomendación número 7 del informe fechado el 31 de agosto de 2004 (dado a conocer al público por Greenpeace frente a la demora intencional de las autoridades en hacerlo) dice: "El gobierno mexicano ha de notificar directamente a los campesinos locales la probabilidad de que el maíz distribuido por Diconsa contenga materiales transgénicos y que, por tanto, de acuerdo con la reglamentación vigente, no deben sembrarlo. Esta iniciativa ha de incluir un etiquetado claro y explícito de los costales, contenedores y silos en los que Diconsa almacena y transporta el grano, así como el firme compromiso de educar al respecto a los campesinos afectados".

Por supuesto, esto no se hace, pero paradójicamente Diconsa sí anuncia y "etiqueta" sus camiones con el sello de "Empresa Socialmente Responsable", otorgado por el Centro Mexicano para la Filantropía, sello que nos informa obtuvieron también empresas como Coca-Cola, Wal-Mart y Shell. Inevitable preguntarse qué querrá decir "responsabilidad social" en este contexto.

Por el contrario, las propuestas de autonomía expresadas por Pedro de Haro sí nos hacen pensar en la verdadera responsabilidad social: no olvidar que la contaminación transgénica existe ni a quienes la provocan, trabajar para contrarrestarla y prevenirla, reconstruyendo y fortaleciendo las economías locales y solidarias, fuera del control de las trasnacionales.

* Investigadora del Grupo ETC. Ver aquí

Nota: DICONSA, S. A de C. V es una empresa de participación estatal mayoritaria coordinada por la Secretaria de Desarrollo Social (SEDESOL) encargada del abasto de alimentos básicos en México.

Red por una América Latina Libre de Transgénicos
Coordinación: Acción Ecológica, Ecuador
E-mail: notransgenicos@accionecologica.org

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