Ecuador: las motosierras retumban en la reserva Awa

Idioma Español
País Ecuador

Cada vez es más difícil observar al tucán, el ave sagrada del pueblo awa, en los bosques del norte de Esmeraldas. Poco a poco, su canto es sustituido por el ruido de las motosierras y tractores

Al menos, esa es la lectura de la deforestación de la provincia de Esmeraldas, que pasó de 1,5 millones de hectáreas de bosques, en la década del 70, a 270 000 ha en la actualidad.

Los últimos remanentes son la Reserva Ecológica Cotacachi-Cayapas (204 000 ha) y el territorio awa (121 000 ha). En los últimos meses, la reserva awa fue víctima de la tala ilegal de su bosque. Así lo denunció el presidente de la Federación Awa del Ecuador (FCAE), Olindo Nastacuaz.

Las denuncias señalan daños en el sector de Balsareño, Pambilar, La Sirena, Vicente Riera, La Unión. En la FCAE hay múltiples acusaciones que vinculan a las empresas Plywood, Codesa, Robalino S.A., Setrafor y Arboriente con la explotación ilegal.

Técnicos de la FCAE realizaron, el 30 de junio, una inspección en el Centro Awa de Mataje y comprobaron los daños provocados supuestamente por la empresa Plywood, en una extensión de cinco has.

Según el informe, se talaron árboles de la variedad sande, copal y cuángare. Todo indica que ingresaron 100 metros del territorio y sacaron la madera, por caminos abiertos en medio del bosque.

Pero, este es apenas uno de los atentados contra el territorio awa, en donde habitan unos 3 500 indígenas, que aún viven de lo que ofrece el bosque. Se trata de actividades como la caza y la pesca, que la alternan con actividades agropecuarias.

El trabajo de evaluación de los daños provocados por las traficantes de madera no es tarea fácil. La tupida vegetación y el piso cubierto de fango, tornan difícil el acceso y el rápido desplazamiento.

A pesar de todo, los awa no están dispuestos a que se siga con la tala. Quieren evitar que su bosque desaparezca, como sucedió en las 1 630 has de la comunidad de Guadualito, en donde hoy solamente hay bosque secundario y rastrojo.

Las huellas de la visita de los madereros también son evidentes en Balsareño, una comunidad de 2 375 ha, ubicada al nororiente de San Lorenzo. Los tractores forestales abrieron trochas, de aproximadamente seis metros de ancho, para arrastrar los árboles.

En Balsareño, como en la mayoría de comunidades en donde los madereros han sacado troncos con la complicidad de los comuneros, nadie quiere hablar del tema. Sin embargo, Lisandro Pascal, uno de los vecinos, expone sus razones.

Afirma que vendió 150 patas (árboles), de madera blanda, a Guido Rodríguez, supuesto contratista de Plywood, porque estaba enfermo y necesitaba plata. Para congraciarse con el resto de la comunidad Rodríguez ofreció abrir un camino de tierra y aplanar una cancha de fútbol en la comunidad. Sin embargo, el camino nunca se mejoró. Hoy es un río de lodo.

Durante 15 días, Rodríguez recorrió el bosque cortando los árboles convenidos. Las huellas de las orugas del tractor y de los troncos arrancados son la única evidencia.

En el piso del bosque, sin embargo, quedaron abandonados decenas de troncos huecos, que fueron cortados, pese a que no sirven para la industria. También se cortaron árboles menores a los 50 centímetros de diámetro, lo cual esprohibido por el Ministerio del Ambiente, cuestiona molesto Pascal.

Los convenios para comprar árboles se hacen verbalmente y no hay pruebas del negocio. Pascal dice que solo venderá los árboles de los límites de las forestas. Pero, los madereros abren rutas hacia el corazón del bosque.

La meta es el manejo sustentable

La protección del bosque se torna una tarea complicada, frente a la falta de compromiso de algunos compañeros, asegura Jesús Guanga, uno de los técnicos forestales awa. A sus 24 años tiene la responsabilidad de concienciar sobre el cuidado del bosque y sus usos futuros. “Este recurso asegurará comida y sustento mientras esté bien mantenido”.

En el territorio awa está permitida la tala pero de una forma adecuada, dice. Se refiere a la producción sustentable, que plantea la Federación Awa del Ecuador (FCAE). Es decir, transformar un tronco en tablones y venderlo en mejor precio.

Para la tala es indispensable que la FCAE autorice la actividad. El principal criterio es que se corten algunos árboles para que el bosque mantenga sus funciones ambientales intactas.

Paralelamente, se plantea la necesidad de impulsar otros puntales como la producción de plátano, borojó, arazá... Y la crianza de gallinas, ovejas africanas, cuyes, patos, etc. La idea es brindar mayores alternativas a la explotación de madera.

Un recurso escaso:

Los precios bajos
Según los técnicos de FCAE, los precios se multiplican en Quito. Así el metro cúbico de madera suave cuesta 10 dólares en el bosque y en Quito 70.

La demanda
Varios estudios sobre la producción de Endesa-Botrosa, Plywood, Codesa y Arboriente determinan que estas empresas requieren 270 400 m3 de madera para procesar 135 000 m3 de tableros al año.

Los reclamos
Los awa enviaron cartas a las empresas supuestamente implicadas, pero no les contestaron.

El Comercio, Ecuador, 19-7-05

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