Carta enviada a En Perspectiva por el productor rural Julián Cabrera

El motivo de esta carta fue una afirmación que escuché en medios de comunicación de Montevideo con respecto a que en la manifestación de los rurales del 13 de abril de 1999, no habían muchas 4 por 4 (lo que aparentemente le daba más representatividad al movimiento) ... dando muestras de mucha ignorancia de la cultura, el trabajo, las necesidades y situaciones de los productores rurales

21-6-00

Señor Emiliano Cotelo:

Le estoy escribiendo después de un año y medio de enojo. Me dispuse a hacer algo un poco más constructivo, por lo menos para mí, y sinceramente deseo que para usted también lo sea.

El motivo de esta carta fue una afirmación que escuché en medios de comunicación de Montevideo con respecto a que en la manifestación de los rurales del 13 de abril de 1999, no habían muchas 4 por 4 (lo que aparentemente le daba más representatividad al movimiento) ... dando muestras de mucha ignorancia de la cultura, el trabajo, las necesidades y situaciones de los productores rurales. Para que mejor se me entienda prefiero poner un ejemplo tan tonto como clarificante: si en una manifestación por demandas salariales de periodistas, estos lo hacen con sus cámaras, nadie, absolutamente nadie, diría que es un exceso estar demandando aumentos cuando son capaces de poseer un cámara filmadora (cosa que hoy la mayoría de los productores rurales no poseen), por la sencilla razón de que el más torpe de nosotros es capaz de darse cuenta que no es ostentación, sino una imprescindible herramienta de trabajo.

He ahí el desencadenante medular de esto, la equivocada convicción íntima de los capitalinos, de que pasando el arroyo Carrasco todo lo que hay son señores feudales por un lado, y un número de brutos e ignorantes por otro, a los que es mejor ignorar pues no tienen más importancia social que sus jineteadas (o mal llamadas domas) en semana de turismo.

Le pregunto, ¿acaso tiene usted alguna idea más económica (razonablemente hablando) para que un chacarero pueda ir a arar, acercar más semilla a la chacra, llevar un mecánico hasta su predio, o simplemente ir a ver el desarrollo y control de su plantío, cuando no existen caminos de balasto siquiera? Hay que saber que en el interior llueve, que el agua no se va por bocatormentas y que pasadas las lluvias la mayoría de los caminos son intransitables por varios días o a veces por semanas, si no lo hace en jeep o en 4 por 4... y los períodos de siembra o de cosecha no esperan.

Todo lo escrito, tal vez, y sin tal vez todo lo que viene, perdería peso moral (nunca ideológico) si no le hago algunas precisiones personales, por eso es que por un momento le voy a hablar de mí.

En primer término le aclaro que en el tema de 4 por 4 no me duelen temas personales pues sólo tenemos un Chevrolet Bel Air del 50 con un motor diesel. Con mi compañera tenemos 5 hijos, 2 escolares y tres liceales a los que tenemos que sacar todos los días para luego irlos a buscar 8 km. por un camino deshecho hasta la ruta nacional Nº 5 , donde toman un ómnibus que los transporta 13 km. hasta el liceo más cercano que está en la ciudad de Sarandí Grande.

En otro aspecto le cuento que no poseemos una triste maceta de tierra, el predio que trabajamos (400 Há.) pertenece a mi madre (jubilada con poco más de 1.000 pesos) de donde se desprende que también come de lo acá producido. Este predio lo trabajamos absolutamente en forma familiar, no habiendo más peones que nosotros mismos y no teniendo domingos ni feriados, pues los animales y los pastos son muy ignorantes de los derechos de los trabajadores y las fechas patrias.

Algo más en lo personal, le cuento que en mi tiempo por la capital conocí la piqueta, las canchas de fútbol, galpones de fábricas y escalones de facultad, lo que sin generalizar me da una idea de los sloganes ideológicos con los que se manejan y que tanto joden a una sana integración nacional. Por otro lado veo que el desmerecernos los inhibe de culpas cuando comen nuestras verduras, ignorando nuestros costos y trabajos y protestando por el precio (cosa que no hacen con los electrodomésticos o productos importados).

Todo esto no es más que el enojo de un oyente y quedaría en la más olvidada de sus historias personales y precisamente no es a lo que aspiro. Quiero que entienda que atrás de esta rabieta circunstancial hay una demanda, tal vez un grito de que se nos escuche, de que se nos piense, se nos trate de entender y por último de valorar. Somos una cultura en extinción (sin ser melodramático).
Por favor, lea lo que sigue, rómpalo, tírelo, pero no lo olvide sin por lo menos antes pensarlo.

Como rezaba en nuestra pancarta del 13 de abril: "Primero los indios, después los gauchos, ahora los paisanos".

Cuánto más se sabría de nosotros y cuántas voces de instituciones sociales, periodistas, y estudiantes dirían que paren el genocidio si Eduardo Galeano "fuera uruguayo" y hubiera escrito de nuestros mitos, leyendas, fantasmas y dolores.

El tema que realmente importa son los paisanos -claro que ellos son productores rurales, tanto asalariados como patronos o independientes-, pero el caracú está en la cultura más que en la importancia de la producción.

No podemos dejar de reconocer que el 70% de nuestras exportaciones son productos derivados del agro, pero al darle una importancia determinante a esta cifra sería peligroso el confundir un reclamo social con la teoría económica fisiocrática (hoy obsoleta).

También podemos hablar de nuestro acondicionamiento territorial y los problemas que supone para el presente como para el futuro la mala distribución geográfica de nuestra población, pero tampoco está ahí el meollo.

Considero que tenemos un reservorio cultural al que necesaria e imprescindiblemente tenemos que preservar, si queremos un futuro un poco menos agresivo, un poco menos gris, un poco menos dependiente de cosas materiales, un poco menos contaminado, con un poco más de culto a la palabra empeñada, con un poco de sonrisa en las adversidades.

En este momento estoy leyendo "Artigas Ñemoñaré" [N.de R.: se refiere al libro escrito por Nelson Caula] (se lo recomiendo) y me ha aportado una exposición armónica y coherente de eso que yo sentía (pero que no podía expresar con fundamento en palabras) en lo referente a las fuentes ideológicas de las que bebió Artigas. Nunca me satisfizo la postura de las constituciones del Norte o la Revolución Francesa, siempre sentí un acercamiento de ideas mayor que con las políticas del hemisferio norte, con las sociedades comuneras indígenas. Para entenderlo tenemos que saber bastante de nosotros mismos y no demostrar la cuadratura del círculo, como hizo la izquierda cuando mezcló a Artigas con Marx, o la derecha que mezcló a Artigas con el liberalismo.

Traje este libro y traje a Artigas porque lo considero la voz de los sin voz, quien habló por los indígenas, los gauchos y "gringos" que no tenían lugar en esa cancha con esas reglas de juego. Lo considero tan grande en sus ideas como en sus afectos, y tal vez sea esa amalgama perfecta cuando las cosas son paridas desde muy adentro afectivamente y muy rumiadas para afuera racionalmente. Por eso traje al mejor de todos nosotros. Yo soy demasiado pequeño y anónimo como para hablar por los paisanos, simplemente pido que piensen en los anónimos, usted en primer lugar, y con sus palabras una parte de sus oyentes.

Por eso paso de la rabieta al pedido. Lo considero una persona que se toma la molestia de pensar (no cuajo en el cajón de los alcahuetes), y entonces desde estas líneas desordenadas (pero no incoherentes) le quiero dar pie para que tenga más elementos para entender a estos de manos ásperas, cara bronceada con la frente blanca (no sabemos andar sin sombrero), de caminar encorvado y con los brazos abiertos, de pelo quebrado y de risa estruendosa, para así entender que lo que reclamamos es la posibilidad de vivir en el campo para desarrollar nuestra cultura; porque sólo en él somos.

La historia de los paisanos se empieza a escribir con la historia misma de nuestra Banda Oriental; ellos fueron protagonistas, pero no la escribieron ni la disfrutaron. Así el acervo cultural más firme y con mayor intensidad se oponía a los imperios de esa época eran los indígenas, los indígenas sanguíneos y los indígenas ideológicos. Fueron exterminados. Se comenzó con Zapicán a cargo del imperio español, se siguió con los artiguistas a cargo de la oligarquía local al servicio del imperio inglés, se terminó en Salsipuedes a cargo de la oligarquía local al servicio del imperio lusitano.

Exterminados estos, los del hemisferio Norte con parte de la gente de la capital salvaron un escollo para su denominación política y cultural a través del comercio y de los créditos. A este dominio se les presenta un nuevo acervo cultural que se les opone, en algunos aspectos conservadoramente porque sí, y en otros profundamente claros ideológicamente: son los gauchos. Con los nuevos patrones de modernidad y progreso que necesitaba implantar el norte había que exterminarlos, y los exterminaron. Su última expresión bélica fue en 1904, donde más que una revolución política, fue cultural.

Como decía un reconocido educador, no hay manera más fácil de dominar a un pueblo que hablarle de modernidad.

Hoy día, existe un grupo social de patrones culturales diferentes a la gran mayoría. Un grupo social que no tiene un ingreso mensual sino más bien zafral, lo que implica un manejo diferente de sus gastos, por ejemplo un uso mínimo o nulo de las tarjetas de crédito. Un grupo social que por sus tareas rudas, generalmente al aire libre pero en su propia casa, implica un mayor desinterés por las prendas de vestir, al punto que es de uso corriente en los patrones como en los peones las bombachas anchas remendadas (reservando las nuevas pa' ir al pueblo). También vale esto y en mayor medida para la mujer, recordando que para cocinar utilizan cocinas económicas (a leña), lo que implica indefectiblemente humo en el aire y tizne en la cocina. Un grupo social a la que la señal televisiva no llega en forma nítida por los canales de aire, y la conexión TDH [TV Satelital] es de un altísimo costo, por lo que no mira tanta TV, lo que trae aparejado por un lado, menos necesidad de consumir y por otro, fundamental, implica un mayor tiempo para el diálogo familiar. Un grupo social al que los diarios no le llegan de manera periódica y su mayor contacto con el mundo lo hace a través de la radio -y generalmente en forma pasiva-. Un grupo social que depende total y absolutamente del clima, [en el] que seguimos tan indefensos ante las adversidades como en el Siglo XVIII, con exigencias del Siglo XXI.

Esta clase social no le sirve al sistema. ¿Qué utilidad podemos tener los que no gastamos más de lo que podemos?

No nos rasgamos las vestiduras por el tener, y seguimos creyendo en el ser.

Quien esto escribe es mestizo sanguíneo y cultural, y siempre le repite a sus hijos: "Es imposible triunfar con normas europeas teniendo una moral indígena". A modo de ejemplo, hacemos honor de la palabra empeñada, del pago de las deudas, del dar una mano, "hacer una gauchada", mientras que en nuestro alrededor se juega a "el vivo vive del bobo y el bobo de su trabajo", ... y en eso estamos.

Por eso estamos así... con una pésima caminería rural, mientras aportamos tortas de plata a los municipios. Para ejemplificar, en el último período municipal aportamos por nuestras 400 Há. aproximadamente U$S 14.000 (dólares). Piense en que tan sólo vivamos 30 vecinos, ¿cuánta plata es?, y sin embargo en 5 años no vio nuestro camino una sola recarga de balasto, y es lo único, ya que obviamente alumbrado público o recolección de basura no tenemos. Claro, somos pocos votos.

Por eso estamos así... con una pésima atención de salud, mientras aportamos tortas de plata a los gobiernos nacionales. Para ejemplificar, sólo nuestra familia aporta cerca de 8.000 dólares anuales por concepto de impuestos directos y en la localidad más próxima a nuestro establecimiento, Puntas de Maciel, no te puedes enfermar más de una vez por semana, ya que su policlínica presta su servicio un solo día semanal, y en dicha localidad no hay ambulancia ni servicio de emergencia.

Por eso estamos así... con un triste proceso de cierre de escuelas rurales impuesto por Rama, poco sabido en la capital, donde un solo niño que se quede sin escuela implica el traslado de toda su familia. Para que lo entienda, póngase en lugar de un padre que tenga que mandar todos los días a su hijo solo, a recorrer a caballo más de 20 km con frío, calor o tormenta. En nuestro caso particular, el día que se rompe el auto viejo nuestros hijos tienen que hacer 16 km en bicicleta, saliendo a las 6 A.M. y llegando a comer a las 15 P.M.

Por eso estamos así... cuando aportamos miles de dólares bancando el atraso cambiario para que la sociedad pudiera importar en dólares en cuotas, a nosotros no nos tocó nada de los beneficios. A modo de ejemplo, el valor de mi lana para mantener su valor adquisitivo tendría que oscilar en 14 dólares el Kg mientras que la vendí a 2, la carne y los cereales en general mantienen el valor en los últimos años pero, si bien cobramos lo mismo, compramos la mitad (y esto no es problema de precios internacionales).

Desde los gobiernos se nos saca y no se nos entiende.

¿Cómo quieren que juguemos a los empresarios rurales cuando las reglas de juego nos las cambian todos los días? Claro que puedo planificar mis gastos y mis inversiones, pero dénme un mínimo de seriedad en las reglas del juego. ¿Cómo puedo estudiar mi empresa a futuro cuando los impuestos municipales se multiplicaron en un 165% en tan solo 10 años, y los cueros lanares que vendía yo hace tres años valían $60 y hoy $7?

¿Cómo creer que puedo ser un empresario rural cuando aún siguen siendo más eficientes para el pronóstico del clima los macachines amarillos que los satélites?

¿Cómo puedo ser un empresario rural cuando los asesores de los ministros de ganadería son ingenieros agrónomos, y ninguno de ellos puede vivir en exclusividad de lo que produce en el campo? (Admito que no conozco a todos, pero sí a buena parte.)

No, no podemos ser empresarios rurales, pero tampoco lo queremos. Para nosotros la tierra, nuestra tierra, forma parte de nosotros mismos. No es un local comercial, es nuestra tierra. Por eso aquello de que "no hay pago como el mío". No nos saquen el madrugar para tomar mate, el decir "pa'" o "viá'", el recorrer el campo a caballo con la perrada detrás, las reuniones en la escuelita del pago, nuestras bombachas anchas y nuestros sapucáis en las fiestas.

Déjennos esto, que nosotros les damos a cambio gurises alegres y sanos, de los que algún día aprenderán a vivir más en paz con los otros.

Julián Cabrera
C.I.: 3.015.675-4

Radio El Espectador, Uruguay, 21-6-00

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