Después de Quito

En el Foro Social de las Américas quedó en evidencia que existen grandes diferencias conceptuales, políticas y, en definitiva, culturales entre los movimientos y organizaciones sociales que plantean que ?otra América posible?

Por una lado queda la América de raíz indígena y campesina, la que más directa y violentamente ha sufrido los impactos de la aplicación de las recetas neoliberales en el continente. Por otro lado, la América más occidentalizada, que busca una alternativa que respete los derechos humanos pero que a la vez concilie con las políticas ?de mercado?. El encuentro entre estas ?dos Américas? es aún incipiente aunque seguramente sólo de él pueda surgir la construcción de una alternativa real para el continente americano.

La Abya Yala posible

En los días previos al Foro Social de las Américas (FSA) se realizó en Quito la segunda Cumbre de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, voz indígena para América. En esta cumbre quedó en evidencia la vigencia de la cosmovisión indígena con respecto a la relación con la naturaleza, el territorio y la ?comunidad? como concepto político; de ahí la fuerza en la defensa de la autonomía como forma propiamente indígena de gobierno.

Sin embargo, en algunas cuestiones la Cumbre también permitió ver la manera en que la cosmovisión occidental ha marcado a los pueblos indígenas. En algunos casos positivamente, como es en la cuestión de la equidad de género en los espacios de toma de decisiones.

En otros casos la ?influencia? occidental sobre los pueblos indígenas americanos en profundamente negativa, principalmente en cuanto a la cooptación político?partidaria de las organizaciones.

Cosmovisiones encontradas

El enfrentamiento más profundo entre las diferentes organizaciones y movimientos que participaron del FSA no tuvo que ver con las posibilidades de mejorar u optimizar el sistema democrático para limitar las políticas neoliberales, o la manera de enfrentar a los organismos financieros internacionales o a las grandes corporaciones transnacionales.

El mayor enfrentamiento fue el de dos maneras de entender, interpretar y vivir en el mundo, dos cosmovisiones. Una de ellas, la cosmovisión de raíz indígena, que no concibe la posibilidad de mercantilizar la naturaleza, no concibe la política apartada de su territorio y no admite que los intereses de grupos económicos tengan mayor poder que las demandas sociales que atraviesan todo el continente bajo diversas formas.

La otra cosmovisión, aunque transformadora, libertaria y revolucionaria, no puede dejar de ser occidental. No puede dejar de hablar de ?recursos? naturales o humanos ?lo que es admitir desde el comienzo la mercantilización de la naturaleza, de los hombres, en definitiva de la vida? ni de la necesidad de la construcción una ?alternativa? al actual modelo de desarrollo.

En realidad, tal alternativa ya existe ?plantean las organizaciones indígenas?; existe desde antes aún que el sistema capitalista. Está en el ayllu, en la comunidad territorial indígena, donde la política, las relaciones humanas, las relaciones económicas y las relaciones con la naturaleza estaban incrustadas en un mismo tipo de vínculos, que tienen que ver con relaciones de proximidad y de confianza entre las personas.

El diálogo

Precisamente las respuestas más contundentes a los mecanismos de privatización y mercantilización de la vida surgen de las organizaciones más próximas a la América indígena, las organizaciones campesinas.

La campaña ?semillas; patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad? de la Vía Campesina ?que en América Latina lleva adelante la CLOC, Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo? pretende recuperar las prácticas tradicionales del campo con respecto a las semillas ?autoproducción, libre circulación y conocimiento de la ?historia? de cada semilla? como una alternativa real a la imposición del modelo agroindustrial, que cada vez limita más las posibilidades de decisión de los productores, a partir del patentamiento, la producción con agrotóxicos o la transgénica, todas ?innovaciones? de los últimos años que conducen sólo a la concentración del capital en las pocas empresas que actualmente dominan el ?mercado? de la agrobiotecnología.

Sergio Schelisgner, del programa Brasil Sustentable, fue contundente al manifestar ?durante el Taller Comercio y Sustentabilidad, convocado por Cono Sur Sustentable? que el modelo agroexportador del gobierno de Lula no se diferencia del planteado durante la dictadura de Pinochet en Chile.

O sea, que aquellas posibilidades reales de alternativa y modificación en las que depositaba toda su esperanza la izquierda ?occidental y urbana? del continente, no ha representado sino apenas un cambio en la definición ética y de ?preocupación social? de los gobiernos.

La resistencia

Sin embargo, existen coincidencias y síntesis interesantes entre la cosmovisión de raíz indígena y la cosmovisión de inspiración occidental que conviven en los movimientos y organizaciones del continente que resisten a la imposición del modelo neoliberal.

Cuando tanto de uno y otro punto de partida epistémico se rechaza la privatización de la biodiversidad o del agua, se lo hace desde concepciones muy similares.

El hecho de que la biodiversidad no puede ser enajenada es al mismo tiempo un principio ético, que se basa tanto en la noción de sustentabilidad, de preservar la naturaleza para las generaciones futuras, como en la concepción ancestral de que los pueblos indígenas son los guardianes de la vida, quienes deben protegerla, pero no sus propietarios.

Por otro lado, cuando quienes nos oponemos a la privatización del agua lo hacemos partiendo de la base de que se trata de un ?derecho humano fundamental? y no de una mercancía, lo hacemos partiendo desde la concepción occidental pero proyectándonos hacia la concepción del agua como un bien inajenable, que en este punto comparten ambas cosmovisiones .

Uno de los conceptos que pretende articular ambas cosmovisiones es el de ?soberanía alimentaria? ?entendido como la capacidad de los pueblos de asegurar su alimentación? surgido desde las organizaciones campesinas, pero adoptado por ambientalistas, consumidores e incluso sindicalistas, alguno de los cuales propone hablar también de ?soberanía laboral? ?o sea, que cada pueblo puede proveer de trabajo a sus integrantes?.

La articulación entre las organizaciones indígenas, las campesinas y aquellas que se pretenden representativas de ?intereses nacionales? será fundamental para que la resistencia a la imposición de los TLC y las políticas neoliberales sea exitosa. Sin embargo esta articulación deberá partir previamente del reconocimiento mutuo de las diferencias que existen entre las organizaciones y de la posibilidad de fijar metas comunes sobre los objetivos compartidos.

Publicado en el semanario Brecha, de Montevideo, el viernes 6 de agosto de 2004.

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