Colombia se llama y frita se come

Idioma Español
País Colombia

Receta de USA para el 4º año de Uribe: atroz hongo anticoca

Álvaro Uribe Vélez es el presidente con más respaldo ciudadano de nuestra historia reciente. Pasearse con un 70 por ciento de apoyo cuando ya el sol flota en el horizonte (la Corte dirá si es un ocaso o una alborada) constituye fenómeno excepcional. Sin embargo, algunos sectores críticos –políticos, analistas, especialistas, prensa— no comparten tanta dicha. Hay quienes desaprueban casi todo lo que hace Uribe y quienes elogiamos algunas de sus actuaciones y discrepamos de otras.

En lo que reina unanimidad es en el fracaso de su política ecológica. Dije fracaso pero debía haber dicho inexistencia. Ya lo advertían varios expertos hace dos años, y desde entonces las cosas se han agravado, pues a lo malo de antes sumamos ahora la posible fumigación de parques. Como si faltaran agravios, Washington reserva al cuarto año de Uribe una atrocidad inaceptable.

Ya no se trata de regar glifosato en enclaves naturales sino de algo peor: desencadenar hongos —organismos vivos capaces de trastornar de modo irreversible el medio ambiente— que liquidan cocales, amapolas y otras 200 especies vegetales y amenazan a los seres silvestres, incluido el hombre. Tales hongos figuran en la fórmula de armas químicas de destrucción masiva como las que, según mintieron, almacenaba Sadam Hussein. De acuerdo con los científicos, los bichos afectan “todo tipo de seres vivos” y su capacidad de transformación “es el más inquietante factor que impide usarlos como herbicidas”.

Conocemos su comportamiento en laboratorios, pero no en terrenos reales. Pese a ello, el Congreso estadounidense tramita una ley para soltar el monstruo “en una nación que sea gran productora de drogas” y cuyo “flujo de narcóticos ilegales siga siendo un problema para Estados Unidos”. Blanca es, Colombia se llama y frita se come. Washington intentó colarnos hace cinco años el hongo fusarium y lo rechazó el ministro Juan Mayr. Hasta el complaciente Consejo Nacional de Estupefacientes, que tragó con mansedumbre los estudios chimbos de la OEA sobre glifosato, le echó bola negra al hongo en diciembre del 2003. Ahora el país con mayores consumidores de droga vuelve a la carga con la inicua iniciativa.

Nuestro gobierno recibió la noticia sin decir palabra. Preocupante, pues el silencio podría preceder a un nuevo acto de sumisión. El 17 de julio el senador Jorge Enrique Robledo denunció el plan, y exigió un pronunciamiento oficial al respecto. Nada. Mudez en las oficinas públicas, mudez en la prensa.

Hace poco Uribe planteó la posibilidad de comprar las cosechas de coca a los campesinos y fue atacado desde todos los flancos. Es una idea medio improvisada, pero encierra una filosofía valiente y digna de discusión y análisis, como empezó a hacerlo Alfredo Rangel. Consiste en dar un timonazo a la fracasada política represiva y tantear las aguas de la despenalización de la droga. Únicamente legalizarla permitirá expulsar a mafiosos y violentos de en medio, entregar los drogadictos a médicos, no a policías, y poner fin al acoso a los campesinos y la naturaleza.

Quiero proponerle al gobierno que el 7 de agosto inaugure el gran año del medio ambiente. Haga, señor Presidente, todo lo que no ha hecho. Nombre un ministro de primerísimo nivel, rechace el hongo que nos volverá conejillos de Indias, cancele el glifosato en los parques, medite si se justifica seguir envenenando la selva colombiana. En suma, gobierne en esta materia para la próxima generación, no para la próxima encuesta.

ESQUIRLAS: Jorge Orlando Melo pertenece a ese valioso género de intelectuales ejecutivos que tanto han hecho por la cultura nacional. Hay que lamentar su retiro de la Biblioteca Luis Angel Arango tras un brillante decenio. (El Tiempo).

se.tendd.liam@ehcalabmac se.tendd.liam@ehcalabmac

Terra, Internet, 3-8-05

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