Bolivia y la COP 17: una mirada a Durban desde los espejos del TIPNIS

Idioma Español
País Bolivia

"El tema del TIPNIS es un reflejo de cómo los países del Sur están viviendo las presiones de un desarrollo insostenible ya sea por capitales locales hegemónicos o por la presión de capitales del norte. Bolivia no escapa a esa realidad."

 

Se han desarrollado en el marco de la COP 17 algunas sesiones y eventos de la sociedad civil relacionados con la denuncia de organizaciones indígenas bolivianas sobre el caso del TIPNIS en Durban. A continuación y dada la importancia de esta problemática en su relación con el cambio climático permítanme algunas reflexiones al respecto:

 

Estoy segura que Bolivia en las negociaciones defiende, como parte del G77 y del grupo del ALBA, el régimen multilateral climático basado en responsabilidades comunes pero diferenciadas y por tanto una mayor responsabilidad y compromisos obligatorios de los países desarrollados, así como que buscará hacer respetar aquellos principios levantados en la Conferencia de los Pueblos sobre CC y Derechos de la Madre Tierra.

 

Sin embargo, es importante saber que el conflicto por el TIPNIS sigue, no está resuelto pues se ha instalado una tensión entre quienes buscan construir la carretera, entre ellos el gobierno como expresión de estos sectores, y los que están en contra de su construcción para proteger y respetar la selva y el medio ambiente, planteamiento liderizado por los indígenas originarios de esta región con una importante corriente de solidaridad en las ciudades.

 

El tema del TIPNIS está pleno de espejos desde la selva al mundo entero, está vinculado al tema del cambio climático pues tiene que ver con el cuidado de bosques y con los derechos humanos y sobre todo con la tensión planteada entre desarrollo y derechos de la Madre Tierra -un tema a reflexionar en su aterrizaje concreto en las propias negociaciones del clima y en los debates hacia Río+20-. Es un reflejo de cómo los países del Sur están viviendo las presiones de un desarrollo insostenible ya sea por capitales locales hegemónicos o por la presión de capitales del norte. Bolivia no escapa a esa realidad.

 

Debemos decir que incluso en los países desarrollados se vive este tipo de tensiones y reacciones como fue el caso de la lucha de activistas canadienses y estadounidenses para detener la construcción del ducto de petróleo entre Canadá y EEUU.

 

De igual modo, es una situación en la que se pone en juego posiciones contrapuestas sobre los programas REDD, porque parte del pliego indígena incluyó en su momento esa posibilidad aunque luego quedaron disipados estos postulados tras la negociación con el gobierno y tras explicitarse que el punto había sido incluido ante la posibilidad de que el gobierno boliviano aplicara las propuestas REDD sin pagar a los indígenas.

 

Pero la particularidad es que el conflicto del TIPNIS es -a su vez- un espejo de cómo nos manejamos como activistas y lo que incubamos desde nuestras acciones: criticar “adentro pero no afuera” parece ser una práctica que ha estado predominando entre nosotros. Al mismo tiempo, dejar crecer discursos sin el correlato concreto en la práctica -por más pequeño que éste sea- parece ser también una autotrampa que desarrollamos. Es decir que cuando proponemos narrativa, discurso interpelador o conceptos más revolucionarios, estamos obligados a contraponerlos con la vida real. Sin esto a veces podríamos estar alentando un doble discurso y una falta de autocrítica y coherencia. Y no se trata de criticar o justificar a personas individuales, sino de desarrollar visiones críticas y autocríticas del proceso y, en particular, de los actores sociales, de los activistas y de nosotros(as) mismos(as) que a veces cerramos los ojos a las incoherencias cuando estamos en posiciones de poder o posiciones que nos dan una ventaja discursiva.

 

Hasta el día de hoy en Bolivia no se han escuchado muchas voces de autoanálisis a partir de lo que podemos ya llamar “la crisis boliviana”; no hay un sólo balance autocrítico de las formas de hacer política y de elaborar discursos o impulsar procesos de cambio y de cómo podemos conformarnos hasta con una palabra, con una declaración, con algunas promesas que no se reflejan en sustancia. Tampoco hay una visión autocrítica de los liderazgos que construimos, de lo que depositamos en los individuos como si fueran infalibles. De esa confianza absoluta en las “vacas sagradas” transfiriendo en cierto modo una energía que bien podría orientarse a búsquedas de coherencia y fluidez entre discurso y práctica en niveles personales, colectivos y societales. Es algo que debemos reflexionar profundamente y que creo que en las propuestas de los indignados en todo el mundo empieza a tomar alguna forma.

 

Entonces, que haya una disconformidad, una negación y hasta airadas protestas de por qué los indígenas que defienden el TIPNIS hayan hablado de esto en Durban … sorprende. Si somos capaces de entender una complejidad tal como las negociaciones del clima y sus términos o instancias: CMNNUUCC, Protocolo de Kyoto, Agenda de Bali, AWG-LCA, SBSTA, Fondo Verde, Financiamiento, transferencia de tecnologías, concentraciones de gases, REDD+, REDD ++“plus plus”, adaptación, mitigación, etc., por qué no vamos a ser capaces de entender la complejidad que plantea la problemática del TIPNIS a los activistas del clima del mundo y al propio gobierno boliviano. Esas son las realidades que nos va a tocar tejer o destejer en el próximo periodo, pues no descartemos que en los meses que vienen nuevamente el TIPNIS sea el lugar de donde las imposiciones, el desarrollo mal concebido y la falta de soberanía nos sorprendan y tiren para abajo las utopías que nos planteamos. Y no sólo en Bolivia sino en todas partes del mundo, pues estamos luchando o resistiendo a un monstruo de mil cabezas cuya energía está dirigida a mercantilizar y deteriorar todo aquello que es verdaderamente importante para la vida.

 

No sólo el debate sobre cuidado de la naturaleza, los bienes comunes, los derechos humanos, el desarrollo, la infraestructura y energía son ineludibles en el mundo de hoy, sino también las formas que elegimos para buscar un cambio; los sapos que estamos o no dispuestos a tragar; los valores y principios que estamos dispuestos a sostener auténticamente. Las prácticas que tenemos en nuestra vida cotidiana; la conexión entre nuestras palabras, sentimientos y acciones. Quizá valga la pena inspirarse en los postulados del feminismo que dicen que la violencia intrafamiliar deja huella y se sostiene en el silencio y la simulación “hacia fuera”, que lo privado es político…, que para salir del vacío puede ser bueno desarrollar la cultura del cuidado con la pasión de la verdad y la transparencia.

 

Fuente: EcoPortal

Temas: Crisis climática, Privatización de la naturaleza y la vida

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