"¿Agrotóxicos o Hambre?": una disyuntiva falsa en la producción sojera del Paraguay

Idioma Español
País Paraguay

Bajo el lema de "¿Agrotóxicos o Hambre?", las grandes transnacionales productoras de los herbicidas e insecticidas, en la década del '50, decían que tenían la fórmula perfecta para acabar con el hambre de la faz de la tierra

Con los agrotóxicos, cuyos componentes fueron utilizados anteriormente como armas químicas, por ejemplo, en la guerra con Vietnam, se iba a acelerar el rendimiento de plantaciones y la humanidad se salvaría del flagelo de las pestes. La oposición que hacían entre el hambre y los agrotóxicos, en claro uso de la retórica, ya dejaba de manifiesto, que en realidad de lo que no se sustraería la humanidad es de la imposición de una nueva forma de producción por órdenes del capitalismo mundial.

Sin embargo, más de 50 años después, no sólo no cumplieron con su cometido, sino que desde las ciencias sociales se ha demostrado que existe una relación entre la utilización de estos productos con el aumento de la pobreza, y por lo tanto del hambre.

Según los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para al Agricultura y la Alimentación (FAO), los que pasan hambre suman ya 842 millones, es decir, 1 de cada 7 habitantes del planeta. De continuar la tendencia alcista de los últimos años, el número se incrementaría en 5 millones por año y, por el momento, nada parece indicar lo contrario.

El sociólogo Tomás Palau es mucho más categórico en su afirmación en que la premisa de la llamada "Revolución Verde" es falsa. Los agrotóxicos o agroquímicos ingresan fuertemente en nuestro país a mediados de la década del '60 con el paquete del Plan del Trigo tras la campaña liderada por la "Alianza para el Progreso", Posteriormente, los agroquímicos fueron utilizados para las dos materias primas que el Paraguay exportaba, que eran el algodón y la soja. En realidad, el problema no está en la utilización de agroquímicos, sino en la forma de producción, transparentada en la producción sojera.

La producción sojera en el Paraguay

En la producción agrícola del Paraguay la soja ha pasado, desde hace ya cierto tiempo, a constituirse en el producto de mayor relevancia desde el punto de vista de la superficie cosechada, el volumen de producción y los ingresos que aporta a la economía nacional.

Esta situación constituye un punto de partida altamente favorable a la producción sojera, tanto que parecería que el desarrollo podría tener a los productores sojeros como la vanguardia del progreso y el desarrollo humano.

La realidad, sin embargo, nos depara una sorpresa desagradable. Según el sociólogo José Nicolás Morínigo los daños pueden ser vistos en tres direcciones: La primera en referencia a los efectos que produce la expansión sojera en el capital natural como consecuencia de la destrucción, sobre todo de los arroyos y ríos, la deforestación salvaje y la degradación del suelo. La segunda, en las consecuencias negativas para la salud de la población campesina y, la tercera, en la destrucción de la agricultura campesina paraguaya y en consecuencia la desaparición de las bases materiales sobre la que se sustenta la cultura campesina, cuya importancia es fundamental para darle continuidad a una de las vertientes mas fuerte de la identidad paraguaya.

La producción de la soja, en su primera oleada en la década del '70, vino a beneficiar a la agricultura capitalista de tipo farmer, que vino con la inmigración brasilera, principalmente. Este tipo de producción se caracteriza por un alto grado de mecanización, producción extensiva e intensiva de la tierra, y por supuesto, la utilización de los agroquímicos.

El caso de la tierra y de los llamados "colonos brasiguayos"

Los llamados colonos brasiguayos constituyen el centro de una situación conflictiva no resuelta que incluso en los últimos tiempos tiende a agravarse. Como la producción de soja resulta altamente rentable precisamente por la ausencia de control de las leyes ambientales, tributos mas bien indirectos infinitamente mas bajos que las existentes en los países vecinos, la compra masiva de tierra que desplaza a la producción campesina e incluso ahora a la misma producción ganadera, es un hecho llamativo en el medio rural.

Pero el problema fundamental se plantea como consecuencia de un fuerte proceso de "latifundización" de la propiedad en los Departamentos de Alto Paraná, Kanindeyu y Amambay y en menor medida, aunque con una dinámica cada vez mas llamativa, en los departamentos de Caaguazú y Caazapá.

El proceso de colonización de la primera etapa hoy está absolutamente desfasada de la realidad. En efecto, de esa primera etapa quedan todavía colonos que se asentaron en las zonas limítrofes al Brasil, pero en la actualidad esa realidad ha cambiado sustan-cialmente. Lo que se observa es un fuerte proceso por el cual, tanto empresas como empresarios agrícolas, compran tierras de manera que la producción de mediana escala es suplantada por la producción a gran escala.

Los grandes terratenientes no están en el Paraguay, son terratenientes que viven en el Brasil, pero que tienen sus grandes extensiones de tierras en el Paraguay. Negocian desde el Brasil, financian desde el Brasil. Algunas veces en el Paraguay, pero las ganancias de la venta de soja fluyen hacia el Brasil. Es decir, mas que producir para la economía de nuestro país, lo que ocurre es algo mas simple y llamativo: Paraguay pone la tierra pero la ganancia se transporta a los núcleos financieros del Brasil.

Pero lo mas grave es que muchas veces el acaparamiento de lotes se produce de una manera absolutamente ilegal, a través de las compras de las llamadas derecheras, que obtienen los legítimos beneficiarios de las tierras públicas destinadas a la reforma agraria, antes que obtengan la titulación de los lotes. Lo que simplemente tienen es el derecho a la ocupación. De ahí la denominación de derechera que no otorga el derecho de transferencia dado que las tierras destinadas a las reforma agraria son inajenables e inembargables hasta los cinco años después del pago y de la titulación correspondiente.

Los empresarios brasileños compran esas derecheras y así van acrecentando rápidamente sus propiedades generalmente con apoyo de las autoridades judiciales locales.

Beneficio y costo social de la producción de soja

Todo costo social tiene, a largo plazo, también su costo económico, aumentando la desnutrición, acrecentando la pobreza, disminuyendo fuentes de trabajo, y lo peor de todo, por el proceso de descampenización, que por la exclusión social que genera, engrosa las zonas marginales de las ciudades.

La producción extensiva de soja y su mecanización representan, por ejemplo, que en 1000 ha. producidas, a lo sumo incorporan 20 personas como fuerza de trabajo, cuando con otro tipo de producción, con esas mismas dimensiones, se estarían alimentando unas 100 familias campesinas, lo que suma en promedio, unas 700 personas.

El desafío, por tanto, es la aplicación de un modelo de producción, mecanizado y modernizado, pero más respetuoso del medio ambiente y del ser humano. Y por supuesto, el Estado debe salir de su inacción y responder con políticas de una verdadera Reforma Agraria, por demás postergada, a la problemática instalada hoy en nuestra sociedad.

Revista Rebelión, Internet, 3-4-05

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