Economía con la naturaleza

Por WRM
Idioma Español

"Detrás de medidas y números se esconden relaciones de poder, injusticias, despojos y violencia. La transformación de la “naturaleza” en unidades cuantificables para compensar su destrucción permite que empresas y gobiernos tengan un mayor acceso y control sobre cada vez más territorios. La idea de compensar la devastación de un lugar específico en un tiempo específico, con interconexiones vivas específicas, comunidades e historias, es absurda. Para peor, esta “economía con la naturaleza” también tiende a describir a las comunidades del bosque y campesinas como culpables de la destrucción de la “naturaleza”."

Durante décadas, gobiernos y organismos intergubernamentales como la ONU o el Banco Mundial han estado ocupados encontrando maneras de permitir que continúe el flujo de grandes inversiones y proyectos – sin importar las consecuencias. A pesar de que los combustibles fósiles son la principal causa del cambio climático, vemos que las empresas petroleras, de carbón y de gas continúan expandiendo sus actividades extractivas. A pesar de que el despeje de tierras para la agricultura industrial es una de las principales causas de la deforestación, vemos que el agronegocio incrementa los monocultivos de árboles y de cultivos comerciales. También vemos a la industria minera perforar más y más la Tierra. Vemos más carreteras, ferrocarriles, oleoductos, puertos y otros grandes proyectos de infraestructura que facilitan la extracción y comercialización de los “recursos naturales”. Y como consecuencia de esto, vemos que miles de comunidades son despojadas de sus hogares, medios de vida, culturas, territorios e incluso que personas pierden sus vidas. Irónicamente, estas mismas industrias pueden continuar con su destrucción mientras aducen que ahora son “verdes” o que están “certificadas”, o son “climáticamente neutrales” o “sostenibles”.

Pero a pesar de las palabras bonitas, el sistema económico dominante ha sido y continúa siendo violento. Es violento con la naturaleza y por lo tanto es violento con las personas que conviven con ella y dependen de ella. Esto está arraigado a la necesidad de crecimiento y acumulación constantes del sistema, incluso cuando los “recursos” de la Tierra son finitos. En este contexto, los gobiernos, las empresas y quienes proveen los fondos, han estado promoviendo una economía “nueva”: una “economía con la naturaleza” que permite a las empresas compensar su contaminación o la destrucción de la biodiversidad. Una empresa que quiera extraer minerales que se encuentran bajo un bosque, podría hacerlo y argumentar que no causa ningún daño a la diversidad del bosque en la medida que la biodiversidad destruida sea compensada preservando o restaurando otra zona que debería ser “equivalente” a la que se destruyó. Del mismo modo, una refinería de petróleo puede seguir contaminando por encima de cualquier límite, siempre y cuando en otro lugar haya un proyecto que evite o ahorre una cantidad “equivalente” de emisiones. Detrás de las compensaciones hay cientos de intermediarios, empresas de consultoría, ONGs, sistemas de certificación y organismos financieros que se benefician de estas transacciones. Como consecuencia, el sistema económico dominante se refuerza y ​​puede seguir creciendo.

De esta manera, detrás de medidas y números se esconden relaciones de poder, injusticias, despojos y violencia. La transformación de la “naturaleza” en unidades cuantificables para compensar su destrucción permite que empresas y gobiernos tengan un mayor acceso y control sobre cada vez más territorios. La idea de compensar la devastación de un lugar específico en un tiempo específico, con interconexiones vivas específicas, comunidades e historias, es absurda. Para peor, esta “economía con la naturaleza” también tiende a describir a las comunidades del bosque y campesinas como culpables de la destrucción de la “naturaleza”. Se demonizan métodos de cultivo tradicionales y en algunos lugares hasta se prohíben, por ser supuestamente una fuente de deforestación a gran escala. Mientras tanto, las grandes inversiones quedan impunes frente a cualquier responsabilidad, y con costosas campañas salen a hablar de lo buenas que son para el clima y los bosques.

Durante este año, y con el fin de aprender más acerca de cómo la “economía con la naturaleza” se manifiesta en las comunidades del bosque y campesinas de todo el mundo y cómo las afecta, incluimos artículos en nuestros boletines mensuales que nos ayuden a arrojar algo de luz sobre esta tendencia. Nos preguntamos: ¿qué implica la “economía de la naturaleza” para las luchas por la protección de los bosques y los territorios campesinos? ¿Cómo podríamos resistir esta tendencia? Antes de terminar el año, queremos compartir una recopilación de los artículos vinculados a esta tendencia, con la esperanza de que podamos seguir aprendiendo juntos y así fortalecer nuestro análisis y resistencia.

Secretariado Internacional del WRM
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Temas: Economía verde

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