Modificaciones genéticas: juego peligroso, por Peter Rosset

La Royal British Society lanzó la semana pasada un nuevo estudio sobre los impactos ambientales de los cultivos genéticamente modificados (GM)

Aunque la investigación examinó sólo uno de los problemas potenciales, sus resultados añaden otra preocupación a la abultada lista de riesgos ecológicos asociados con los cultivos transgénicos.

Los autores se propusieron contestar una interrogante muy limitada: si la biodiversidad vegetal y animal, o sea, la vida silvestre, resulta afectada por el cambio en el uso de herbicidas en campos sembrados con cultivos modificados para tolerar herbicidas de marcas particulares. El estudio no fue encarado acertadamente. Los autores compararon sólo tres cultivos GM -remolacha, colza y maíz- cada uno con ''sus'' herbicidas, versus cultivos convencionales al estilo revolución verde, que utilizan otros herbicidas.

Un mejor diseño experimental habría comparado también los cultivos GM con cultivos manejados ecológicamente, es decir, que no usan herbicidas. Los autores tampoco se plantearon ninguno de los problemas relacionados con la naturaleza transgénica de los cultivos. Más bien prefirieron enfocar sólo un efecto secundario: el impacto de los patrones cambiantes en el empleo de los herbicidas.

No obstante, el estudio comprobó serios impactos sobre la biodiversidad. En dos de los tres cultivos estudiados, los herbicidas afectaron drásticamente la biodiversidad vegetal, y en consecuencia también se registraron repercusiones muy negativas en pájaros, abejas y mariposas. Esto cierne el riesgo de una grave alteración de los ecosistemas en áreas sometidas a un amplio empleo de cultivos GM tolerantes a los herbicidas. Los riesgos señalados en esta investigación se suman a la larga lista de peligros potenciales identificados en otros estudios. Sólo en relación con el uso intensivo de herbicidas en cultivos GM se temen efectos negativos sobre la biodiversidad microbiana en el suelo y, por ende, sobre la fertilidad del suelo. Y, según parece, en algunos casos los cultivos GM tolerantes a herbicidas son más susceptibles a enfermedades, y en general pueden ser menos vigorosos que las variedades normales.

La naturaleza imprecisa de la inserción de genes extraños produce además problemas inesperados, por ejemplo que se revienten los tallos de algunas variedades de soya tolerantes a herbicidas en condiciones de alta temperatura, lo que provoca grandes pérdidas para los agricultores. Esto se agrega al hecho de que los cultivos GM tolerantes a herbicidas rinden, en promedio, 5 por ciento menos que las variedades normales.

Mientras las variedades tolerantes a herbicidas constituyen el grueso de los cultivos genéticamente modificados, los llamados ''cultivos Bt'', que han sido modificados para contener sus propios insecticidas, siguen en orden de importancia. También en ellos se ha verificado una serie de riesgos ecológicos. Por ejemplo, científicos suizos hallaron que el insecticida no sólo mata los insectos nocivos a los que está dirigido, sino muchos otros que son en realidad enemigos naturales de los primeros, ya que son depredadores y parásitos que se nutren de ellos.

Simulaciones matemáticas efectuadas en la Universidad de California muestran que este efecto, que implica la eliminación del control natural de las poblaciones de insectos plagas, a menudo invalida el efecto del gen Bt.

El resultado más probable de varios años de siembra de cultivos Bt es que el agricultor deberá enfrentar plagas más graves e incontrolables, debido a que la biodiversidad de insectos, que antes operaba en su favor, habrá dejado de existir.

Más aún, científicos asociados a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, entre otros, descubrieron que el efecto del insecticida Bt persiste en el suelo mucho después de la cosecha, con serios impactos negativos sobre la biodiversidad del suelo, y posibles efectos negativos sobre su fertilidad.

Por si fuera poco, el ''escándalo GM'' del maíz en México se agrava cada vez más debido a nuevas revelaciones. Y es que las variedades locales de maíz desarrolladas durante milenios por las comunidades indígenas han sido contaminadas por polen GM, proveniente de plantaciones ilegales de variedades GM.

El estudio más reciente, llevado a cabo por organizaciones de campesinos e indígenas, descubrió no sólo que la contaminación se ha difundido mucho más de lo que se informó inicialmente, sino que se hicieron contaminaciones múltiples donde una sola planta contenía varios transgenes que provenían, cada uno, de una diferente variedad patentada.

El aspecto más serio de esta contaminación en México surge de una evidencia preliminar que muestra que un gen ''promotor'' insertado en todas las variedades GM, puede provocar inestabilidad genética en las variedades criollas, lo que potencialmente puede ocasionar la degradación y la pérdida de estas variedades obtenidas durante milenios de cruces y selecciones.

Parece que cada nuevo estudio añade otros riesgos a una lista ya sobrecargada. En muchos casos estos riesgos, como la disminución de la fertilidad del suelo, la reducción del control natural de las plagas, y la pérdida de variedades criollas, perjudicarán más gravemente a los agricultores pobres que a los ricos. Los campesinos e indígenas pobres carecen de dinero para la compra de fertilizantes y plaguicidas; más bien dependen del control natural de las plagas, de los mecanismos ecológicos que regulan la fertilidad del suelo, y de las variedades de cultivos criollos adaptadas a sus condiciones locales. Se trata, entonces, de riesgos que amenazan su existencia.

¿Cuándo tomarán en serio los gobiernos el principio de precaución? ¿Cuándo se decidirán a proscribir el comercio internacional y el cultivo de estas innecesarias y peligrosas variedades manipuladas de cultivos?

Peter Rosset es biólogo y codirector del Institute for Food and Development Policy, también conocido como Food First (www.foodfirst.org), con sede en Oakland, California.

La Jornada, México, 18-11-03

Comentarios