Chile: la agricultura campesina y los transgénicos de multinacionales

Idioma Español
País Chile

El problema de la introducción de transgénicos, el de la nueva Ley de Protección de Obtentores Vegetales, así como la instalación definitiva de los transgénicos en el país, son tres aristas de un mismo problema.

Tienen que ver con la implementación en Chile de las normas que se están dictando para adecuar al país a los requerimientos de las grandes transnacionales de los alimentos, cuyo propósito no es otro que hacer negocio con una necesidad que aparece incluso, en la Declaración Universal de Derechos, la que, en su artículo 25, señala lo siguiente”: Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”

 

Desde siempre en el pasado, han existido grupos de individuos que han imaginado soluciones para problemas de grandes grupos de seres humanos. Estos personajes, además de ello, han utilizado el conocimiento científico para sus fines económicos.

 

En el siglo 19 se dijo que la solución para aumentar la producción de alimentos era la apertura de nuevas fronteras agrícolas, iniciándose la llamada colonización europea, especialmente alemana, de nuevas tierras en el sur. Con ello y con las prácticas que trajeron lo colonos, se desforestó miles de hectáreas de los mejores bosques nativos, especialmente alerce. El fuego fue el principal elemento utilizado, para destruir la riqueza forestal de las regiones del sur, transformando la tierra para agricultura y ganadería.

 

En ese mismo siglo, se produce uno de los episodios más repudiables de la historia de Chile: la llamada “Pacificación de la Araucanía”, en el que miles de hectáreas de los mejores suelos del país les fueron arrebatadas a los Mapuche, porque colonos chilenos y europeos necesitaban mayores superficies para sus negocios agrícolas.

 

Siguiendo en el marco de políticas mundiales para la agricultura, analicemos a continuación el proceso llamado ”revolución verde”, la que comienza a ser aplicada desde la década del 40 en Méjico, pero que se expandió al resto del mundo subdesarrollado en la década del 60. Este fenómeno es diseñado e implementado por empresarios de los países ricos para dar algún uso pacífico a los miles de toneladas de productos químicos sobrantes de la primera y segunda guerras mundiales, al que se le agrega el empleo de maquinaria agrícola, fertilizantes químicos, con la propuesta de aumentar – supuestamente – la producción de alimentos, lo que permitiría terminar con el hambre en el mundo, con lo que se llamó en su momento, los paquetes tecnológicos.

 

Veamos ahora, el tema de la semilla y comencemos por la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), que es una organización intergubernamental con sede en Ginebra (Suiza).

 

La UPOV fue creada por el Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales. El Convenio fue adoptado en París en 1961, por varios gobiernos de países, principalmente europeos, y fue revisado en 1972, 1978 y 1991. El objetivo del Convenio es la protección de las obtenciones vegetales por un derecho de propiedad intelectual.

 

Se podría decir entonces que la UPOV surge desde el momento en que grandes empresas mundiales, que dan vida a la revolución verde en el ámbito del “mejoramiento de material genético”, deciden hacer negocios a gran escala con las semillas y buscan proteger sus así llamados inventos.

 

Para lo anterior, los estados, los gobiernos de los países, sobre todo europeos, a los que adscriben esas enormes empresas buscan favorecerlas, como antaño favorecían a los corsarios que les reportaban ingentes riquezas, también arrebatadas a nuestros países.

 

En otras palabras, los obtentores de semillas, que, en la inmensa mayoría de los casos son grandes empresas sin fronteras ni nacionalidad, necesitan proteger sus negocios, para seguir acumulando riquezas, sin tomar en cuenta las distorsiones que ello puede provocar en las sociedades planetarias. Para ello, a través de sus investigadores y profesionales, convencen a influyentes políticos de muchos países para que elaboren y pongan en práctica un acuerdo que busque crean las bases de sus negocios mundiales.

 

La transgenia forma parte también, en cierto modo, de la revolución verde, en su fase última, cuando ya el conocimiento ha llegado a un nivel superior y se requiere de nuevos inventos para seguir elevando la tasa de ganancias de las transnacionales.

 

Es a mediados de la década de los años 70’ que se intensifica el uso de la Biotecnología, por un lado por el avance en el conocimiento de la composición genética de los organismos vivos y por otro la certeza de poder trasplantar genes de un organismo vivo a otro. Sin embargo, existe una gran diferencia entre aquella investigación que busca usar la transgenia para dar respuestas de salud a seres humanos que no tienen hoy día una solución a sus afecciones y aquella que persigue la obtención de productos comerciales para lucrar con una técnica, sin asegurarse de su inocuidad.

 

Las nuevas semillas se forman a partir de las viejas semillas. El que las obtiene busca producir semillas de “calidad”, resistentes a enfermedades, a las condiciones climáticas adversas, a la competencia de las malezas, a los pesticidas, en suma: se crea una “supersemilla”, la que en muchos casos termina fracasando frente a variados tipo de pestes, de ataques de insectos, de malezas que las ahogan.

 

Con todo, esta tiene un precio que debe alcanzar para compensar los costos de las grandes empresas: costos en investigación, de procesos de producción, comercialización, de marketing. No obstante, aún con los inmensos volúmenes de producción, por las facilidades que otorgan los Estados, los precios pueden llegar a ser altos y no convenientes para los pequeños productores.

 

Por otra parte, si algo no se puede arreglar, los representantes de las corporaciones se comunican nuevamente con los parlamentarios que las representan o aquellos que están cooptados por trabajos futuros o prebendas y se dicta la ley correspondiente, de este modo, el que promueve el no uso de la semilla creada por la gran transnacional y denuncia los verdaderos objetivos de esta actividad, además de promover la protección de la semilla nativa, es considerado un delincuente y es perseguido con todas las fuerzas de la transnacional.

 

Para que la semilla sea comprada y utilizada por los productores (grandes, medianos y pequeños) se trabaja con el marketing, se hace días de campo, se educa a los profesionales y técnicos que asesoran a los campesinos, se entrega completos manuales sobre las bondades del nuevo producto recién creado.

 

Son elaborados estos manuales con el mejor papel que se puede conseguir, generalmente el que se obtiene a partir de la celulosa derivada de madera nativa, llegando de este modo a convencer a miles de pequeños productores de que la semilla creada en laboratorio es mejor que la nativa, porque resiste, supuestamente, algunas pestes que sí atacan a las nativas, cuestión que, ya se dijo, no está garantizada en el largo plazo.

 

Cuando no se puede torcer la verdad, se toma las propuestas de la sociedad civil y se las adecúa a los requerimientos de las transnacionales (como por ejemplo la certificación, que fue una creación impulsada por consumidores que deseaban alimentarse sanamente, la que dio origen a la trazabilidad de los alimentos no orgánicos), se miente, se amenaza, se critica, se mata incluso, a los dirigentes que pueden aglutinar y coordinar el anhelo de las grandes masas de desposeídos.

 

Los servicios del Estado, junto con trabajar para, supuestamente, proteger la agricultura de un país, utilizan sus instrumentos para contribuir al fortalecimiento de la agricultura transnacional: las exportaciones, la producción de “comodities” (materias primas, alimentos no procesados, minerales) que son requeridos por los países ricos.

 

Pero un elemento esencial es que no se les pregunta a los campesinos si están de acuerdo o no con las políticas que poco a poco les están arrebatando sus propiedades, sus animales, sus cultivos y lo que es más grave, su cultura sus tradiciones.

 

¿Por qué ocurre todo esto? ¿Es acaso porque las grandes empresas deciden cooperar para el desarrollo de la agricultura campesina? ¿Alguien puede creer que esos enormes grupos económicos están interesados en poner la ciencia y la tecnología al servicio de las familias pobres de Chiloé u otras zonas campesinas del Mundo?

 

Detrás de la investigación y creación de nuevas semillas solo está el ansia de hacer negocios altamente rentables para las empresas, a costa del esfuerzo personal de los campesinos, de los pequeños, medianos y aún grandes agricultores. Son dictadas normas que obligan a los productores a utilizar la semilla de estas corporaciones, se obliga igualmente a usar sus pesticidas. Ellos, con su poder económico pueden comprar a los científicos que realizan las investigaciones y a los profesionales que las transforman en tecnologías, mientras los Estados, como ya lo indicamos, a través de los gobiernos de turno, con políticas neoliberales, apoyan a las transnacionales en sus negocios.

 

Finalmente, las semillas transgénicas, que llevan en su interior genes de otro reino, pueden contaminar los cultivos tradicionales sean estos producto de semillas nativas o no, con lo que la transnacional tiene la excusa perfecta para reclamar la cosecha y semilla de los pequeños agricultores y campesinos, cerrándose el círculo del robo “legal” sobre ellos, destruyendo su actividad y lanzándolos a la miseria. Pero, a la vez, estas creaciones pueden alterar seriamente la salud de quienes las consumen, especialmente en los organismos más débiles: niños y ancianos y otros que se ven afectados por ingerir estos productos genéticamente modificados.

 

No puede ser este el modelo económico, social y político que debamos aceptar para nuestro país, debemos reaccionar entendiendo lo que está pasando con la agricultura, hay que informarse, hay que estudiar para saber qué hacer.

 

En nuestro archipiélago, centenares de productores campesinos chilotes, muchos de ellos indígenas, cuidaron las semillas de papa por siglos, logrando que el “germoplasma” se conservara, en una tarea colectiva que atravesó los tiempos hasta ahora.

 

También tomaron y cuidaron las semillas de Chalota traída por los colonos franceses y españoles, la de ajo blandino llegada en la colonia, con los españoles. Del mismo modo, están algunos manzanos llegados de España.

 

¿No cree el lector que esa es una labor titánica, digna de reconocimiento y valorable desde el punto de vista técnico?¿Tal vez piensa que fue pura casualidad? ¿Será que solo cree en el trabajo que hacen los profesionales y técnicos?

 

La tarea es luchar por nuestros derechos, por nuestros principios, nuestros valores que se expresan en nuestra forma de vivir en el campo, de trabajar la tierra, de reconocernos como parte de un sistema viviente que es toda la naturaleza con su diversidad.

 

No aceptar el modelo neoliberal de sociedad es reconocer nuestra forma de vivir.

 

Por lo anterior: ¡No a los transgénicos! ¡Defendamos la semilla nativa, siempre! ¡Defendamos y apoyemos a la agricultura campesina, ahora! ¡Cambios, sí, pero con los campesinos e indígenas, no en contra de ellos!

 

ORESTE MORA AVENDAÑO
Asociación Gremial Chiloé Orgánico
Agrupación de Trabajadores, profesionales y técnicos del Agro

Fuente: Radio del Mar

Temas: Corporaciones, Transgénicos

Comentarios

11/07/2011
ESTADO Y TECNOLOGIA CAMPESINA, por Oreste Mora Avendaño
EL ESTADO Y EL AGRO EN CHILOE EN LA ACTUALIDAD
PARA LOS TECNICOS DE APOYO AL SECTOR CAMPESINO


Los técnicos y profesionales del Agro en Chiloé, debiéramos reflexionar seriamente respecto de la realidad campesina de nuestra provincia, es necesario hacerlo, si queremos ser protagonistas de un proyecto que dé cuenta de la realidad y surja de la profunda interrelación entre campesinos y tecnología, que recate lo mejor de la agricultura campesina centenaria de este territorio y ponga al servicio de ella, lo más avanzado de una tecnología respetuosa de la cultura y del medioambiente

Los orígenes del Estado se pierden en los albores de la civilización, cuando las injusticias y los atropellos de los más fuertes en contra de los más débiles se producían de una manera natural, como designio de los dioses o como parte de los rituales que identificaban a las sociedades primitivas.

El Estado entonces, es una creación del ser humano colectivo pero por sobre todo la creación de lo que hoy día conocemos como una clase social que buscaba establecer un orden que le permitiera seguir gozando de privilegios que de otro modo hubiera necesariamente perdido.

Pero con el transcurrir del tiempo y las elaboraciones teóricas transformadas en diseños políticos por los constructores de sociedad y llevadas a la práctica por los políticos de todas las épocas y variados colores, el Estado ha pasado a tener características, por un lado viciosas y por otro virtuosas (las menos).

Entre las primeras están las ya conocidas violaciones a los derechos humanos, sobre las cuales ya se ha sabido mucho en los últimos años y que no discutiremos hoy día no por los menos en los términos en los que se conocen más públicamente.

Lo que nos interesa del Estado es que es un instrumento de desarrollo (el único) que en el caso del sector campesino debiera cumplir un rol importante para llevar a los sectores más postergados a posiciones favorables respecto de su calidad de vida.

No obstante, como los Estados no son neutrales sino que responden a los intereses de las clases dominantes, es casi utópico pensar que, de buenas a primeras, los sectores que definen las políticas públicas van a aceptar desprenderse de su patrimonio y modificar los diseños de políticas que los favorecen, en beneficio de los que son los eternos postergados.

Pero dentro de nuestra sociedad, necesitamos como parte de una cultura progresista, conocer la realidad campesina porque este grupo representa en la provincia de Chiloé, un sector importante de nuestra sociedad.

Es así que nos encontramos a estas alturas del siglo 21, recién transcurrido los primeros10 años de su primera década, un grupo de técnicos que estamos buscando caminos que nos permitan identificar cuales de estos nos pueden llevar por la senda del desarrollo, de los campesinos a los que apoyamos y nuestro como sector urbano.

Recuerdo, entonces, que siempre que me he referido al sector campesino, nuestro compañero de trabajo en la Cooperativa Archipiélago, Omar González, ha preguntado, pero ¿De qué sector campesino me hablas?

Porque, bien lo sabemos quienes trabajamos en el ámbito campesino, este sector no es homogéneo en su conformación social, es decir: su poder adquisitivo, su nivel de educación, su edad, su ubicación geográfica, su arraigo cultural, etc.

Entonces, resulta de importancia conocer y reconocer la realidad del Estado y de este sector en todas sus facetas, determinar cuales son las especificidades de los variados grupos y comunidades para definir con cada uno de ellos las acciones que den respuesta a los desafíos para el desarrollo. Porque las definiciones políticas se toman o debieran tomarse con y no para los involucrados.

Hoy día en Chile, ya lo sabemos, estamos inmersos en el modelo neoliberal que, siendo creado por los defensores, teóricos y asesores, inversionistas, de las grandes empresas transnacionales, busca favorecer mundialmente a este grupo de enormes conglomerados financieros, productivos y de servicios que van de un lado al otro del mundo, siempre buscando maximizar sus ganancias a través de tres
elementos básicos: superexplotación de la mano de obra, liberalización de las economías nacionales desregulando los mercados, súper explotando los recursos naturales y en la gran mayoría de los casos destruyéndolos.

Obviamente que no es prioridad, entonces, para el modelo neoliberal, la agricultura familiar campesina. ¿Por qué?, podríamos preguntarnos y parte de la respuesta podría estar en el hecho de que los campesinos no integran el grupo de poder que hoy domina el mundo. ¡Qué gran novedad!.

Por otra parte, debiéramos asumir la idea de que la agricultura no es una actividad productiva común y corriente, no se trata de producir una mesa, un computador, o una camisa, estamos ante una actividad que produce los alimentos que toda la Humanidad necesita para poder seguir viviendo y produciendo. Es decir, es una actividad que no debiera ser considerada un negocio, no por lo menos en los términos que los empresarios ven los negocios, solo para ganar dinero y acumular ganancias.

Pero si las grandes transnacionales dominan los mercados de los agroquímicos, los fertilizantes, la maquinaria agrícola, las semillas, la tecnología de punta, es decir, las ideas, los insumos y equipos usados principalmente para la producción de nivel empresarial, estamos frente a la realidad de un sector campesino fuera del sistema o tangencialmente ligado a parte de los “beneficios” que entrega el modelo neoliberal. Esto que pareciera ser negativo para la agricultura campesina, pudiera ser el punto de partida para reconstruir una agricultura altamente especializada en su rol de producir alimentos para la sociedad en su conjunto y sobre todo para los hambrientos del mundo que suman más de 1.000 millones de seres humanos en el planeta.

Lo anterior no significa que los agricultores dejen de ganar dinero con su labor. Detrás de esta idea está la necesidad de crear un nuevo orden mundial en el que la agricultura asuma un papel relevante para solucionar no solo los problemas de hambre en el mundo sino que se transforme de verdad en el motor de todas las otras áreas de la economía. Un científico decía hace un tiempo atrás que si se invirtiera en producir alimentos en África, por ejemplo, el retorno de esta inversión se multiplicaría en el mediano y largo plazo por cinco.

El modelo neoliberal, voluntariamente aceptado por quienes hoy están en el gobierno defines las políticas del nivel mundial, lo hacen las transnacionales no los gobiernos, estos últimos, cuando están de acuerdo con el modelo, las avalan y le dan el carácter de políticas nacionales a través de leyes que permiten la entrada de grandes capitales y su operación en territorio nacional, o permiten que sea la Organización Mundial de Comercio y no el gobierno nacional el que determine las soluciones a las controversias entre sectores económicos nacionales y transnacionales, grupos empresariales, países.

Pero lo que se quiere para el campesino, dentro del modelo neoliberal, no obedece a la lógica de producción campesina tradicional o culturalmente aceptada por las diversas comunidades que integran el mundo campesino y que, sin embargo, lentamente comienzan a ser arrastradas hacia un nuevo modo de hacer producción en las explotaciones y que significa el “sueño” de algunos ideólogos de los Ministerios ligados al agro: transformar la agricultura campesina en una agricultura empresarial.

En Chiloé tenemos una agricultura que se ha ido formando por siglos, una teoría dice, incluso que la papa sería originaria de esta nuestra Isla Grande. Últimamente están surgiendo fuertes ideas en el sentido de que nuestros orígenes estarían es grupos de navegantes que llegaron desde la Polinesia, con lo que nuestra cultura, lo que somos en este caso en lo productivo campesino adquiere una connotación cultural de enormes expectativas.

¿Quién se está preocupando hoy día de verdad de proteger lo que tenemos como historia, lo que somos en la actualidad y lo que podemos llegar a ser en el futuro? Podríamos decir que nadie,
incluyéndonos a nosotros mismos, y estaríamos diciendo la verdad. Nuestra agricultura, una creación que llegó a ser lo que es hoy gracias a la Papa, a las algas, a la cal de conchas, a la introducción de algunas especies como el ajo blandino, la chalota, el uso del cordel para delimitar el pastoreo del ganado, los fosos que separan los predios y que son usados como callejones en las islas, los cercos de ramas habilosamente trenzadas, etc. Todas ellas tradiciones que es posible observar aún en sectores no tan alejados de las ciudades del archipiélago, Está experimentado cambios notables, encaminados a lograr el resultado ya indicado: transformar al a producción campesina de alimentos en un negocio.

Luego de esta perorata para un documento que debiera ser breve las interrogantes que nos debiéramos hacer y que podrían ser muchas más saltan a la vista:

1 ¿ Los que toman las decisiones políticas relacionadas con el agro a nivel nacional, conocerán o les importará siquiera un ápice las docientas familias queseras de la comuna de Ancud?

2. ¿Creerán estos señores o señoras que Chiloé es solo leche con pesar de que no sea leche y miel porque a las abejas de Chiloé la pringaron las de la zona central que llegaron como trashumantes?

3. Sabrán que la población rural dedicada a la agricultura está envejeciendo y muriendo de dolor literalmente, porque sus hijos que estaban trabajando en las salmoneras y olvidándose de la producción predial, ahora no saben qué hacer y no quieren dedicarse a la agricultura porque no es “rentable”? y no puede serlo en los términos que exige el mercado.

4. ¿Qué clase de servicio del Estado estamos teniendo que hace un tiempo atrás, y por años, tenía como principal labor el llenado de papeles y controlar a consultores que se dedican cada vez más a llenar papeles y mas papeles y mas papeles?

5. Será posible cree que no hay más imaginación en este país que para producir desarrollo de una comunidad, localidad, provincia, haya que concursar con proyectos, lo que más parece un concurso de la Pollagol, el Kino, etc.?

6. ¿ Alguien se habrá puesto a pensar en una oficina alfombrada y con agradable calefacción, si no sería mejor trabajar por una agricultura no tan empresarial sino más humana, con los ojos puestos en la naturaleza, en el uso del ingenio campesino, en el apoyo social, cultural, organizacional?

7. ¿No sería mejor preguntarle a los campesinos chilotes como lo han hecho durante siglos para vivir en una naturaleza tan hostil y de allí sacar las lecciones para trabajar por una agricultura con la virtudes del mundo actual pero también con la sabiduría de los que hoy día descansan sus huesos en esta tierra que en el pasado cultivaron pero que también destruyeron un poco a través de los errores de los que vinieron de otras tierras.

8. ¿ Cómo pudimos permitir que la papa, la murta, la frutilla silvestre y otros productos estén siendo explotados fuera de nuestra Isla con el consiguiente beneficio material para otros que no están pensando en Chiloé cuando hacen estos negocios?

La reflexión y la acción se requiere urgente para enrumbar la nave de la agricultura campesina chilota por los mares de la imaginación, la prudencia, la audacia y sobre todo por el océano del profundo amor a nuestra tierra, a los hombres y mujeres que día a día sufren, ríen, se cansan y vuelven a comenzar la antigua y nueva tarea de extraerle a esta tierra los frutos con los cuales vive gran parte de la población provincial y se solazan cada vez más visitantes, deslumbrados por esta cultura única en el mundo y que con políticas equivocadas estamos lanzando al pantano del Mercado Neoliberal.

Oreste Mora Avendaño
Técnico Agrícola
Ancud – Chiloé