Emplea EE.UU. nuevas armas químicas en Latinoamérica

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Numerosas organizaciones ambientalistas y organismos internacionales han denunciado las fumigaciones aéreas del compuesto químico conocido con el nombre de Glifosfato, en diversas zonas rurales y selváticas latinoamericanas reportan medios de prensa

Un reciente reportaje de la Televisión Española denunció los efectos destructivos de este producto sobre los suelos, las aguas superficiales y subterráneas, la flora y la fauna autóctona y, en especial, las poblaciones campesinas e indígenas que habitan en esas áreas donde el Glifosfato es asperjado, bajo el pretexto de destruir las plantas de coca y amapola.

La televisora hispana mostró imágenes de varios trabajadores bananeros nicaragüenses a quienes el producto afectó la piel y otros órganos sensoriales. "En los seres humanos se han reportado innumerables casos de dermatitis, secreción de las mucosas, edema de pulmón, lesión renal, abortos y malformaciones congénitas, además de efectos cancerígenos, denunciados por distintas instituciones internacionales de salud, entre ellas, de Estados Unidos", explicó.

En el mundo, los herbicidas y pesticidas son producidos por cuatro multinacionales: Monsanto, Syngenta, Dupont y Dow, "las que realizan una agresiva campaña de publicidad a modo de convencer al público que sus producciones no resultan perjudiciales al ser humano", según el diario colombiano El Tiempo.

Hay que significar que Monsanto es líder mundial en producciones de herbicidas (90 por ciento) y, a la vez, la principal compañía proveedora del Glifosfato que se utiliza en algunos países en la llamada Guerra contra las Drogas, acción auspiciada por Washington para mantener una cortina de humo sobre sus verdaderos propósitos imperiales.

El currículum de trabajo de Monsanto ha sido prestigioso. Fue una de las principales transnacionales financistas de las campañas electorales de George W. Bush y, hay que recordarla también como la productora del conocido Agente Naranja, arma química utilizada durante la guerra genocida contra el pueblo de Vietnam, cuyos efectos aún persisten según denuncias de organismos y personalidades internacionales.

En países como Colombia, donde se lleva a cabo esta guerra el compuesto utilizado en la aspersión es el llamado Glifosfato enriquecido que, según científicos, tiene un alto poder destructivo sobre las plantas y los suelos, además de un ilimitado efecto residual. Hasta la fecha, más de 500 000 hectáreas de terreno cultivado han sido destruidas por lo que miles de campesinos se han visto forzados a probar suerte en otras tierras, o han sufrido los efectos del Glifosfato.

Otros herbicidas como el dibromo-cloro-propano (DBCP) también se utiliza en aspersión aérea sobre zonas bananeras de Centroamérica.

En resumen, nuevas armas químicas se emplean actualmente contra diversos ecosistemas del continente con un objetivo expansionista y expoliador por parte de fuerzas narcoparamilitares, apoyadas y financiadas por Estados Unidos las que, en los últimos cinco años, han logrado la apropiación –con la consiguiente expulsión o genocidio de sus pobladores campesinos e indígenas--, de más de cinco millones de hectáreas de terreno.

Bolpress, Internet, 28-10-05

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