Argentina: Sante Fé: el callejón de las mujeres

Idioma Español
País Argentina

La granja La Verdecita es un proyecto pensado para jefas de familia que apostaron al trabajo en la tierra para salir de la crisis

"La incorporación al mercado de trabajo permite tanto generar ingresos como inserción social y desarrollo laboral y constituye una vía propicia para un proceso de empoderamiento económico y autonomía de la mujer", señala un informe de María Elena Valenzuela, sobre "Mujeres, Pobreza y Mercado de Trabajo" de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). De esto saben bien un grupo de mujeres que trabajan juntas desde 2003 y fueron artífices de la creación de la granja agroecológica La Verdecita, ubicada en Callejón Roca al 1800, al noroeste de la ciudad de Santa Fe, en el límite entre el ejido urbano y rural, en el cinturón hortícola. La crisis y las inundaciones hicieron que se reunieran mujeres de los diferentes barrios marginales, con la idea de buscar una solución a sus problemas. Así nació La Verdecita. "Se pensó en un proyecto ambientalmente sustentable de base agroecológica", explicó el ingeniero Alberto Lapolla. "La gente estaba mayoritariamente desocupada y perdió el hábito de comer en la mesa, ya que lo hace en los comedores, por eso se trató de rescatar que, a través de la producción, comiencen a cocinar sus propios alimentos", destacó.

Actualmente, la granja reúne distintas líneas de acción: huertas a campo y en invernáculo, fabricación de aceites y escobas, siembra de girasol con semillas orgánicas, dulces, producción avícola y apícola. Todo teniendo en cuenta las necesidades de las mujeres, para lo que se cuenta con el apoyo de diversas organizaciones.

"Los objetivos que nos unen son el de la soberanía alimentaria y la construcción de un nuevo paradigma productivo basado en la autogestión, en calidad alimentaria y ambiental y en tecnologías apropiadas", definió Nidia Kreig, del Centro de Estudios Políticos y Sociales de Género (Cepsgen), que trabaja en La Verdecita. Uno de los ejemplos de este modelo es la construcción de ladrillos de tierra. "Para fabricar el ladrillo común se sacrifican miles de árboles, no así con los de tierra, que además resultan más económicos", destacó Kreig.

En cuanto a la alimentación del grupo, la Red Interbarrial, el Sindicato de Amas de Casa, Acción contra el Hambre (ACH) y la Universidad Nacional del Litoral, entre otras organizaciones, plantearon solucionar los problemas de alimentación del grupo a partir de la producción para el autoconsumo. "Apoyamos a La Verdecita para fortalecer su seguridad alimentaria, ya que se trata de una población muy vulnerable", expresó Bárbara Mineo, de ACH. Esta organización aprovisionó a la granja de un molino, un gallinero para los vecinos de Callejón Roca, alimento balanceado, una incubadora de huevos y un kit de herramientas para trabajar la tierra (palas, rastrillos y azadas).

Además, se recibieron apoyos de la Generalitat de Catalunya, que aportó recursos para la adquisición de las 2 hectáreas ubicadas a 300 metros del barrio 29 de Abril III; la embajada de Canadá, que colaboró para la realización de huertas domiciliarias y de cocina nutritiva, y el gobierno de las Islas Baleares, que inició un proyecto de prevención de violencia.

Recuperar la experiencia

Mientras que el pastoreo y la caza fueron culturalmente una actividad masculina, la actividad agrícola fue una actividad de mujeres. "Basándose en esa experiencia social, se propugna una economía identificada con la producción en pequeña escala, en la que las productoras vean y consuman el producto de su trabajo", resaltó la historiadora Teresa Suárez.

En este contexto, el equipo del Centro de Investigaciones Histórico Sociales sobre las Mujeres de la Facultad de la Universidad Nacional del Litoral "procura mediante la construcción del sentido recuperar la experiencia agrícola de las trabajadoras de La Verdecita, sus saberes y tradiciones en estas tareas". Labor en la que se trabaja en conjunto con la Facultad de Ingeniería y la de Veterinaria de esa misma universidad.

Estas mujeres, que son agricultoras, albañiles y madres, han manifestado constituir una cooperativa de trabajo, ya no sólo para solucionar los problemas vinculados al autoconsumo y mejoramiento de la calidad de vida de sus grupos familiares, sino para generar ingresos a través del autoempleo.

Mercedes Acosta, una albañil de 45 años con 4 hijos, se acercó a La Verdecita por curiosidad, integró un taller de violencia familiar y de nutrición y construyó su propia casa de ladrillos. Contó que, una vez terminada la construcción, en la primera lluvia se levantaron con su hijo mayor a correr los baldes por las goteras, pero comenzaron a reírse, ya que no era necesario hacerlo, porque vivían bajo un techo seguro. "Ahora que veo la casa en pie no me siento marginal", dijo Mercedes, que además de casa tiene un jardín con limoneros, mandarinos, nísperos y paltas.

En la granja también instalaron un lavarropas, utensilio esencial que permite a las mujeres ahorrar tiempo que destinan para las tareas de campo. Actualmente, cerca de 40 mujeres están trabajando aquí.

La cartonera Francisca Villalba Sosa es otra que combina el cuidado de la casa con el trabajo en la granja.

Francisca, que se declara solterita y sin apuro y de 58 años, no pierde la sonrisa cuando explica su situación y hoy "siente que su vida cambió", ni mucho menos cuando relata que le robaron su caballo de trabajo.

En La Verdecita nada parece imposible. Si a falta de tractor hay que labrar la tierra a pala, ellas lo hacen.

También se las ingenian para conseguir apoyo de la gente, como cuando, para construir el salón de usos múltiples con una cocina colectiva, les regalaron los materiales. Y la mano de obra fueron ellas, claro.

Si bien carecen de tractor, de materiales de construcción para finalizar la obra, de luz trifásica y de postes y alambrado para cerrar el predio, el grupo de la granja está muy consolidado. Poseen su propio "empowerment", una fortaleza y potenciación del trabajo en equipo. "Elegimos este nombre, La Verdecita, porque nos imaginamos una isla verde donde hay vida animal y vegetal y es para nosotras el color de la esperanza", expresó Isabel Zanutigh. Al final del Callejón Roca, estas mujeres comparten el mate, el trabajo y la cosecha en la más amplia acepción de la palabra.

La Nación, Argentina, 15-7-06

Comentarios