Argentina: Acerca de la necesidad de discutir, construir y validar otros modos de producir conocimiento en las universidades públicas

"Nuestra Universidad lejos de cuestionar o deslegitimar, necesita incentivar iniciativas como la de Monte Maíz, o como la de Andrés Carrasco, y tantas otras que llevan adelante profesionales, investigadores, docentes y estudiantes de reconocida idoneidad, muchas veces en forma aislada y con escasos recursos. Buscando la manera de plantear estrategias para un horizonte de corto, mediano y largo plazo, en el cual podamos hallar formas equitativas y sustentables de relacionarnos entre nosotros y con el ambiente."

Acercamos la siguiente declaración, esperamos sea de su interés. Mas información sobre el estudio realizado por los equipos de investigación de la Cátedra de Pediatría de la Facultad de Ciencias Médicas dirigida por el Dr. Medardo Ávila Vázquez, el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA) de la Universidad Nacional de La Plata dirigida por el Dr. Damián Marino y docentes del profesorado de geografía de la UNCen: ver aquí

________________________________________________________________________________________________________________________

Acerca de la necesidad de discutir, construir y validar otros modos de producir conocimiento en las universidades públicas

Ante el cuestionamiento realizado a la investigación efectuada por el Dr. Medardo Ávila y equipo en la Comunidad de Monte Maíz – Córdoba, Argentina- y tratando de generar un amplio debate sobre el rol de las Universidades públicas declaramos:

El modelo agrícola vigente basado en monocultivos y que depende de la utilización creciente de agrotóxicos se expande en todo el país con notables consecuencias ambientales, sociales económicas y culturales. Un modo de producción que se hace necesario abordar en sus orígenes, consecuencias y estrategias para modificarlo desde sus mismas raíces, y que pocas veces es afrontado desde las universidades tanto para analizarlo en su integralidad como para analizar alternativas sustentables y viables.

La investigación realizada en la localidad de Monte Maíz responde a las necesidades y pedidos de la comunidad, dada la creciente utilización de plaguicidas y su relación con el deterioro en la salud tanto en la generación de enfermedades agudas como crónicas , aquellas que aparecen luego de un largo tiempo luego de la exposición. Una demanda que emana de la misma sociedad y que pocas veces encuentra eco en las instituciones del estado, incluidas las universidades.

El tema de fondo es discutir acerca del rol de la Universidad tanto en su rol formativo como en el de investigación y relacionamiento con la sociedad, la llamada extensión universitaria. Las preguntas acerca de ¿Para qué investigamos? ¿Para quién y con quién? ¿Cómo lo hacemos? y ¿Cuáles son las fuentes de financiamiento? son centrales en el debate. Partícipes todos de un campo de acciones no debemos olvidar que participamos en él desde nuestro capital, posiciones, intereses y desde allí planteamos estrategias. Por lo cual cada una de nuestras prácticas no puede ser analizada de manera aislada sino dentro de ese campo, en el cual se dan alianzas y enfrentamientos a fin de mejorar nuestra posición. Lamentablemente los intereses públicos y privados se han confundido, así como los recursos para sustentar las actividades de la universidad, a fin de cumplimentar las funciones específicas.

En este caso debemos analizar y discutir qué lugar ocupan nuestras universidades, qué intereses – y de quién - defiende, de qué lugares provienen sus fondos, además de revisar los compromisos de la comunidad científica con metáforas y paradigmas presupuestos.

Existen diversas formas para la construcción de adecuados objetos de estudio a fin de tomarlos de manera integral, holística y sistémica, diversos modos de percibir y actuar en la realidad en un marco de complejidad e incertidumbre. En el mismo sentido queda evidente la diversidad de posibilidades a fin de realizar adecuados muestreos, más cuando se habla de salud y su multicausalidad; lo cual ha llevado, y aceptado en el campo científico, la realización de monitoreos epidemiológicos con la participación de la comunidad. Esta posibilidad amplia los horizontes acerca de cómo descubrimos y validamos nuestros conocimientos. Es decir, una ciencia que contempla el interés común de aquellos afectados, por ejemplo, por modelos productivos con fuerte impacto en los bienes comunes naturales.

En este sentido planteamos la necesidad de recrear otros modos de producir y validar conocimientos, otros modos de hacer ciencia, que partiendo de las necesidades de las comunidades de respuesta a sus requerimientos y tenga en cuenta su cosmovisión y amplíe los horizontes de participación. Un conocimiento pluralista y diverso que persiga la sustentabilidad ambiental y el bienestar de todos los seres vivos que habitamos el planeta.

Hay que reconocer que el modo de hacer ciencia refleja cómo nos relacionamos con el ambiente producto de nuestra vida, nuestros aprendizajes, el convivir cotidiano y como ellos impregnan nuestros modos de producir y validar conocimiento; de allí las estrategias y prácticas que establecemos con el medio. En la actualidad muchos de los conocimientos generados en los centros de investigación públicos y privados impactan sobre el ambiente de manera particular, generando más problemas que aquellos que se pretende solucionar.

Teniendo en cuenta los modos reduccionistas, lineales, fragmentados y atomistas del modelo científico vigente, que responde al interés y práctica de un sistema económico hegemónico, queremos enfatizar en el escaso cuestionamiento que por lo general se hace a los modos en que se aceptan, registran y categorizan los plaguicidas, por lo general realizados en laboratorios, utilizados luego en diversos contextos sociales, económicos y ambientales. En este caso pocas universidades han cuestionado la expansión de un modelo productivo que posee serias consecuencias sociales y ambientales.

Asimismo en los debates y toma de decisiones se debe tener en cuenta las recomendaciones de los organismos internacionales respecto a la re categorización de plaguicidas, tal como recientemente realizó la IARC respecto al glifosato, aspecto sobre el cual poco se han expresado las universidades. Un debate que no niegue la posibilidad de la existencia de conocimientos y avances diferentes al cuerpo de conocimientos teóricos establecidos.

Este debate si bien debe contener la situación del Dr. Medardo Ávila y de todo el equipo de investigación no debe agotarse en esta situación particular. Por el contrario nos debemos un debate profundo acerca de las políticas universitarias, su financiamiento, la capacidad de tomar los problemas que surgen de las comunidades como problemas de investigación, la capacidad de aceptar los desafíos. Aun cuando los resultados de dichas investigaciones interpelen políticas llevadas adelante por distintos ámbitos y niveles de gobierno del estado.

Nuestra Universidad lejos de cuestionar o deslegitimar, necesita incentivar iniciativas como la de Monte Maíz, o como la de Andrés Carrasco, y tantas otras que llevan adelante profesionales, investigadores, docentes y estudiantes de reconocida idoneidad, muchas veces en forma aislada y con escasos recursos. Buscando la manera de plantear estrategias para un horizonte de corto, mediano y largo plazo, en el cual podamos hallar formas equitativas y sustentables de relacionarnos entre nosotros y con el ambiente.

Sabemos que todos los proyectos realizados por investigadores nacionales e internacionales son siempre perfectibles, mediante la recreación y evaluación de la incorporación de más datos intervinientes, o con el apoyo de técnicas de muestreo y evaluación estadísticas que posibiliten ahondar en la representatividad de los datos. Esto no implica que las investigaciones realizadas hasta el presente no sean reconocidas como un puntapié valido para seguir avanzando en la precaución y protección de los procesos de salud-enfermedad de la comunidad residente en Monte Maíz, como así también en otras situaciones similares. Por todo esto apoyamos al trabajo llevado por los equipos de investigación de la Cátedra de Pediatría de la Facultad de Ciencias Médicas dirigida por el Dr. Medardo Ávila Vázquez, El Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA) de la Universidad Nacional de La Plata dirigida por el Dr. Damián Marino y docentes del profesorado de geografía de la UNC".

Cordialmente

BEPE Claudia Patricia Martinez, Bienaventurados Los pobres

RAPAL Javier Souza Casadinho, Red de acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina

ISEPCI Isaac Rudnik y Silvia Ferreyra, Instituto de Investigación social, económica y política Ciudadana

Eduardo Rossi

Temas: Ciencia y conocimiento crítico

Comentarios