De un vistazo y muchas aristas. Al revés de lo que pasa en el mundo del despojo: Voces cubanas que reivindican la agroecología como herramienta de la liberación

Idioma Español
País Cuba

Presentamos en este Vistazo y muchas aristas, la reiterada pero siempre diversa e insustituible cauda de voces cubanas y de afuera que reivindican la agroecología como forma de emancipación en el agro cubano, y el modo en que eso contribuye a establecer una soberanía alimentaria, no sólo de los campesinos a nivel individual, familiar o comunitario, sino también del pueblo cubano. Unos de viva voz (como las y los integrantes de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, ANAP), otros por escrito, les reunimos para celebrar la revolución campesina, agroecológica, en Cuba.

En la ola del acercamiento geopolítico, la apertura del comercio, el cese de ciertas reformas económicas entre Cuba y Estados Unidos —todo esto de largo alcance— se abren oportunidades y riesgos para los pequeños productores agrícolas y sus cooperativas; abundan las presiones, las paradojas y el potencial. Entre tanto, en los márgenes, excursiones orientadas hacia la agroecología atraen a la isla a estudiantes admirados, granjeros y activistas agrícolas estadounidenses. [...] Los agricultores cubanos expanden al protagonista “campesino” original. Conforme navegan nuevos mercados no estatales y el reciente control estatal de los precios, los agricultores cubanos y sus cooperativas luchan por evadir las tendencias monopólicas del capitalismo sin restricciones así como la economía comunista agrícola clásica —que han sido, ambas, históricamente dañinas. Los agronegocios estadounidenses cortejan Cuba, pero no es un rapto unilateral: los cubanos sopesan e invitan el comercio para ponerle fin al embargo, lo que modifica de golpe la situación. Los principios claves del agro cubano —cooperativismo y flexibilidad— han persistido a través de crisis capitalistas y comunistas: ¿podrán influir en las perspectivas agroindustriales procedentes del norte? Garrett Grady-Lovelace, “United States–Cuba Agricultural Relations and Agrarian Questions”, Journal of Agrarian Change, 23 de octubre, 2016.

La agroindustria todo lo que trae es químico y acarrea contaminación. Entonces pensamos que no habrá problema con la apertura. Los campesinos en Cuba no son los campesinos analfabetos, aquí en el campo lo que tenemos son ingenieros, médicos, gente preparada, técnicos. A nosotros no nos va a engañar nadie porque ya hemos pasado por el periodo especial. En ese entonces yo tenía 18, 19 años, y sufrí en aquel momento las carencias, todo lo que nos pasó. Pero al final nos sirvió porque aprendimos a sobrevivir. A un campesino cubano tú lo puedes soltar en cualquier parte del mundo y él sobrevive en cualquier condición. Tú lo puedes soltar en el medio del mar y escapa, y si vienen los “americanos” a querer engañarnos, como decimos los muchos campesinos aquí, yo pienso que los que van a salir burlados son ellos, les ponemos tres plumas en el trasero y los vendemos como pollos.

Cuánto trabajo están pasando los campesinos en otros lugares del mundo. En estos encuentros lo aprendemos y hemos aprendido. Sería grande que todos los presentes comuniquemos esos esfuerzos. Ese enorme trabajo lo pasan por la mecanización, el despojo industrial que ocurre a través de la maquinaria, que sustituye la fuerza de trabajo del campesino pero también acaba con la tierra, porque esa producción industrial acaba con los suelos.

Disculpen la palabra tierra, con los suelos. Y entonces algo más que tenemos que llevar a nuestras asambleas —que sea un punto permanente en las juntas directivas de las cooperativas— es hacer análisis del uso del suelo, de cómo conservar el medio ambiente, de no utilizar el monocultivo como pretenden algunos.

Hay países donde se producen cultivos para usarlos en combustible, no para la alimentación del pueblo. Eso es lo que les interesa a las corporaciones. O para la alimentación de animales, etcétera, para llenarse el bolsillo. Ellos no buscan que vaya al consumo de la canasta básica, a la población. Nosotros tenemos que llevarle estas reflexiones a donde se nos están incorporando personas jóvenes en la agricultura.

Y hoy, al revés de lo que pasa en ese mundo del despojo, nosotros lo que necesitamos es que vaya más gente para la agricultura, necesitamos más fuerza de trabajo en la agricultura, nosotros necesitamos que haya más campesinos, ¿no? Y la posibilidad está, la posibilidad está. Fueron las distintas reformas agrarias que se hicieron. Empezó desde el triunfo de la Revolución cuando se le quitó a todas esas compañías el acceso a la tierra para uso y beneficio de ellos, mediante las reformas agrarias que se aplicaron.

Tenemos que luchar por incorporar más personas jóvenes a la agricultura, y no perder las tradiciones. Irlos acompañando de los más viejos que estamos aquí. Esa experiencia de trabajo para defender nuestros suelos, para defender nuestra cultura, para defender nuestro patrimonio, y eso tenemos que defenderlo, haya bloqueo, no haya bloqueo, o pase lo que pase.

Tenemos que reclamar y defender lo que hemos logrado en la actividad agrícola. Hace pocos meses, tuvimos en Cuba después de 70 años la visita de un primer presidente de Estados Unidos. Obama vino a este país y apostó por dos campos: uno, el campo de la información, las tecnologías de la información, y el otro la agricultura y el trabajador por cuenta propia. ¿Por qué tanto interés de la política estadounidense en la agricultura en Cuba, donde el basamento es este campesino que trabaja bastante individual en una cooperativa que no es estatal? Para fomentar sus políticas y hacer llegar en algún momento la transnacional, para acabar con el suelo y acabar con la vida en la tierra. Tenemos que llevar como voluntad política que este Estado cubano nos defienda de esas transnacionales, para que no lleguen con esa voracidad y con ese sentido tan inhumano de acabar con el suelo y, con ello, con la vida humana.

Cuando comenzó en Cuba el periodo especial, fue la etapa más difícil que ha atravesado la Revolución cubana, el pueblo cubano. Se comenzaron a efectuar diferentes eventos para reflexionar sobre la política alimentaria en nuestro país, y se comenzó a entregar tierras a los campesinos, seis cordeles de alimentación familiar. Sabemos que seis cordeles bien cultivados dan incluso para venta. Entonces empezaron a organizarse en Cuba diferentes actividades junto con diferentes países de América Latina e incluso de Europa. En mi finca, hubo un compañero australiano; seis meses aquí estuvo conmigo un ingeniero australiano, con quien trabajábamos sobre la permacultura; trabajábamos en la conservación de los suelos, del agua, en la preparación de diferentes tipos de componentes de abono, abonos orgánicos, y esto fue extendiéndose.

Este grupo que nos preparamos con ellos tuvimos la tarea de ir a diferentes municipios a impartir estos talleres durante tres días, a veces cinco días. Y de América Latina vinieron. Vino una compañera que ahora es la ministra de agricultura en Santo Domingo. Hoy llegan de Colombia, de Honduras, de Panamá. Se efectuaron reuniones entre campesinos cubanos, Y comenzó el intercambio es decir, de campesino a campesino. Esto fue realizándose en Cuba: la cooperación entre los campesinos. Es decir, lo que uno dominaba, o transmitía a los otros, informaba a los promotores. Éstos encargaron del movimiento, y después fue asumido también por la ANAP, el movimiento campesino, y en estos momentos es una tarea que es normal que se desarrolle entre nosotros la cooperación. Que el que más sabe enseñe al otro. Al campesino con el campesino le gusta hacer más lo que ve hacer que lo que le digan que haga, porque lo que vemos hacer es lo que nosotros queremos imitar y hacerlo. Y así se fue formando este movimiento y ha tomado gran fuerza en nuestro país.

Es voluntad política de este Estado, que no se pierdan los logros en la agricultura y los logros sociales que disfrutan hoy los campesinos cubanos. El primer precepto de la mejora de las relaciones con los Estados Unidos es que no pueden tener injerencia en las políticas internas de nuestro país.

En términos económicos, el campesino se tiene que beneficiar. Si se beneficia la agricultura cubana, el beneficio está avalado por toda una política y por una voluntad política del Estado cubano, donde sí está claro cómo es que esas relaciones económicas tienen que actuar en este país.

Ésa es una limitante que tienen ellos, y apuestan a un futuro donde los líderes de la Revolución, los líderes históricos, no estén. Así, buscando al trabajador individual creen que van a encontrar la base, pero han obviado las políticas y los principios en los que se sustenta esta Revolución y hacia dónde se proyecta con los cambios que también se vienen avalando hoy en el proyecto cubano de desarrollo económico.

Las relaciones económicas con Estados Unidos son relaciones como las que establecemos Cuba con cualquier otro país. No son relaciones de dependencia y mucho menos mono-relaciones, porque nosotros los cubanos las conocemos muy bien. Lo mismo ocurrió en el año 59. Cuba era la base del experimento que después llevaron a América Latina, la cabecearon en Cuba a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX. Por lo tanto, hay bastante conocimiento y una voluntad política. Nuestro Estado tiene claro sus principios, en los cuales se establecen esas relaciones.

Procedente de Nicaragua, y a partir de un proyecto de cooperación internacional, comenzó a promoverse en las provincias centrales del país, por Villa Clara, los primeros talleres de capacitación, de instrucción de promotores; se fueron sumando poco a poco los maestros en las provincias, incluso sin financiamiento externo; por la voluntad y la necesidad que teníamos de probar cosas nuevas, y la metodología era algo nuevo, algo fresco, algo que daba resultados. Y nuestro campesinado se comenzó a apropiar de la metodología. La ANAP se apropió como tal, y por las fortalezas que tenemos de organización, mediante la propia estructura desde la base hasta la nación, convirtió la metodología en movimiento, porque adquirió carácter masivo. Se involucraron no sólo las campesinas y los campesinos, ambién los aliados estratégicos de la ANAP, entre los que están los centros de investigación o la Asociación Cubana de Técnicos Agrónomos Forestales, la Asociación Cubana de Producción Animal, y todo aquel que podía colaborar, que podía capacitar, que podía acompañar el proceso, se fue sumando poco a poco a nivel local, a nivel provincial y a nivel nacional.

Con el propio desarrollo nos dimos cuenta que había eslabones sueltos, porque estaba el promotor, el facilitador, pero cuando llegábamos a nivel provincial no teníamos a nadie que coordinara, nadie que facilitara el proceso, y se creó la figura de coordinador provincial y coordinador nacional del movimiento, y el salario que esas personas recibían lo asumió la propia organización. A esa metodología que nos llegó de Centroamérica la fuimos cubanizando, por decirlo de alguna manera. Le fuimos poniendo y le fuimos quitando, y es el movimiento agroecológico que tenemos hoy.

No solamente hemos cambiado nosotros. Han cambiado también la línea y el corte de investigación de los centros de investigación. Ha ido cambiando la política del área del país. No hacemos proyectos con cualquier ONG internacional, ahora casi todo el corte de las investigaciones, de los proyectos, es un corte agroecológico. Estamos haciendo la instalación de biodigestores, produciendo piezas artesanales, buscando que el movimiento sea sustentable.

El movimiento agroecológico aquí en Cuba lo hemos sostenido con voluntad, con corazón, con capacitación, con promoción de campesino a campesino, pero unida a ese movimiento agroecológico, pasó otro fenómeno, el movimiento de agricultura urbana. Lo inició el Instituto Nacional de Agricultura Tropical (INIFAT), en la figura del compañero Adolfo Rodríguez Navarro.

Se produjo también un movimiento de rescate de solares viejos, de capacitación para producir alimentos, sobre todo hortalizas vegetales, cultivos de ciclos cortos, porque nos quedamos en ceros con nuestra economía y había que hacer algo. Y casi paralelo con el movimiento de la agricultura urbana y suburbana nos vimos unidos todos los actores. Hoy muchos de esos productores urbanos también son promotores del movimiento agroecológico, también son asociados a la ANAP.

La caída de la Unión Soviética en 1991 privó a Cuba de su principal socio comercial y su fuente de hidrocarburos. Este hecho marcó el inicio de lo que los cubanos conocen como el periodo especial, una crisis económica prolongada que condujo al racionamiento de alimentos y a crecientes índices de malnutrición. Con la agricultura afectada por la escasez de combustibles y de dos de los principales derivados del petróleo, los fertilizantes minerales y los plaguicidas, los habitantes de La Habana iniciaron la siembra de productos alimentarios en cuanto espacio se encontraba disponible.

Inicialmente no se lograban altos rendimientos, debido a la falta de insumos y de experiencia agrícola. Sin embargo, con un fuerte apoyo gubernamental, la agricultura urbana pasó rápidamente de ser una respuesta espontánea a la inseguridad alimentaria a ser una prioridad nacional. Durante este proceso, La Habana ha agregado una palabra nueva —organopónicos— al vocabulario de la agricultura urbana y se ha convertido en pionera en la transición global hacia una agricultura sostenible que produce “más con menos”.

La organoponia es una invención cubana. El término se acuñó para distinguir este sistema de otros tipos de producción hortícola intensiva y de alto rendimiento, como la hidroponia, consistente en cultivar plantas sobre agua y sustratos inertes que son enriquecidos con nutrientes minerales.

Con el inicio del periodo especial, los huertos organopónicos resultaban idóneos para cultivar plantas en suelos pobres de pequeños espacios urbanos. Un huerto organopónico típico se inicia abriendo surcos y resguardándolos con “guarderas” de madera, piedras, ladrillos o concreto. La calidad del suelo se mejora gradualmente por medio de la aplicación de materias orgánicas; al aumentar el contenido orgánico, también aumentan los niveles de nutrientes del suelo y la humedad (y la altura de la cama de cultivo). La organoponia, una invención cubana. http://www.fao.org/...

Antes de la crisis de los noventa, no había problemas con el fertilizante, no había problemas con las semillas, no había problemas con nada. Pero al surgir la crisis de los noventa todo colapsa abruptamente, y en las localidades más marginales, la disponibilidad de semillas era gravísimo problema. Las semillas híbridas de Cuba habían logrado desplazar a las semillas nativas.

Pero llegó la caída del campo socialista en Europa del Este, y nosotros quedamos con una economía totalmente colapsada, sin entrada de importaciones de ningún tipo, incluyendo petróleo, incluyendo pesticidas, fertilizantes, alimento animal, la propia semilla. No entraba ningún componente fuerte de grandes empresas agrícolas, en consecuencia ya no podíamos competir con esas condiciones.

Y quien estuvo mejor preparado para resistir en esa crisis fue el campesino, que tenía saberes ancestrales de las ecologías, que podía resistir en ese momento y que era capaz de producir alimentos para el pueblo. Desde el triunfo de la Revolución hubo disposición. Lo que pasa es que los centros de investigación iban un poco alejados de lo que hacían los campesinos. Era voluntad a veces de los propios investigadores qué iban a investigar. A pura satisfacción del doctor, del ingeniero, pero no resolvía ningún problema.

Todas las fincas del movimiento agroecológico de campesino a campesinoen Cuba tienen su diagnóstico, y partimos de ahí, de las causas de los problemas, ya sean ambientales, de contaminación o de suelo, de cualquier tipo de recursos. Y luego identificamos posibles soluciones y acciones para solucionarlos.

Entonces empezamos a trabajar. Es una metodología muy conformada, un proceso de trabajo, un análisis que realizan los propios campesinos, con apoyo de facilitadores que son técnicos de nuestras cooperativas. La capacitación es constante, primero haciendo talleres metodológicos, porque ésta es una metodología de formadores de formadores.

Esos promotores surgen de la metodología, y no son sino formadores que van a formar a otros promotores en sus radios de acción. Es una secuencia de acciones, no lo podemos ver así aislado.

Tenemos más de 110 mil familias campesinas dentro del movimiento agroecológico, una cifra considerable; ahora tenemos un trabajo fuerte con los nuevos campesinos: muchos son jóvenes que no conocen de agricultura y los formamos con principios agroecológicos, partir del trabajo “de campesino a campesino”. Ésta es tarea de nuestro movimiento: formarlos con las ideas, con los principios, con una conciencia agroecológica desde que reciben la tierra, para que se formen igual que los demás productores agroecológicos de las cooperativas. Ahí tienen un papel importante los facilitadores, los promotores, los actores que nos apoyan, junto a los centros científicos de nuestro país.

El proyecto cooperativista se propone trabajar con campesinos, y para eso hay que acudir a la ANAP, que es la organización que los reúne. Las tres mil familias cooperativistas (un dato aproximado), son familias campesinas asociadas a la ANAP, que se involucran de manera directa. Trabajamos también con productores que no son asociados de la ANAP, como es el caso de los productores urbanos, que tienen pequeñas parcelas, huertos organopónicos.

Por determinadas razones de orden organizativo, ellos no están asociados a la ANAP pero deseamos participar con ellos y ellos desean participar con nosotros y concurren a cualquier actividad que desarrolle el proyecto. No es un trabajo perfecto; hemos tenido mucho apoyo, mucha colaboración de muchas instituciones y muchas organizaciones, pero también muchos obstáculos.

Hemos tenido que explicar a campesinos que nos han dicho, “y cuándo ustedes nos van a traer la semilla esa que produce Bush”, dicen ellos. Porque hay quienes escuchan sobre el tema y que alguien les dice que una planta de maíz transgénico produce tres mazorcas, y entonces se cierran, y claro, con esos campesinos, bueno, no es que les digamos eso es malo y eso es bueno, pero mira, tenemos un bulto de semillas de variedades que son nativas de Cuba, te lo vamos a traer y prueba con ésas. Les damos el contacto con algún campesino que tiene muy buen resultado con esta variedad de chiloria para que dialogue con él y ese otro campesino le explique.

La ANAP es una organización campesina con gran prestigio, por lo que cuenta con gran poder de convocatoria. Dentro de nuestros objetivos de trabajo está promover la agroecología, la ciencia, los saberes. Los convenios de colaboración con todos los institutos del país tienen que ver con las ramas técnicas o con la rama social también, pero en todas las universidades del país. De allí que muchos digan, bueno, sin la ANAP los campesinos no se mueven.

Casi todo el producto que sale, sale a través de la cooperativa. Lo mismo vaya a punto de venta o vaya a acopio. Con las producciones que son de interés y que son básicas para la alimentación de la población, o para sustituir importaciones, como son los granos, el arroz, se tienen precios centralizados definidos y estimulantes para los productores. Es un proceso dinámico pero muy participativo, porque la cooperativa recibe una demanda estatal, pero tiene que venir a ellos como productores, como campesinos, y sentarse a colegiar: qué área tienen las fincas, las características del suelo, la tradición que tienen ellos como productores, los intereses que tienen como productores. Se produce un proceso de intercambio, donde la cooperativa le explica al productor cuáles son las demandas que tiene como cooperativa y qué necesita que él siembre, y qué quiere él sembrar. A lo mejor el productor nunca ha sembrado melón, pero la cooperativa le puede facilitar la semilla de melón y llegar a un acuerdo: bueno ahora me vas a sembrar tanta área de melón, porque tengo una demanda de melón. Ahora, ya después que se hace ese trabajo con todos los productores, regresan a sentarse con esos que le hicieron la demanda, que puede ser Educación para los centros escolares, Salud para los centros de hogares maternos, hospitales; puede ser la Agricultura para lo que es la alimentación de esa localidad, o puede ser la industria láctea para esa leche que tiene que entregar.

En ese pacto no sólo se acuerda lo que vas a sembrar, sino qué precio va a tener, en qué momento se va a entregar, qué recursos vas a recibir para esa producción, y se hace una especie de contrato de la cooperativa con los productores y la cooperativa contrata con las entidades que le están demandando. Una vez que el campesino y la cooperativa cumplen con esa contratación, siempre queda producción. Esas producciones las vende casi todas a su cooperativa, y se ponen de acuerdo en el precio, porque ya eso es un precio de oferta y demanda, porque no está en un contrato, y a lo mejor en ese momento la cooperativa no tiene un destino a un determinado precio, y se ponen de acuerdo.

En la época del mango, en la época del tomate, en la época de alguna otra hortaliza, el aguacate, la misma col a veces, se ponen de acuerdo porque tal vez en ese mismo momento hay mucha producción y por supuesto el precio tiene que bajar. Pero el productor no va a bajar el precio que no cubra sus costos, y se produce otra nueva negociación: bueno me lo vas a vender a mí como cooperativa, pero a qué precio, que tú no pierdas y tampoco la cooperativa puede perder.

Pero además él como campesino tiene la libertad de venderle a las otras figuras que han surgido en nuestra sociedad, que son los llamados “cuentapropistas” personas que no producen la tierra, pero que tienen a lo mejor un camión. Ese transportista que viene hasta aquí hasta la finca y pacta con él, a ver qué tienes, mango, a cómo me vas a vender la caja, no sé qué, te voy a pagar tanto, y él hace su transacción como campesino con toda la libertad de venderle a esa persona el mango del que tiene excedente. Y hablo de un camión, pero vienen aquí a veces en bicicleta, en triciclo, en almendrones que andan por ahí en toda La Habana, los carros viejos; en lo que sea, y él está en su libertad de vender sus producciones a quien venga aquí hasta la finca a comprárselo. Es decir que hay varias vías por las que los campesinos pueden comercializar sus producciones. Tenemos mucho todavía que aprender.

Al golpe de Estado dado por Batista el 10 de marzo de 1952, se unió una campaña propagandística que trató de confundir al campesinado, anunciando supuestos planes de reforma agraria y de leyes “protectoras” de los precaristas, que se vieron obligados a firmar contratos y pagar rentas a los latifundistas que habían robado las tierras del Estado.

Esta situación, unida a la persecución, las ilegalidades, el terror, los asesinatos, la reducción de las zafras azucareras y tabacaleras, la baja de los precios, la falta de escuelas, caminos, la casi nula atención a la salud, el abandono, el atraso y miseria de las zonas rurales, crearon y fortalecieron las condiciones objetivas para la lucha campesina. “En las áreas rurales, el campesinado agrupaba a más de 200 mil familias, de las cuales 140 mil correspondían a campesinos pobres y semipropietarios. La economía agrícola era extensiva, latifundiaria, tanto en manos extranjeras, sobre todo estadounidenses, que controlaban un millón 200 mil hectáreas de tierras, como en las de una minoría cubana. La gran masa campesina vivía en la miseria, agobiada por los intermediarios, sin créditos, con precios ruinosos.”

El asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y el programa presentado por Fidel, donde analiza la situación de los agricultores pequeños que “viven y mueren trabajando una tierra que no es suya” y las soluciones que proponía el líder de la revolución, influyeron en las actividades futuras y el camino emprendido por los hombres del campo, que dirigidos por la ANC, efectuaron reuniones, asambleas, congresos y conferencias en todas las provincias para examinar la situación general y la lucha por la reforma agraria de modo especial.

Con el desembarco del Granma, en diciembre de 1956, se reinició la acción insurreccional, en las montañas orientales. “La Sierra Maestra, escenario de la primera columna revolucionaria es un lugar donde se refugia todo el campesinado que luchando a brazo partido contra el latifundio, van allí a buscar un nuevo pedazo de tierra que arrebatar al Estado o a algún voraz propietario latifundista”. Al ejército rebelde se unen los campesinos; son ellos los primeros que se incorporan a la lucha armada y los que prestan ayuda de todo tipo al precio de perder su propia vida y la de su familia, pero jamás faltó su ayuda en comida, orientación, información y en hombres para combatir. La historia en el trabajo de la ANAP, http://www.monografias.com/...

Fuente: Biodiversidad, sustento y culturas 90

Temas: Agroecología, Soberanía alimentaria

Comentarios

16/02/2017
Un ejemplo de soberanía., por Raymundo Muñoz Rodriguez
Que gran lección de soberanía e recibido, es para mí una esperanza y un aliento para que en un país como México retomemos el rumbó a través de la vía campesina.